SEPTIEMBRE 2017

¿En qué momento México se convirtió en enemigo de la niñez y la juventud?

Foto: Ma. Esther Espinosa/MujeresNet

Ma. Esther Espinosa Calderón y Socorro Martínez Cervantes exponen una serie de preguntas en torno de la desaparición y asesinato de niñas, jóvenes y mujeres, ante un Estado que ha normalizado la violencia y criminalizado al género femenino.

A la memoria de José Arturo Calderón Torres.


¿En qué momento México se convirtió en enemigo de la niñez y de la juventud? ¿En qué momento se transformó en un gran cementerio de fosas clandestinas? ¿Por qué las niñas, adolescentes y mujeres han sido blanco de exterminio por su condición de género? ¿Quiénes y con qué artimañas, engaños y uso de violencia les arrebatan la vida y fracturan a sus familias nomás porque sí? ¿Por qué en un país de derechos e instituciones, los padres y madres de las víctimas tienen que buscar por sí mismos, con sus propias manos, palas, picos y azadones, los restos de sus seres queridos, mientras funcionarios y gobernantes se evaden en simulaciones desperdiciando un tiempo valiosísimo y la población seguimos mirando la desgracia de las y los demás como algo ajeno? Las preguntas podrían ser infinitas, sin tener respuestas contundentes ni definitivas.

A lo largo y ancho del país, pero sobre todo en el Estado de México, a plena luz del día, desaparecen niñas, adolescentes y mujeres jóvenes, para luego encontrar sus cuerpos violados, torturados, mutilados y arrojados cobardemente en cualquier lugar. En muchos casos ni siquiera se vuelve a saber nada de ellas. A Valeria, la niña de once años de Nezahualcóyotl, el 8 de junio le faltaban siete cuadras para llegar a su casa, cuando José Octavio Sánchez se interpuso y no lo permitió: en el trayecto la ultrajó y asesinó en la combi que ella abordó. Fue encontrada sin vida al otro día dentro del vehículo.

La entidad que gobernaron Enrique Peña Nieto, Eruviel Ávila y que ahora estará a la cabeza de otro priísta, Alfredo del Mazo, es uno de los estados del país más violentos, es líder en homicidios, feminicidios, así como robos a transeúntes y de autos. En una semana tres mujeres fueron asesinadas: una era estudiante de medicina, de la Facultad de Estudios Superiores de Iztacala; otra reportada como desaparecida y una más era una niña de once años. Dos de ellas fueron abusadas sexualmente antes de su muerte.

Rosa Analí Aparicio Vega fue asaltada por sujetos armados cuando se dirigía a su internado en un hospital de la zona. Mariana Joselín, de 18 años salió a la tienda cerca de su casa y nunca regresó. Fue localizada sin vida y con señales de abuso sexual en el interior de una carnicería, su verdugo se ensañó con la joven. En Tecámac fueron encontrados los cuerpos de una niña y de su padre, enterrados en el interior de su propia casa.

El horror continúa en la entidad más poblada del país. Las historias de terror son muchas, el miedo se potencia y carcome la vida de tanta gente al margen de las estadísticas y los registros sociológicos. Eso no se cuantifica ni se pesa ni se mide, como tampoco su impacto y consecuencias. ¿Cuándo la tranquilidad y la certidumbre se esfumaron de la vida de esos pueblos y barrios? Ciertamente tampoco se contabiliza, pero la magnitud del daño es incuantificable.

Los maleantes lo han trastocado todo en los municipios del Estado de México y por todo el país. Los criminales no deben ser pocos. ¿Quiénes son, de dónde vienen? Habría que mirarlos y detenernos a estudiar su radiografía para encontrar los hilos de la madeja en la que nacen y se hacen tantos perpetradores.

Las familias de las personas afectadas denuncian y se topan con la indiferencia de autoridades negligentes y corruptas que son las primeras en culpar a las víctimas, "seguro se fue con el novio", "por andar en la vagancia", "ya volverá la loca", perdiendo instantes que son cruciales para encontrarlas, como le pasó a la madre de Valeria, debido a que los responsables de la seguridad estaban entretenidos con las elecciones para gobernador y no le hicieron caso. Con Mariana, sucedió igual, mientras los tratantes de personas se las llevaron, violaron, torturaron y asesinaron. A pesar de la activación de la Alerta de Violencia de Género en esa entidad, su efectividad y resultados no se han visto.

El 4 de agosto, otro caso extremo que sacudió a los y las mexiquenses, es el de la doctora Jessica Sevilla, una mujer de 29 años, quien fue encontrada muerta con rastros de tortura y degollada en un paraje de la comunidad El Hielo, en Huixquilucan, a 30 minutos de donde fue raptada. Ante la denuncia de la familia por su desaparición, el Ministerio Público se negó a iniciar de inmediato la búsqueda. Le pidió a la madre Juana Pedroza, que se esperara 48 horas, a pesar de contar con un testigo que fue secuestrado junto con Jessica y agredido a balazos por los raptores. La familia no esperó, empezó a difundir el caso en redes sociales y organizó brigadas. Sin embargo, no se logró rescatarla con vida.

