OCTUBRE-NOVIEMBRE 2016

Priscila Hernández Flores, la pasión por hacer periodismo de investigación

Elvira Hernández Carballido comparte esta entrevista que nos revela la vida y la trayectoria de una joven periodista que tiene la convicción de que la profesionalización del periodismo permite profundizar, explicar, contar, denunciar y mover.

La esperaba frente al edificio que alberga el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara, donde los murales de José Clemente Orozco te envuelven en sus espirales de colores y ya el lugar me pronosticaba que iba a envolverme en remolinos de palabras y discursos periodísticos.

Una vocecita me llama, cuando volteo me sorprende su juventud, Priscilla Hernández Flores es casi una niña, pero su labor periodística le da ese aire de madurez que confirma su prestigio en la prensa no solamente de Jalisco sino en todo el país.

Me invita a tomar una limonada en una cafetería que permite admirar el panorama espectacular que ofrece el Templo del Expiatorio del Santísimo Sacramento, sin duda una de las construcciones más hermosas que hay en Guadalajara. Los tres tímpanos del frente de la iglesia parecen alistarse para escuchar con atención a esta joven periodista tapatía, reconocida con el Premio Rey de España de Radio 2009.

El reloj del templo fue nuestro aliado y permitió que el tiempo transcurriera lento para gozar la charla, para admirar la fuerza y el carácter de Priscilla, que se expresa con naturalidad, siempre honesta y crítica.

La piedra tallada del Templo del Expiatorio enmarca esa belleza natural de las mujeres tapatías, el cabello negro de Priscilla brilla como este sol de abril, su sonrisa blanca ilumina la entrevista, su historia, admirable.

Tú traes mucha energía

Yo creo que muchas cosas se fueron sumando para que yo decidiera dedicarme al periodismo o la comunicación. En un principio, me acuerdo bien, yo quería ser abogada. Desde la primaria me gustaba mucho la oratoria, estuve en muchos cursos de oratoria incluso distritales pero fue hasta la preparatoria cuando me di cuenta que lo mío iba a ser el periodismo.

Pero también desde pequeña fue creciendo dentro de mí esta sensación de no permitir injusticas. Me acuerdo que la maestra Luz, en la secundaria, nos ponía a ver documentales y me impresionaron mucho. Sobre todo uno sobre lo ocurrido en Aguas Blancas y el caso de Digna Ochoa. Yo lloré mucho cuando palpé la injusticia que se vive en mi país. Lo de Digna me llegó mucho, pensé que yo quería ser abogada, defender a la gente, a los campesinos, a quienes luchaban por algo mejor y no los dejaban.

Luego en la preparatoria, aunque siempre he sido niña aplicadita, me empezó a ir mal en la clase de Física, ay se me hacía tan complicado. Pero mi profesor, José Manuel Jurado Parra, un hombre muy sensible, le preocupó que bajara tanto de calificación. Platicó conmigo, me preguntó qué me gustaba hacer. Me gusta contar historias, le dije. Muy bien, desde hoy me vas a hacer narraciones relacionadas con la materia de mi clase. Así empecé a darle textos, relatos sobre el péndulo, la velocidad, la relatividad... No eran la gran cosa, yo me inspiraba pero la verdad los relatos no estaban muy bien escritos. Pero mi maestro un día llegó y me dice, te publiqué. Él era director de la Gaceta de la Universidad de Guadalajara. Oh, no lo podía creer, me emocioné mucho y entonces empecé a llevarle más y más textos.

Muy amablemente me dijo un día, no, tú traes mucha energía, mejor te voy a hacer una cita para que escribas en un periódico. Me contactó con "El Occidental".

Y al otro día, ahí voy, y el director me pregunta: Qué te gustaría hacer. Y yo, muy segura le digo que quiero escribir columnas. Ri conmovido. Oh no, si quieres ser columnista primero necesitas ya tener una trayectoria. Mejor voy a leñarte como los lechones a fuego lento, serás reportera.

Así fue como a los 15 años me convertí en reportera. Me asignaron en la sección de universitarios, pero nunca me confié y seguí estudiando. Claro, eso de ser abogada ya no era posible...

Mientras estaba en "El Occidental", a la par me metí a un taller de radio, otro medio que me encantó. A los dos años el ciclo en ese periódico terminó y yo estaba muy triste, pero otra vez mi maestro me motiva y me sugiere entrar a trabajar a la universidad, en su estación de radio. Entonces a los 17 años ya andaba yo explorando el periodismo radiofónico. Entonces yo no tuve dudas, yo iba a estudiar comunicación.

