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Una crítica feminista en torno a las revistas masculinas heterosexistas (Segunda de tres partes)
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Foto: Brenda Ayala/MujeresNet

Por Nelly Lucero Lara Chávez
Doctorante en Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS-UNAM)
Nelly Lucero Lara analiza etimológicamente la palabra pornografía para explicar la feminización de ésta que significa 'la expropiación del cuerpo de las mujeres', que al ser comercializada se convierte en una forma de expropiación patriarcal. La autora también nos explica varios mecanismos patriarcales que manejan las revistas masculinas heterosexistas.
Las expresiones patriarcales en las revistas masculinas heterosexistas en México
Ahora me concentraré en dar respuesta a la pregunta ¿qué expresiones del patriarcado se manifiestan en las revistas masculinas heterosexistas en México? Dicho acercamiento lo haré a partir de considerar los siguientes puntos: 1) la cosificación del cuerpo de las mujeres, 2) la feminización de la pornografía, 3) la violencia de ser bellas, 4) el fenómeno de la infantilización de las mujeres, y 5) los usos que el Estado patriarcal hace de estas publicaciones. Veamos en qué consiste cada uno de ellos.
La cosificación de las mujeres
La cosificación es un acto de poder patriarcal cuya intención es deshumanizar a las mujeres con la finalidad de negarles ser sujetas para sí mismas, motivo por el cual se origina lo que Marcela Lagarde denominó como cuerpo-naturaleza-para-otros (2001, p. 60). Cuando hablamos de la cosificación de las mujeres no podemos perder de vista el fenómeno de la expropiación política que sobre ellas recae. Así, trasladar el concepto de expropiación al ámbito de los cuerpos femeninos nos permite observar un fenómeno que bien podemos enmarcar en las revistas masculinas heterosexistas: el uso que el patriarcado hace del cuerpo de las mujeres en el espacio público.
La teórica feminista Rosa Cobo, en su texto Hacia una nueva política sexual, analiza el fenómeno de la conversión del cuerpo femenino en propiedad pública (2011, p. 152). Su reflexión refiere a la gran cantidad de clubes de prostitución que se abren semanalmente en Inglaterra, frente a la abrumadora desaparición de centros de ayuda a las mujeres violadas en ese país. Este hecho, le da pie para analizar el impulso que posee la industria del sexo a nivel mundial y las "facilidades" que ésta crea para su acceso entre las mujeres (2011, p. 152). De ahí la afirmación de que las mujeres son "valoradas" como propiedad pública cuando hay expropiación de sus cuerpos.
La despersonalización es un concepto clave en el trabajo de Rosa Cobo, porque señala el carácter cosificado que enfrentan las mujeres en las sociedades actuales, como parte de su incursión al espacio público. La generación de una nueva política sexual, señala esta autora, desindividualiza a las mujeres y las convierte en intercambiables como mecanismo de desvalorización de lo femenino (2011, p. 177); fenómeno que ha tenido alcances devastadores en los actos de violencia extrema contra las mujeres, que cuestionan en todo momento su estatuto de sujeto histórico y político (2011, p. 144).
La cosificación y expropiación pública de las mujeres encuentra cabida en las revistas masculinas heterosexistas como reflejo de una práctica vigente. En la cultura patriarcal, donde las mujeres están cosificadas, los actos de expropiación suelen ser diversos. Al respecto, señala Marcela Lagarde, "los hombres se empoderan sexualmente frente a las mujeres previamente cosificadas, se empoderan mediante la apropiación sexual de las mujeres y se empoderan también a través de sus experiencias sexuales" (2001, p. 59). De ahí que el cuerpo y la sexualidad de ellas sea un campo político definido y disciplinado para la producción y reproducción de las relaciones de poder que las subsumen (2005, p. 200). Las revistas masculinas heterosexistas recurren permanentemente a la expropiación del cuerpo de las mujeres convirtiéndolo en el espacio de opresión por excelencia: sólo son cuerpo. Aunado a este fenómeno podemos encontrar el de la feminización de la pornografía que veremos a continuación.