Los asesinos y delincuentes cada vez son más, están al acecho de su próxima víctima, niña, adolescente o mujer. El viernes 25 de agosto, en Celaya, Guanajuato, Joana Lizbeth Colín Olalde, de seis años, desapareció al ir a la tienda a comprar un helado, su familia al ver que la pequeña no llegaba empezó a buscarla, se emitió la alerta Ámber, sin embargo, fue encontrada muerta la noche del domingo. El peligro está latente a cualquier hora y en cualquier ciudad.

En los periódicos, en los medios de comunicación, pero sobre todo en las redes sociales, que han sido de gran ayuda para virilizar una desaparición forzada (así como también un peligro, para engañar a las mujeres), se difunden los rostros y las señas particulares de las personas que no llegan a su casa o a su destino. A la mujer se le criminaliza, que si porque usa minifalda, porque trae ropa ajustada, porque se maquilla, porque se va de fiesta, porque toma, porque no estudia, porque es coqueta, porque tiene novio, porque anda sola, porque le gusta ir a fiestas. Los verdaderos porqués ni siquiera se pronuncian ni se piensan para seguir alimentando ideologías rancias y anacrónicas que por siglos han hecho tanto daño a las mujeres imponiendo una cultura de lo que es "ser mujer" en lo social y en lo privado, sin reconocer las manifestaciones de su propio ser.

Recordemos lo que hizo la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México con Lesvy Berlín Osorio, joven de 22 años encontrada muerta cerca del Instituto de Ingeniería de la UNAM. Su cuerpo fue descubierto atado a una caseta de teléfono público. Al emitir una serie de tuits, que no eran relevantes para el esclarecimiento del caso, la autoridad revelaba en ellos aspectos de la vida personal de la joven, estigmatizando su circunstancia como si con ello se justificara la brutalidad del crimen: "La joven ya no estudiaba desde 2014, año en el que dejó sus clases en el CCH Sur, donde debía muchas materias". Que el novio, Jorge Luis González Hernández, con el que vivía, informó que con otros amigos estuvieron en las instalaciones de CU alcoholizándose y drogándose. Ante semejantes declaraciones de la PGJ, la ironía a través de las redes sociales no se hizo esperar y la indignación en forma de sorna se viralizó "#SiMeMatan, dirán que fue porque abusaba del mezcal, porque usaba faldas pegadas o blusas con escote", fueron solo un ejemplo de los miles y miles de tuits que inundaron las redes sociales.

Según las investigaciones del caso de Lesvy Berlín, ella se "ahorcó con el cable de la caseta telefónica". El novio vio lo que estaba haciendo y como no lo impidió, se le vinculó a proceso por homicidio simple doloso y no por feminicidio, como pretendían los familiares y abogados de la joven.

El viernes 8 de septiembre, Mara abordó una unidad de la empresa Cabify, en la que confió, en San Andrés Cholula, Puebla, para dirigirse a su hogar después de haber estado en un bar con sus amigos y amigas, sin embargo, la joven nunca llegó a su destino. Sus familiares y amigos se movilizaron para dar con el paradero de la estudiante de la Universidad Popular Autónoma de Puebla (PAEP). La esperanza de encontrarla con vida se esfumó el viernes 15 de septiembre, al hallarla muerta en la zona de Santa María Xonacatepec, en los límites entre Tlaxcala y Puebla. El principal sospechoso de su muerte es el chofer Ricardo Alexis N. La necropsia practicada a Mara confirmó que fue golpeada, violada y asesinada el mismo día que desapareció.

Apenas el 5 de mayo de 2017, Mara Fernanda mostró en su cuenta de twitter, su indignación por el feminicidio y la criminalización de Lesvy: "Si me matan es porque me gusta salir de noche y tomar mucha cerveza", escribió.

La joven es la víctima 83 de feminicidio en Puebla, en lo que va de este año. Apenas los días 9 y 10 de septiembre se cometieron los feminicidios 81 y 82. El primero fue el de Giselin López, encontrada sin vida en el cruce de la autopista Tlaxco-Tecojotal y la carretera federal Zacatlán-Huauchinango a la altura de Zacatlán. Tenía 30 años y seis meses de embarazo. Pertenecía a la Policía Municipal. El otro caso es el de una mujer no identificada, que apareció con cortes en el cuello y rostro dentro de una casa deshabitada en el municipio de Santa Rita Tlahuapan.[1] Aunque la Fiscalía de Puebla solo reconoce 58 feminicidios.

Al igual que ocurrió con Lesvy, desde su desaparición Mara fue cuestionada en las redes sociales por su vida personal, como sucede a diario con los casos de acoso, abuso y feminicidio, que criminalizan a la mujer por las conductas de sus acosadores. Hasta el rector de la Universidad Madero (UMAD) en Puebla, Job César Romero, señaló a la estudiante como la principal responsable de su desaparición. El rector dijo que para él hay un incremento en los feminicidios por la descomposición de la sociedad y la libertad de las mujeres.

