AGOSTO 2016

Lupita González: flor de la oquedad en Tlalnepantla

Foto: google.com

Rocío Herrera Moreno reflexiona sobre la vida de la medallista olímpica mexicana y su condición de género desde los contextos social, profesional y cultural. La articulista pone de manifiesto los tipos de violencia, discriminación y misoginia que se ejercen contra las deportistas en el país.


Yo Cyniska, descendiente de los reyes de Esparta, coloco esta piedra para recordar la carrera que gané con mis rápidos pies, siendo la única mujer de toda Grecia en ganar.
Cyniska, princesa espartana.


Hace unos días, en los Juegos Olímpicos que se realizaron en Río de Janeiro, Brasil, una marchista oriunda de México logró una medalla de plata al recorrer 20 kilómetros en una hora con 28 minutos y 37 segundos; posicionándose en segundo lugar luego de Hong Liu y un sitio antes de Lü Xiuzhi, ambas de China.

Los medios de comunicación nacionales recordaron su travesía en el boxeo, sus lesiones que la llevaron a cambiar de disciplina y su participación en Toronto donde sufriría un repentino desmayo tras llegar a la meta. También mencionaron que es la primera mujer mexicana en ganar medalla olímpica para su país y segunda en conseguir subir al podio después de 16 años con la participación de Joel Sánchez Guerrero.

Se habló sobre el bajo apoyo que recibe el deporte mexicano por parte del gobierno, funcionarios, instancias especialistas en el deporte y población en general que se esconde tras las plataformas digitales para hacer mofa de las atletas, particularmente, quienes reciben críticas desde su cuerpo, sexualidad, complexión, rostro, edad, cabello, uñas, hasta su condición económica... Machismo cibernético, se le conoce.

Otro enfoque

La versión plasmada en los medios cambió un poco con lo escrito por Domingo Aguilar Mendiola del Financiero, pues amplió la perspectiva para hacer notar las carencias que padecía -o padece- la deportista habitante de uno de los 11 municipios donde se emitió Alerta de Violencia de Género (AVG) apenas el año pasado.

Declaró para Aguilar Mendiola que salía desde las 5 de la madrugada, muchas veces con dinero prestado para los pasajes -cabe aclarar que en el Estado de México la tarifa mínima es de siete u ocho pesos, depende el lugar exacto donde habite-; luego se trasladaba a Chapultepec, en ocasiones a Toluca, Cuemanco o al Comité Olímpico Mexicano (COM). Esto es que si su destino era Chapultepec, en una semana gastaba alrededor de 180 pesos y si iba más lejos o en la misma entidad, aumentaban alrededor de 100 pesos. A las mexiquenses no les causa asombro esto, porque para acudir a la escuela o trabajo es la aventura diaria.

Egresada del Instituto Tecnológico de Tlalnepantla (ITTLA), estudió la ingeniería en informática, lugar donde según el periodista deportivo David Feitelson, la atleta recibía acoso y burlas por parte de sus compañeros pues entrenaba en las instalaciones y esto provocaba vergüenza.

Se debe recordar que las mujeres han sido relegadas al espacio privado: su hogar y el cuidado de la familia, por lo que cualquiera que transgreda los roles tradicionalistas y patriarcales puede padecer violencia de género que atente en contra de su integridad física, mental o psicológica. En cambio, los hombres pertenecen al sector público con el trabajo remunerado, el poder, los deportes y mayor espacio.

Mujer + mexiquense + ingeniera + deportista + no cumplir con los estereotipos

Mujer mexiquense

La violencia es un problema que no deja de aumentar y afectar a niñas y a mujeres por cuestiones de género. De acuerdo a ONU Mujeres (2013) se pueden clasificar cuatro tipos de violencia: psicológica, física, sexual e institucional.

