Periodista, feminista / Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UNAM), editora, promotora cultural.
Foto: Parentalia Ediciones
Ma. Esther Espinosa Calderón y Socorro Martínez Cervantes escriben sobre el nuevo poemario de Lucía Rivadeneyra 'De culpa y expiación'. El poder de la culpa y la nostalgia de las experiencias pasadas son algunos de los elementos que conforman la obra, en la que la autora transita de las 'imágenes de su niñez a los aromas de su vida'.
Por los sabores de la nostalgia, el erotismo, la muerte o el duelo, y la sal del amor, la culpa o la liberación nos lleva Lucía Rivadeneyra a partir de los nueve poemas que conforman su plaquette De culpa y expiación, publicada en este 2017 por Parentalia Ediciones. Y lo hace abriendo nuevas veredas por los sitios tantas veces transitados. Del goce al deleite de los sabores del pez que se convierte en pescado: "Para salar los peces se requiere:/el valor de tirar a la basura/la esencia de sus vísceras,/un poco de impudicia y desmemoria/y también del placer, quizá remoto,/de atesorar la carne muerta".
La poeta Silvia Pratt encuentra en este trabajo de Lucía una voz propia con gran madurez que, está segura, trascenderá. Con la rutina de lo cotidiano la autora De culpa y expiación nos sumerge en esos manjares que se pueden cocinar con los peces, al tiempo que nos brinda una pieza poética, donde crea imágenes afortunadas y algunas de ellas reveladoras. Como en el poema "Obsesión": "Se ahogaron los peces con el aire/y así te los comiste.//Juras que la serenidad del pan/y la pimienta blanca/fueron capaces de absorber la culpa.//Yo creo que fue el vino helado/y el intenso deseo que tenías/para dejar el mantel/y devorar mi cuerpo,/más salobre que nunca,/obsesionado estabas/por sentirte como pez en el agua".
El poema que da título a la plaquette tiene siete apartados donde se menciona la soledad que vive el pez fuera del agua, de cuando se convierte en un, muchas veces, delicioso platillo: "Los peces no murieron por su boca/con alevosas redes los pescaron.//Para gozar y hablar de sus sabores,/se exige indiferencia".
En los versos De culpa y expiación están presentes el agua, la humedad, la sal, de esta última señala la autora, es la que la lleva a la sed, para seguir escribiendo, "no puedo vivir sin escribir". "Dan ganas de aplaudir con solo verte/entrar en las caderas de mis sueños.//Dan ganas de comer algo salado/cuando tu piel absorbe mis deseos.//Dan ganas de tomar, de fuego, un trago/si tu sudor resbala, por mis muslos.//Dan ganas de llorar de pura dicha/cuando presienten tus dedos mis antojos.//Dan ganas, muchas ganas, de hacer lumbre/ para que no se enfríen las caricias,/para que no se acabe/el mareo de tierra que generas".
La culpa es poderosa, siempre vivimos con ella y tratamos de liberarnos. Expiamos nuestras culpas y muchas veces "la expiación es olvido". Para, la también catedrática de la UNAM, la poesía es esencial en la vida porque es "un género literario que salva, libera y ayuda".
En "Voto de Castidad", describe: "Para volver/sin culpas a tu casa,/escoges una mesa al aire libre/en este restaurante de alcoholes destilados.//Intentas cobijarte con el frío/la luz, una llovizna y sobriedades.//Desdeñas los mariscos y el pescado.//Eliges una lengua macerada/y una carne de chivo en hoja santa.//Te alejas de los vinos muy oscuros.//No sabes ya de postres ni de sueños.//Lo único que entibia tu saliva/es descorchar imágenes lejanas,/aquellas de tus manos en mis piernas,/aquellas de tu boca entre mis senos,/aquellas de las noches de azucenas.//Entonces se te seca la garganta.//Pareciera que un grano de sal te traicionara.//Y todo porque no has aprendido/cómo entablar una distancia clara/entre tus ojos que no ven por miedo y mis labios que ofrecen aceitunas.//Para volver/sin culpas a tu casa/pones en escabeche las palabras/les quitas la canela a las miradas/le quitas la sazón a la esperanza/y te vas caminando como insomne/en medio de un silencio de biznaga".
Para conformar cada expresión hecha poema, Lucía se remontó a ese tiempo desenfadado de la infancia cuando acompañaba a su madre al mercado y observaba a su alrededor, mientras se abastecían de los víveres, pero las condimentó con la sapiencia de los años hoy recorridos para transitar de las imágenes de su niñez a los aromas de su vida que brotan en De culpa y expiación.
Ella es periodista, poeta, conferencista, catedrática. Lucía Rivadeneyra ha sido merecedora de diversos premios nacionales de poesía como el Elías Nandino, Enriqueta Ochoa y Efraín Huerta; ha publicado los poemarios Rescoldos, En cada cicatriz cabe la vida y Robo calificado. Participó en el libro colectivo Versoconverso. Poetas entrevistan poetas mexicanos, editó la antología personal Rumor de tiempos. Sus poemas se han publicado en múltiples suplementos culturales. Está incluida en diversas antologías y la han traducido a diversos idiomas. En 2003, en Morelia, le dedicaron el Primer Encuentro Nacional de Poetas Jóvenes. Para MujeresNet es un orgullo que colabore en este portal con su columna "Cotidianidades".