La feminización de la pornografía
El término pornografía proviene de las palabras griegas πόρνη (pórnē, prostituta) y γράφειν (gráphein, ilustrar) y el sufijo -ία (-ía, estado de, propiedad de), por lo cual, la pornografía significa ilustración de la prostituta. Esta definición etimológica cuenta con una carga genérica que refiere a las mujeres cuyo erotismo y sexualidad está destinada a la satisfacción de los otros en el orden patriarcal, y sobre todo, refiere a la feminización del desnudo como legitimadora de la expropiación del cuerpo de las mujeres.
El feminismo de la corriente radical ha formulado una lectura crítica en torno a la noción etimológica de la palabra pornografía. Es el caso de la teórica Catharine A. Mackinnon quien ha arremetido en contra de la noción simplista de definir a ésta como una representación de la desnudez femenina (2006, p. 247), sin reconocer sus nexos con la violencia de género, y mucho menos, con prácticas del crimen organizado, como sucede con la trata de personas. Para Mackinnon, en la pornografía las mujeres quedan reducidas a objetos para la masturbación de los hombres (2006, p. 96), siempre subordinadas y deshumanizadas porque son convertidas en cuerpo-objeto sin personalidad propia.
Las revistas masculinas heterosexistas en México hacen uso de la pornografía, en el sentido de que muestran la imagen desnuda de la mujer erótica. Protegidas por el Estado patriarcal y su alianza con el mercado, estas publicaciones otorgan a los hombres acceso visual a la intimidad de las mujeres; las observan desnudas en los espacios que ellas habitan: siempre maquilladas, arregladas, provocadoras al lente fotográfico, mostrando los senos, las piernas y los muslos (Preciado, 2010, pp. 54-55). Mientras que, por otro lado, potencian el desnudo comercializado de las mujeres al grado de convertirlo en negocio rentable.
En la actualidad estas publicaciones buscan por diversos mecanismos que las imágenes de las mujeres desnudas trasciendan. Un ejemplo de ello es el diseño fotográfico en tamaño póster que dichas revistas incrustan en sus contenidos, con la finalidad de tener un impacto más allá del papel impreso. Lo mismo acontece con el material publicitario que revistas como H para Hombres emplean en los puestos de periódicos: se trata de imágenes de mujeres semidesnudas en "tamaño natural" que son expuestas para la venta del producto.
Hasta aquí queda de manifiesto cómo el empleo de la pornografía por parte de las revistas masculinas heterosexistas está feminizada y comercializa como una forma de expropiación patriarcal. Ahora pasaremos con otra manifestación de este orden de género que también recae sobre el cuerpo de las mujeres, se trata de la exigencia de ser bellas.
La violencia de ser bellas
La belleza es una exigencia patriarcal para las mujeres en las sociedades urbanas contemporáneas, y como tal, representa una forma de violencia. Si bien las concepciones de belleza son históricas y se van transformando con el tiempo, en la actualidad el estereotipo acentúa características concretas que en muchos casos atentan contra la vida de las propias mujeres. De ahí la importancia de atender los modelos de belleza reproducidos por las revistas masculinas heterosexistas en México.
Para la investigadora Rosa Cobo la imposición del canon de belleza es una práctica patriarcal que esconde los privilegios de la masculinidad, pues reproduce políticas de control del cuerpo femenino (2011, p. 175). La belleza cobra relevancia pues es uno de los focos de interés en los que se depositan aquellos significados sociales en los que opera la reproducción de la cultura (2011, p. 145). Su poder es tan fuerte que el hecho de no cumplir con el ideal impuesto llega a generar el auto-desprecio entre las mujeres. De ahí que la belleza estereotipada esté inscrita a una nueva misoginia patriarcal tan avasalladora que oculta su vínculo con el dominio masculino existente (2011, p. 176).
En este tenor, el patriarcado implementa una división binaria entre las mujeres: las "bonitas" y las "feas", y de esta división pueden depender las "oportunidades" a las cuales se acceden en la vida, desde el "amor" hasta el "trabajo". "La barbarie patriarcal impone su política sexual a las mujeres de variadas formas: en primer lugar, fabricando un canon de belleza hipersexualizado que sólo puede conseguirse a través de sucesivas operaciones. ¿Cómo combinar la delgadez del cuerpo y la contundencia de las formas femeninas? Sólo con liposucciones, dietas de adelgazamiento, gimnasios... En definitiva, mutilaciones. En segundo lugar hay que señalar que tras este canon se esconde un subtexto de misoginia poderosa que hay que tener en cuenta" (Cobo, 2011, p. 175).
