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La importancia de los espacios de estudios de género y feminismo



Por Elsa Lever M.
Lic. en Periodismo con Maestrí­a en Comunicación por la FCPyS
de la UNAM, diplomada en Género por el PUEG de la UNAM,
y en Feminismo por el CEIICH de la UNAM. Directora
de
http://www.mujeresnet.info/


DE MI COLUMNA EN RAZON Y PALABRA

"La institucionalización de los estudios feministas y de género es un derecho educativo"

A raíz del reciente curso que he tomado en el Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer (PIEM) de El Colegio de México sobre los debates contemporáneos de género, me ha parecido relevante abordar la importancia de este tipo de programas de estudio en el país.

En México, específicamente en el DF, existen varios programas diseñados sobre estudios de género y de feminismo,  dos de ellos en la UNAM: el Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) y su diplomado, y el Programa de Investigación Feminista en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) también con su diplomado. En la UAM con la Especialización/Maestría en Estudios de la Mujer, y  El Colegio de México con el Curso de Verano antes mencionado y la Maestría en Estudios de Género.

No está por demás destacar que conseguir establecer no sólo cursos, sino especializaciones y más aún, maestrías, es un logro que no se debe desaprovechar.

Sería muy benéfico que si el feminismo ya está en las aulas, nos acerquemos y acudamos a ellas. Por supuesto, la teoría no lo es todo. El trabajo directo en las calles  y con la gente significa gran parte del cambio, pero la teoría y la serie de experiencias que se viven y comparten en estos cursos, diplomados y maestrías son igual de relevantes, vitales y trascendentales.

Los estudios de género y de feminismo en las aulas data apenas de la década de los 80 y algunos aún conservan el nombre de "estudios de la mujer".  Cabe recordar que en 1980 la UNESCO recomendó crear cátedras y fomentar el desarrollo de investigaciones sobre la problemática femenina en los planes universitarios de América Latina y el Caribe.

Como resultado de ello, los primeros programas de estudios de la mujer en instituciones de educación superior mexicanas se crearon en 1983. Antes de esa fecha, la costumbre era organizar reuniones y simposios entre académicas feministas desde los cuales se analizaba el trabajo que se llevaba a cabo en investigación y docencia.

De acuerdo con Dora Cardaci, en su libro Salud, género y programas de estudios de la mujer en México (UAM-UNAM 2004), el primer antecedente importante lo constituye el Primer Simposio Mexicano-Centroamericano de Investigación sobre la Mujer realizado en 1977, organizado por una veintena de feministas, la mayoría de UNAM, la ENAH y El Colegio de México. Explica la autora que este simposio "constituye un hito en la historia del feminismo académico mexicano pues logró reunir alrededor de 450 personas entre las cuales se encontraba la mayor parte de quienes investigaban sobre asuntos relacionados con las mujeres en México". (pp. 156-157)

Asimismo, en el lapso entre 1981 y 1983 cada año se realizaron los simposios de Estudios de la Mujer en México, organizados por El Colegio de México y el Consejo Nacional de Población. La convocatoria era a investigadores e investigadoras del país que realizaban estudios sobre trabajo, educación, legislación y salud (p.158).

Siguiendo a Cardaci, una vez que se crea el Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer, en 1983 y primero en el país, "se perdió la tradición de desarrollar reuniones nacionales de estas características". (p. 158) Ahora la costumbre es que cada institución realiza sus coloquios anuales de investigación.

Con respecto a la docencia o asignaturas sobre feminismo y género instituidas en los planes de estudios de diversas licenciaturas y posgrados, existe coincidencia -dice Cardaci- en  señalar que "el primer curso dedicado a analizar los problemas de las mujeres desde un enfoque feminista fue el que impartió la intelectual guatemalteca Alaíde Foppa en la FCPyS de la UNAM, y que llevó inicialmente el nombre de Sociología de las Minorías, para llamarse posteriormente Sociología de la Mujer. Esta materia tenía carácter optativo y se ofreció desde principios de los años 70 hasta 1980, cuando esta profesora (que había sido fundadora de la revista Fem ) fue desaparecida por el gobierno de su país". (p.158)

Así entonces, en la década de los 80 se crearon en la ciudad de México el Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer (PIEM), de El Colegio de México (1983); el Área Mujer, Identidad y Poder, de la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco (1984), así como el Centro de Estudios de la Mujer, en la Facultad de Psicología de la UNAM (1984), que posteriormente se convertiría en el Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG).

Sin embargo, la plena incorporación del feminismo a la academia se dio hasta después, ya que las feministas rechazaban cualquier intento de institucionalización del movimiento por temor a que éste perdiera la autonomía, espontaneidad y libertad de acción. Es hasta los 90 que se da la expansión, conformándose en esa década casi el 80% de los programas de la mujer (o de género o feministas) existentes,  entre ellos, en el Distrito Federal, el PUEG (1992, UNAM), el Centro de Estudios de la Mujer de la Escuela de Trabajo Social (1996, UNAM), y la Especialidad en Estudios de Género y Educación de la Universidad Pedagógica (1997).

Asimismo, en  otros estados: la Línea Género y Salud del Programa Salud y Sociedad de El Colegio de Sonora (1993), el Programa Institucional de Investigaciones sobre Relaciones de Género en la Universidad Iberoamericana (1993), la Maestría en Psicología con Orientación en Género de la Universidad de las Américas (1993), el Programa Interdisciplinario de Estudios de Género de la Universidad de Guadalajara (1993), el Centro Universitario de Estudios de Género de la Universidad de Colima (1994), el Centro de Estudios de Género también de la Universidad de Guadalajara (1994), el Centro de Investigación y Estudios de la Mujer de la Universidad de Michoacán (1994), el Centro de Estudios de Género de la Universidad Autónoma de Puebla (1995), el Seminario de Género de la División de Estudios de Población de El Colegio de la Frontera Sur (1996), el Programa de Estudios de la Mujer y Relaciones de Género de la Universidad Autónoma de Yucatán (1997), el Programa de Estudios de Género de la Universidad Autónoma de Sinaloa (1997), el Programa de Derechos Humanos, Sociedad Civil y Género de la Universidad Iberoamericana en Puebla (1998), el Centro Universitario de Estudios de Género de la Universidad de Nuevo León (1998), y el Centro Universitario de Género de la Universidad Autónoma de Chiapas (1999), entre muchos más.

En el nuevo milenio, en el año 2000, eran en total 19 programas de nivel superior dedicados específicamente a desarrollar investigación, docencia y/o difusión cultural sobre la condición femenina y la problemática de los géneros, según información recabada por Cardaci. Y con la primera década ya transcurrida el número ha aumentado, ya que se han abierto líneas de investigación y campos de conocimiento relacionados con el género en diversas maestrías y doctorados.

Los derechos reivindicados no se visibilizan si no se ejercen; de igual manera, no aprovechar el matricularse en estos programas en feminismo y género es perder la oportunidad de actualizarse en los debates y discusiones que están formando parte del cambio cultural.

La institucionalización de estos estudios (planes, programas, cursos, posgrados, líneas de investigación, centros, etc.) se debe traducir en logros y avances sociales. Estamos ante una época de crisis, tensiones, conflictos, que redundarán en cambios. De nosotras y nosotros depende que esos cambios devengan relaciones de género efectivamente más igualitarias.

NOTA: ESTE TEXTO FUE PUBLICADO ORIGINALMENTE EN RAZON Y PALABRA


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