Los aprendizajes

Fui comprendiendo la importancia de tener una imagen transparente, ser reconocida solamente por tu trabajo, porque yo había llegado por mi trabajo, no por ser hija de alguien influyente, no por ser una privilegiada, no por relacionarme con alguien. Una vez, un compañero me pregunta con muy mala fe, y quién es tu papá para que tan chava ya andes en esto, como queriendo decirme que solamente personas de "apellido" podían estar en ese lugar. Pero yo le respondí: "Mi papá es Roberto Hernández y tiene un negocio de pizzas, ¿por qué?". El tipo se quedó bien sacado de onda porque esperaba que le respondiera que mi papá es un empresario adinerado o dueño de tal industrial.

Así que aprendí que si quieres destacar es con tu trabajo, por eso yo redactaba mis notas y no entendía a los que solamente usaban y abusaban del boletín. Yo hacía mis notas, preguntaba, investigaba, entrevistaba, toda mi información ganada por mi trabajo. A veces le proponía temas a mi jefe. No me conformaba con hacer una nota o dos, a veces presentaba una crónica o pedía tiempo para hacer mejor un reportaje.

Al editor le encantaba que llegara con temas frescos, con una mirada diferente. Una vez que fui a cubrir la presentación de un libro, observé que pese al interés generado nadie lo compraba. Empecé a hacer un sondeo, la gente me confiaba que no le alcanzaba para comprarlo. Eso, eso me gusta que hagas, me decía mi editor. No te quedes en la superficie, pregunta, averigua, escarba, ve siempre un poco más allá y un poco más.

Mi carrera no la hice en 3 años, casi tuve que estudiarla el doble de tiempo, no era sencillo trabajar y estudiar. Hice una tesis que marcó mi compromiso, en ella preguntaba: ¿Puede el periodismo incidir en el cambio social? Para responder realicé un estudio de campo y elegí el caso de unas personas que se habían caído a unas vías del tren por falta de apoyo, pues eran ciegas. Concluí que el periodismo por supuesto que podía incidir, bastaba escribir para denunciar.

Mi lección estaba aprendida, el periodismo es un oficio donde debes profesionalizarte.

Estar en el lugar de los hechos

Luego de un buen tiempo de estar en radio, me invitaron a la televisión de la Universidad de Guadalajara. Me gustaba que mis jefes quisieran que mis notas salieran al aire porque luego me preguntaban, a qué hora es tu última clase, vamos por ti para que te vayas a cubrir tal evento y salga tu nota.

Me encantaba ver cosas en clase que luego la realidad confirmaba o cuestionaba. Estudiar la teoría de usos y gratificaciones o la Agenda Setting. Escuchar a mis profesores decir que los temas en los medios los pone en poder y yo arriesgarme a proponer mis temas sin poder y ver que al medio le interesaba, sin agenda ni nada, un caso propuesto por esta reportera y se podía colar en el noticiario.

Me tocó tener también maestros muy conservadores, una vez que me tocó cubrir la represión del 28 de mayo del 2004, uno de esos catedráticos dijo en el salón que a quienes habían golpeado y detenido se lo merecían por escandalosos. Y yo le dije, no profesor, eso no es cierto, la gente fue detenida injustamente, yo cubrí esa situación y pude ver a la policía actuar de manera injusta, arremeter contra gente inocente. A eso se le llama violación de los derechos humanos, eso es violar acuerdos internacionales que México ha firmado. Me pidió pruebas y se las llevé. No le gustó que lo cuestionara frente al grupo pero después los dos nos provocábamos para hacer la clase más interesante.

Ese día, por cierto, el 28 de mayo de 2004, me marcó como no tienes idea. Me tocó ver muy de cerca, por estar en el lugar de los hechos, toda la maquinaria de represión que un estado puede crear para callar, para asustar para no permitir la crítica ni la libertad de expresión. Aquella vez los reporteros más experimentados fueron los enviados al escenario donde estaban los mandatarios del mundo que visitaban Jalisco, estaba obviamente el presidente de México, su gabinete.

Yo me fui, como estudiante, a la marcha que se organizaba para protestar contra el modelo económico neoliberal que tanto daño nos ha hecho. Al terminar la marcha, la policía empezó a agredir a la gente.

Yo llevaba mi grabadora, por simple obsesión de reportera, incluso había acompañado a un periodista español que quería conocer el tren ligero. De pronto, la policía por todos lados, sacando a la gente de los restaurantes, golpeando a quien se les cruzara, haciendo detenciones arbitrarias, violencia en exceso. Y quedamos frente a ellos, el hombre se identifica como reportero pero yo no traía mi identificación. Tú crees que el cuate español ahí me dejó, se fue, mientras los policías me rodeaban y no me creían que yo era periodista. Ingenuamente les mostré mi grabadora, mi libreta, mis casetes. Pude marcarle a un amigo. Oye, me quieren detener, no me creen que sea reportera. Por suerte, él se movió rápido y logró llamar a alguien que impidió mi detención. Fue muy feo, estuve en el lugar de los hechos, pero pude haber sido detenida y quizá pasar lo que sufrieron otros jóvenes que fueron torturados, humillados, que se violaron sus derechos humanos. Trabajé para denunciar esa situación.