El informe indica que 5.8 por ciento de las mujeres sufrió violencia ejercida particularmente por algún familiar, pareja sentimental, compañeros de trabajo o escuela. Dando como resultado que más del 40 por ciento de mujeres haya vivido al menos una situación de violencia de cualquier tipo. De estas, 22.6 por ciento dice enfrentarlas en su trabajo; 15.5 por ciento en su comunidad; 3.4 por ciento en el núcleo familiar y 1 por ciento en la escuela.

A pesar de que no hay cifras exactas, el Observatorio Ciudadano Nacional contra el Feminicidio (OCNF) calcula que en México mueren asesinadas al menos 7 mujeres al día. Siendo el estado de México una de las principales entidades con mayores crímenes y violencia contra las mujeres. Aseguran que iniciada la administración de Enrique Peña Nieto, hasta el 2010, se documentaron mil tres feminicidios en toda la entidad, de los cuales 54 por ciento quedan concentrados en 10 municipios:

Ecatepec con 118 casos; Netzahualcóyotl con 71, Tlalnepantla con 53 casos; Toluca con 45; Chiumalhuacán con 42 casos; Naucalpan de Juárez con 40; Tultitlán con 35 casos; Ixtapaluca con 31; Valle de Chalco con 30 y Cuautitlán Izcalli con 25 feminicidios. Seis de cada diez asesinatos implicaron altos grados de violencia, odio y discriminación. La mayoría de las víctimas -46 por ciento- tenían entre 11 y 30 años de edad.

Hasta abril de este año aumentaron en 30 por ciento los feminicidios en el estado de México. Sin embargo, las estadísticas no son estables, pues así como puede haber una semana con 11 o 15 feminicidios, también las hay con 4 o 5. Así como Tlalnepantla puede declarar un feminicidio en todo el año, Ecatepec, el municipio vecino señala 11; el primero con 4 homicidios dolosos y el segundo con 10 casos.

Con una llamada a la línea directa para mujeres en situación de violencia, y tras cuestionarles cuáles son las medidas que Tlalnepantla ha considerado para frenar la violencia en contra de las mujeres, respondieron distintos puntos que leyeron de su portal y que fueron oportunamente verificados:

Han rehabilitado espacios públicos para que las mujeres puedan transitar con mayor seguridad: pintaron banquetas y topes. Aumentaron en 30 por ciento los patrullajes preventivos en las colonias más inseguras: falso. Se han reparado e instalado nuevas luminarias y videocámaras en las calles y colonias más violentas: falso. Han realizado operativos en el transporte público a fin de vigilar y reparar el acoso sexual: falso. Se instaló la línea directa exclusiva para mujeres violentadas: cierto. Existe un espacio para alojar a las víctimas: cierto, en el Centro del municipio. La pregunta es ¿qué día y en qué horario visitaron las colonias conflictivas?

Ingeniera y deportista

Datos del Financiero arrojan que únicamente 10 por ciento de los puestos ocupados en el ramo de la tecnología, física o matemáticas corresponde a mujeres. Mientras que 20 por ciento de títulos son otorgados a ingenieras, de las cuales, 13 por ciento trabajará en el sector de su línea estudiada.

Por su parte, el estudio Persistence is Cultural Professional Socialization and the Reproduction of Sex Segregation (2015) arroja que parte del abandono de las estudiantes de debe al sentimiento de marginación, subordinación, o agresiones que presentan en clases o proyectos escolares. Aunado a la preferencia de los profesores en la toma de palabra, atención, prácticas o ejercicios, pues existe preferencia y jerarquización de las actividades de mayor importancia para ellos.

El camino que recorren las mujeres estudiantes y las ingenieras es comparado con una tubería que gotea, dado que en el trayecto profesional se pierden mujeres y ya nunca regresan. Algunas de las principales razones son los conflictos de género, violencia, subordinación, falta de reconocimiento. También se suman otras barreras como la familia, economía, miedos, desvaloramiento, el techo de cristal, división de género en los estudios por las supuestas habilidades innatas y los roles culturales que se notan más marcados e imborrables en estas disciplinas.