¿Por qué la belleza viene a ocupar un lugar preponderante dentro de las nuevas formas de opresión cometidas en contra de las mujeres? La escritora feminista estadounidense Naomi Wolf, en su libro El mito de la belleza (The Beauty Myth) da una respuesta a esta interrogante (1992). Para ella, el acento que el patriarcado coloca sobre la belleza femenina está vinculado con detener los avances que el movimiento feminista ha logrado en los últimos años; como son: el acceso a derechos sexuales y reproductivos, así como a educación y el desempeño de nuevos oficios. Particularmente en las sociedades urbanas, nos hace notar esta autora, se está gestando un proceso paradójico; mientras más conquistas del feminismo logran cristalizarse, los desórdenes alimenticios y la "necesidad" de transformar los cuerpos a través de cirugía cosmética aumentan (1992).
A partir de las agudas reflexiones de Naomi Wolf podemos concluir que el mito de la belleza femenina se impone como una forma de violencia que no es aislada. Siempre está acompañada de otras formas de violencia patriarcal como la misoginia, el sexismo, la propia violencia física legitimada a través de la cirugía cosmética; la violencia económica, que provoca el desembolso de dinero para comprar los llamados "productos de belleza"; así como la violencia psicológica, alimentada por una constante insatisfacción en las mujeres. La violencia que se ejerce al mostrar una belleza inscrita en determinada clase económica; mujeres de clase media-alta y alta que imponen lo blanco y "delicado" sobre lo moreno y lo corpulento. Es una imposición etnocéntrica, que valora los rasgos en los que se borran las marcas del colonialismo, como el color de piel y la estatura.
Las revistas masculinas heterosexistas reproducen en sus contenidos el estereotipo de belleza dominante. La pregunta ahora es cómo actuar ante ese modelo hegemónico que atenta contra la vida y la libertad de las mujeres. Al respecto, la teórica Marcela Lagarde comenta que el principal reto está en modificar la estética de la feminidad; sobre todo porque nuestro sentido de la vista ha sido acostumbrado a apreciar un cuerpo femenino al estilo Playboy (2005 a, p. 259). De esta manera, el cambio estético vendría a significar una transformación política en lo concerniente al cuerpo de las mujeres representado en esos medios de difusión.
La infantilización de las mujeres
El estereotipo de la Lolita que denunció el movimiento feminista en los años sesenta es protagónico en los contenidos de las revistas masculinas heterosexistas. La idea de la mujer infantilizada e hipersexualizada que "mantiene" relaciones con hombres adultos es constante en estas publicaciones, las cuales, explotan por lo menos dos indicadores de lo pueril: 1) el rasurado de los genitales de las mujeres (atendiendo siempre a una edad infantil) y, 2) el empleo de juguetes o accesorios que refieren a la niñez.
En la tercera y última parte de este trabajo abordaré el uso que los estados patriarcales hacen de las revistas masculinas heterosexistas.
Bibliografía:
COBO, Rosa (2011). Hacia una nueva política sexual. Las mujeres ante la reacción patriarcal. España. Catarata.
LAGARDE, Marcela. (2005) Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas. México. UNAM.
LAGARDE, Marcela. (2001) Género y feminismo. Desarrollo humano y democracia. España. Horas y HORAS.
MACKINNON, Catharine A. (2006) Are women human? The Belknap Press of Harvard University Press. United States of America.
PRECIADO, Beatriz, (2010). Pornotopía. Arquitectura y sexualidad en «Playboy» durante la guerra fría. Anagrama. México.
WOLF, Naomi. (1992) The Beauty Myth: how images of beauty are used against women, New York. Anchor Books.
>LEE AQUI LA TERCERA Y ÚLTIMA PARTE: Una crítica feminista en torno a las revistas masculinas heterosexistas (Tercera y última parte)