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"Derby Girls": las chicas rudas patinan sobre ruedas



Por Oralia Gómez
Etnóloga, letra-hispanista y antropóloga social. Feminista anti-racista.


Hace unas semanas tuve la oportunidad de asistir al campeonato de fin de temporada de la liga Terminal City Rollergirls que se llevó a cabo en una pequeña arena de la ciudad de Vancouver, Canadá. A pesar de la creciente popularidad de la que ha gozado este deporte -entre otras razones gracias a la película de "Whip It", dirigida por Drew Barrymore y actuada por la afamada Ellen Page- ésta fue la primera vez que vi un juego de roller derby en persona. Dos cosas llamaron inmediatamente mi atención: este es un deporte amateur, es decir, que es organizado informalmente y sin fines comerciales por las mismas personas que lo practican. Y, lo más interesante, es un deporte jugado fundamentalmente por mujeres.

¿ Roller derby? Sí, un deporte de chicas patinando sobre cuatro ruedas. La pista sobre la que se juega es plana y ovalada. El juego se compone de dos tiempos de 30 minutos y de dos equipos de cinco jugadoras cada uno. Cada equipo tiene una jammer y cuatro bloqueadoras que conforman un pack o grupo compacto de jugadoras que patinan juntas unos metros más adelante de las jammers de cada equipo. El objetivo de una jammer consiste en rebasar a las patinadoras contrincantes que intentarán impedirles el paso con sus traseros, caderas y hombros, abriendo así el paso para que la jammer de su propio equipo pase del otro lado del pack y comience a anotar puntos.

Las reglas, como en cualquier otro deporte, sólo cobran sentido hasta que una tiene oportunidad de mirar el juego. Para una espectadora novata, sin embargo, la camaradería entre jugadoras y sus vestuarios un tanto estrafalarios saltan inmediatamente a la vista. El vestuario es quizás lo que más ha causado polémica entre alguna que otra gente mojigata. Las rollergirls visten con colores brillantes y, sí, chillantes. Usan falditas y shorts cortos, aderezados con calcetas a rayas, ligueros o medias roídas. No parecen tener enfado en dejar entrever sus tatuajes, abdómenes abultados o planos, piernas largas o cortas y traseros chicos o grandes al patinar. La estética del vestuario sugiere una combinación entre la cultura punk, el cabaret y el show neo-burlesque. Ellas bien pudieran ser pin-ups en patines.

Pero no nos equivoquemos: su estética contradice la esperada apariencia "femenina", aquella de la chica dulce, vestida en rosa pastel, dócil y apacible. Sí, a las rollergirls les gusta muchas veces el color rosa; pero parece gustarles porque pueden usarlo en sus cuerpos multiformes con libertad y soltura. La corporalidad del juego nos muestra a chicas sumamente atléticas, pero de figuras disímiles: espigadas, altas, bajas, robustas, patichuecas, jóvenes, no tan jóvenes, cuadradas, tatuadas, bien peinadas, despeinadas, brazos firmes, piernas guangas. Todas son diferentes, pero las une su rechazo a encajar en el molde imperante de la mujercita bella, delicada y sumisa. El roller derby es un espacio que permite que una jugadora entre a la cancha dejando ver su panza abultada con un letrero haciendo referencia a su propio vello púbico. Su ingeniosa osadía recuerda los vientres pintados de muchas mujeres que se han expresado en público diciendo "este cuerpo es mío". Las patinadoras usan shorts cortísimos, sin importar que las lonjas se les salgan de lado. La ropa que se anuncia incesantemente en la tele no es solamente para las súper modelos que le hacen propaganda, sino también para ellas, las mujeres de carne y hueso que forjan una relación diferente con sus cuerpos.

Cada jugadora escoge su propio nombre. Y usualmente lo hace de manera chusca y perspicaz. Esta tarde puedo ver la teatralidad y performance de Amazombie, R. Skullywag Rookie, Ravishing Red Death, Diva la Revolution , Cinder Hella, entre otras. Este no es un espectáculo para gente con moldes fijos. Todo lo contrario, roller derby es al mismo tiempo un deporte y un show. La audiencia tiene que observar con liviandad y desparpajo. Tanto las patinadoras como el público bailan de vez en cuando al compás de la música tecno o hip hop que deleita sus oídos.

La gente aplaude, disfruta. Las chicas sonríen y se apoyan entre ellas por cualquier motivo. Y al hacerlo muestran con desenfado la colorida protección o guarda de sus dientes. Pero en la cancha las chicas sobre ruedas también son rudas. Se tumban las unas a las otras sin miramientos, lloriqueos ni perdones. Para darse ánimos y celebrar las buenas jugadas, golpetean libremente el casco de sus compañeras. Sin duda desafían la idea de feminidad frágil y bien portada. ¡No podemos esperar que una rollergirl cruce las piernas amablemente al sentarse! Ellas caen al suelo y se levantan a patinar rápido nuevamente.

Durante el partido se pueden ver algunas jugadas entretenidas. Logran un booty block cuando bloquean a sus contrincantes con el trasero; realizan el famoso whip o latigazo cuando una bloqueadora tiende la mano a la jammer de su equipo para impulsarla a deslizarse hacia adelante más rápidamente. Cuando cometen una falta son enviadas a una sección de castigos, ocurrentemente llamada la caja de los pecados o sin box . Lejos de lamentarse, llegan a esta zona patinando, deslizándose y literalmente barriéndose acrobáticamente y a toda velocidad por el piso.

Podríamos decir que al burlar las normas más convencionales del patinaje artístico, estas chicas ponen sus cuerpos en diálogo con el ideal de feminidad "femenina" de uno de los deportes más taquilleros durante los juegos olímpicos. Al verlas jugar me parece que desafían -aún sin proponérselo- los preceptos más clásicos acerca de la manera en que se expresa el patriarcado. ¿Sólo las chicas recatadas, bien vestidas y bien portadas se libran de sus dominios? Tengo la sospecha que las elaboraciones teóricas acerca del empoderamiento de las mujeres quedan debajo de las ruedas sobre las que patinan. Sí, enseñan piel y cuerpo. Y me quedo con la impresión de que sin más ideario político que el de pasar un buen momento con otras mujeres en patines, pero al mismo tiempo practicando genuina cordialidad y amistad con las otras jugadoras, las rollergirls ayudan a redefinir las maneras en las que las culturas patriarcales ejercen aún su dominio. Observo el contacto físico constante entre ellas y me emociona la adrenalina que deben sentir al estar seguras de que pueden tumbar a cualquiera con un golpe de caderas o trasero. Ésta no es la versión romántica de una película de Hollywood, pero las chicas abrazan afectuosamente y estrechan las manos de sus oponentes al final de partido. Perder o ganar entre mujeres sobre ruedas no tiene importancia. Al final del día el roller derby es un espectáculo. ¡Y es un espectáculo increíblemente divertido!






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