Por suerte, he trabajado en medios críticos y comprometidos, de combate y progresistas. Ese 28 de mayo 2004, mi jefe dijo, cobertura total, busquemos a los familiares de los detenidos, tenemos que darles voz. Si es necesario nos vamos a Puente Grande donde dicen que se han llevado a los chavos. Yo estaba muy exaltada, fue un trabajo que me marcó muy profundamente. Transmití en vivo, dicen que gritaba mucho, pero mi indignación era mayor que mis gritos. Nunca olvidé ese momento, ni ese caso. A partir de ahí empecé a cubrir más el tema de derechos humanos.

Seguir preparándose

En Radio Universidad tuve un compañero, que ya falleció por desgracia, se llamaba Álvaro González. Él siempre platicaba conmigo, me aconsejaba, a veces con metáforas, pero siempre me hacía pensar más las cosas. "No seas flor de un solo invernadero, conoce el mundo", me pasaba libros, "no dejes de estudiar", me repetía. "Pregúntate por qué pasa esto. Observa más lo que pasa, Hay muchas historias en espera de ese periodista que las muestre, y esa reportera debes ser tú".

Gracias a él decidí no esperar a que me asignaran un tema o a creer que no podía elegir caso. Así fue como el tema de la discapacidad se volvió un compromiso. Trabajé el caso de dos personas que se cayeron a las vías porque nadie los orientó para saber por dónde dirigirse. Lo que más me impresionó es que esas dos personas yo las había entrevistado tres días antes. Me acerqué para preguntarles cómo moverse por la ciudad con un bastón. Les llamé cuando salió el reportaje y que me comparten el accidente que había ocurrido. Así que me puse a hacer una investigación que titulé "Autoridades ciegas". Me conmovió mucho que mi texto influyó para que ahora haya avisos sonorizados cuando llega el tren o se use el lenguaje Braille para orientarlos en la ciudad de Guadalajara.

Luego vino el reportaje por el que nos premiaron que se llamó "La discriminación viaja por Aviacsa", denunciamos el maltrato que enfrentó una persona ciega en esa empresa de aviación.

El premio sirvió para seguir preparándome, para reconocer la importancia de mi trabajo y de seguir escribiendo. Una vez fui a un centro de migrantes y alguien me dice "¿tú eres Priscila?" Sí, yo soy. "Ah, gracias, es que una vez escuché un reportaje que hiciste en radio UDG de los migrantes, de cómo pasaban las vías y tú hablabas de este centro de migrantes, que faltaban voluntarios, yo te escuché y me motivó mucho, ahora soy voluntaria".

Oh, entonces ahí fue cuando me dije: qué mensaje queremos hacer llegar al radioescucha, lo existencialista vende, pero al final solamente queremos hacerlo llorar o que actué, que le llegue y no se sienta ajeno a su sociedad, que se palpe como necesario para transformar. Eso quiero, hacer un periodismo de denuncia que no solamente conmueva, que provoque.

Pero para eso, yo necesito seguir preparándome, estudiar, tomar talleres, ir a cursos, leer... Estoy convencida en la profesionalización, buscar cursos o talleres.

Pero debes buscarlo, invertir, pedir el permiso o el apoyo, moverte tú y mover a tu medio. Por eso, me decidí a estudiar una maestría.

Pero yo lo busqué, me fui a Argentina, todo salió de un proyecto del Programa de San Andrés y el periódico "Clarín" con la Universidad de Columbia. Se trata de una maestría versión español de la de Columbia, la primera parte es teórica, luego práctica y se combina. La propuesta me gustó porque me ayudó a reforzar mi perspectiva del periodismo regional, nacional y latinoamericano. Me dieron los elementos para palpar qué tipo de periodismo quería hacer. Yo sí creo que volví con mucha claridad de Argentina. Ya no quería hacer solo nota, regresé con tendencia de hacer periodismo de profundidad, de mayor contexto, que explique, que cuente y que esté sumado con el tema digital, eso me lo aportó lo maestría. ¿Ves? Sigo aprendiendo.