El asesinato, que no "fallecimiento", como lo dijo Cabify, al darle el pésame a la familia de Mara, causó gran indignación en la sociedad mexicana. El domingo 17 en varias ciudades del país mujeres, hombres, niños y niñas, salieron a la calle a protestar y exigir justicia, no solo para Mara Fernanda, sino también para todas las mujeres que han sido asesinadas en el país o que han sufrido cualquier tipo de violencia. En la Ciudad de México las personas partieron del Zócalo a las instalaciones de la Procuraduría General de la República (PGR). &iexc;Vivas nos queremos! &iexc;Ni una menos! &iexc;Yo voy a florecer y no a desaparecer! &iexc;El machismo mata! &iexc;De camino a mi casa quiero ser libre, no valiente! &iexc;Disculpe las molestias, pero nos están asesinando! &iexc;Dejen de matarnos! #justiciaParaMara, &iexc;Vivas, juntas y libres! &iexc;Quiero que mi hija viva sin miedo, libre y segura por ella, por todas! &iexc;En tacones, en vestido, en jeans, en falda... como sea, nadie debe tocarnos ni violarnos ni matarnos. Exigimos justicia, respeto y seguridad! #todasSomosMara, fueron algunas de las voces y de las consignas que las manifestantes gritaron durante el recorrido o que mostraban escrito en pancartas o cartulinas. Al unísono se escuchaba: "Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente". "No, no, no, no es un hecho aislado, los feminicidios son crímenes de Estado". "Ni una más, ni una más, ni una asesinada más". "Queremos vivas a todas las mujeres, no más feminicidios, no creemos en sus leyes". Muchas de las cartulinas fueron pegadas en las paredes de la PGR. Mara #NoFueTuCulpa.

Gabriela Miranda López, madre de Mara, en entrevista con Carmen Aristegui, el lunes 18 de septiembre, dijo en Aristegui Noticias que el nombre de su hija debe trascender como la gota que derramó el vaso, refiriéndose a la violencia y los feminicidios en México.

Integrantes del colectivo "El Grito más fuerte", presentaron el video "Seguras", en el que varias mujeres intelectuales, del mundo artístico y activistas sociales exponen su preocupación por la situación de violencia de género que vive nuestro país. En su cuenta de Twitter señala: "#AlertaMujeresMX En un MX ideal esto no sería necesario, pero nos están matando #QueremosEstarSeguras".

El 12 de septiembre el video se difundió en redes sociales, convocando a las mujeres a organizarse, ser solidarias y estar alertas y conscientes del peligro al que se enfrentan cada día. "Estamos totalmente convencidas de que solo así vamos a poder construir un país distinto". En la grabación se hace una fuerte crítica por la falta de seguridad y de justicia en los casos de violencia hacia la mujeres. Y se preguntan: ¿Y las autoridades que hacen? [2].

Es alarmante lo que pasa en el país, no hay quien no tenga un conocido o conocida a la que no le haya pasado algun incidente de violencia, secuestro, extorsión o desaparición. En algunos estados las cifras son alarmantes y en otros, van en aumento, sin incluir aquellos casos que no se saben, porque la familia no los dio a conocer por temor, por amenazas o porque no cuentan los medios para hacerlo. Apenas la prensa había informado que Adriana Silva Cortes de 38 años, después de días desaparecida, fue encontrada dentro de una maleta, en una brecha que comunica a Ziraspén y Ortigal, en el municipio de Ziracuaretiro, Michoacán, en su pueblo natal Uruapan, la gente se empezó a organizar para exigir justicia y el esclarecimiento del caso.

Se podría continuar mencionando casos y más casos, nombres y más nombres y no habría espacio para reseñar la incompetencia de las autoridades en cada uno de ellos. Son instancias que enmudecen, hacen como que investigan y no dan resultados ni seguimiento hasta que ven la presión colectiva cuando las personas se organizan para exigir justicia. Pero de los y las desaparecidas no se sabe nada.

En México, un promedio de siete mujeres son asesinadas diariamente, de acuerdo con cifras de Amnistía Internacional (AI). Tania Reneaum, directora ejecutiva de AI México declaró, respecto al caso de Mara Castilla, que en nuestro país "las mujeres están constantemente en riesgo. No puede apelarse al comportamiento de las mujeres, dejando la responsabilidad en las víctimas. Estamos frente a un contexto que desprecia la vida de las mujeres, y ante un Estado machista que tiene una histórica deuda pendiente, que debe revisar sus responsabilidades y su deber de diligencia respecto a la vida, la integridad y la dignidad de las mujeres. Cifras del INEGI señalan que el 66.1 por ciento de las mujeres mexicanas han padecido por lo menos un hecho de violencia en sus vidas. Las cifras se nutren cada día por hechos tan lamentables como el de Mara. Es culpa del Estado que ha normalizado la violencia".

Fuentes:
[1] http://www.sinembargo.mx/15-09-2017/3308699
[2]http://www.sinembargo.mx/15-09-2017/3308699