Y luego me regresé a México, dos años anduve freelanceando, por eso te digo que debes aprender a ofrecer tu trabajo. Aunque fui al D.F., toqué puertas, pero me querían de reportera de diario y yo ahora quiero hacer periodismo de investigación. Por suerte, me llamó mi maestro Sergio René de Dios, que estaba creando NTR Guadalajara, un espacio periodístico diferente. Pero le dije, yo respeto mucho a las compañeras que hacen nota diaria pero yo no quiero hacer eso, yo quiero hacer periodismo de investigación. Generoso como siempre, me ha dejado hacer mi trabajo.

Así por ejemplo, el 10 de mayo entrevisté a mujeres que tienen a sus hijos desaparecidos, la propuse en el periódico y aceptaron. Se publicó un editorial que decía "Nuestros desaparecidos" y que NTR no se mantenía al margen, entonces ese día fue como decir a esto volví. Sí, yo volví porque sabía que era necesario poner ideas creativas pero que denuncien, que muevan. México vive un momento crítico en torno al tema de derechos humanos y es un tema que a mí me apasiona y me parece clave para documentar, informar.

Ser feminista

Yo formo parte de la red de Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC), donde también publico reportajes y textos con un enfoque feminista.

Yo lamento que este tema en Guadalajara no sea comprendido, da miedo -ya sabes, lo clásico, ay yo no soy feminista-. En nuestra capital faltan muchas herramientas para empoderar a las mujeres periodistas, ellas siguen mucho la inercia conservadora que late en nuestra sociedad. Es difícil que encuentres un texto con enfoque feminista, es casi imposible que se quieran cubrir los eventos del movimiento de mujeres. Casi imposible que deseen las periodistas tomar un curso en CIMAC, el género no sirve para nada, qué horror ser feminista.

Me sorprende e indigna cuando ellas aceptan condiciones que afectan sus posibilidades de vivir en una sociedad equitativa. Ya sabes, esa historia de diarios como "El Informador" que para entrar te pide examen médico para checar que no estás embarazada. A un compañero hombre nunca le preguntan cuántos hijos tiene, pero a una candidata a ser reportera, la interrogan sobre el número de hijos, qué cómo se va a organizar para cumplir su rol de madre. Lo de no usar pantalón, la falda guardada en la bolsa y antes de llegar al periódico plancharla con las manos y a ponértela. Esto indigna desde una postura no solamente feminista, sino de simples derechos humanos pero no lo han interiorizado. Te dicen que no importa ser hombre o mujer, sino trabajar con profesionalismo, pero no reconocen que estamos en un sistema que genera desigualdad, que no nos pone en las mismas condiciones, que nos dan años luz de desventaja.

¿Se puede cambiar? ¿Reconocer esa situación? Por supuesto. Ahí está mi amiga Eli Rivera, la tienes que entrevistar. Ella al principio negaba todo eso. La invité a cursos de CIMAC. Una vez, ante Sara Lovera dijo, "yo no soy feminista". Sara le dijo, por qué. Argumentó, Lovera le dijo que eso no era feminismo, que cómo lo definía. Tampoco es eso. Lo niegas porque no lo comprendes, le advirtió. Luego de explicarlo con sencillez, mi amiga no ha vuelto a decir que no es feminista.

Pero así como le pasó a mi amiga, eso le pasa a muchas colegas. Hablan con desconocimiento total, ignoran porque los prejuicios les han impedido acercarse a los movimientos feministas del estado, porque los hay.

Por ejemplo, lo que hace Guadalupe Ramos es clave en la región, yo me he acercado a sus círculos de lectura para entender. Pero mis compañeras reaccionan de esa manera por tres aspectos: el prejuicio propio, el miedo al qué dirán y la falta de preparación, entonces eso se suma para que muchas de ellas digan, no, no soy feminista. El feminismo en Jalisco ha salido adelante y ha propuesto cosas como la alerta de género, la tipificación del feminicidio. Enfrentan con bastante convicción ese sesgo machista y misógino que late en nuestra sociedad. Pero a veces lo hacen muy solas, las periodistas en general no han sabido apoyarlas y es una lástima.

Priscilla no deja de sonreír, esa sonrisa blanca, brillante, de mujer contenta consigo misma. Rompe la promesa de no contestar alguno de sus teléfonos, pero están organizando un evento en NTR Guadalajara y está muy comprometida con ello. Mientras responde la llamada, el Templo del Expiatorio del Santísimo Sacramento parece cambiar de color por la forma en que lo ilumina el sol y veo el reloj, el tiempo transcurrió muy rápido, es tiempo de despedirse. Priscilla me da datos de otras compañeras, está segura que las periodistas merecen, necesitan contar su historia, para que las próximas generaciones de mujeres periodistas en Guadalajara no solamente sigan sus pasos, los superen, hagan del periodismo su pasión sin olvidarse de ellas mismas.