Otro aspecto a señalar es el deporte practicado por mujeres, pues sí, también hay misoginia y sesgos de violencia contra las mujeres. Mucho más si las atletas no se ajustan a los gustos heterosexistas de los varones, pues ellos con su finísimo lente evaluador las etiquetarán de gordas o muy flacas, o muy viejas, o muy morenas, o muy culonas, o muy piernudas; pero nunca o en raras ocasiones, se les reconocerá su competencia, habilidad, fuerza, técnica y compromiso.

Cabe destacar que de los 126 atletas mexicanos que participaron en Río 2016 solamente 45 fueron mujeres, mismas que reciben, según sea la disciplina ("sexy" o no) constantes adjetivos descalificativos por mostrar su coraje, fuerza o rudeza. Ejemplo de ello tenemos a la judoca Vanessa Zambotti, la esgrimista Julieta Toledo, la gimnasta Alexa Moreno o la propia Lupita González tiempo antes de conseguir una medalla.

Puede verse que desde la infancia las mujeres están mayormente relegadas a los roles tradicionales, son criticadas en los deportes, despreciadas o ridiculizadas al señalarles constantemente que ellas no pertenecen a ese deporte, ese ejercicio o que no tienen la suficiente fuerza para enfrentarlo; cosa que les perjudica en su desarrollo y motivación. A esto sumémosle que gran parte de los entrenadores son hombres que exigirán fuerza irrevocable a pesar del dolor, cansancio o quizá algún cólico menstrual, así como el abuso de poder y maltratos que suelen formar parte del paquete de una masculinidad hegemónica.

Fuera de los estereotipos de belleza

Lupita González no es modelo de pasarela, tampoco es alta, de piel blanca, no tiene un cuerpo curvilíneo, ni una cabellera larga y manejable. Es completamente normal, como tú o como yo. Esa belleza común -por llamarla de algún modo- la llevó a sufrir burla por parte de sus compañeros en la escuela, quienes se sentían con el derecho de opinar sobre su cuerpo o su forma de correr. Típico de machos ingenieros que atacan a las mujeres que se "atreven" a pasar cerca de su espacio o estar en disciplinas señaladas como varoniles.

La atleta dejó los prejuicios en el cesto de basura y siguió peleando contra más estereotipos con los que se enfrentaría, como continuar con su preparación deportiva a pesar de ya tener una ingeniería: ¿por qué razón ella debería continuar con sus sueños si ya había "estudiado"?

Las mujeres no saben nada de deporte, Lupita y las atletas que participaron en los Juegos Olímpicos conocen y practican al menos una disciplina que las llevó a participar en las competencias más importantes a nivel mundial. Cosa risible cuando en México 73 por ciento de la población es obesa e inactiva. Al menos Lupita, ha sido boxeadora, corredora y marchista.

Otro estereotipo al que se enfrentó fue cuando decidió estudiar una ingeniería y es que, se ha dicho que las mujeres no son capaces en matemáticas, física o tecnología por lo que las carreras en letras, turismo o pedagogía siempre tienen más matrícula femenina.

Al menos en las entrevistas que le realizaron, Lupita nunca habló sobre tener aspiraciones a formar una familia, casarse y mantenerse en un bonito hogar; por default, rompe con otro estereotipo ya que anhela seguir con su preparación e incluso, una de sus ídolas es Ana Gabriela Guevara.

Es delgada, pero esto no le gusta ni lo platica como parte de una conversación para tomar el té, pues esta característica le llevó a abandonar el box porque no cumplía con el requisito del peso mínimo para enfrentar una pelea.

Como conclusión, Lupita es campeona, pero también transgrede los roles y estereotipos patriarcales. Vive en una zona insegura del estado de México y tuvo las consecuencias estructurales de ser mujer mexiquense, deportista e ingeniera. De ahí escribir sobre ella, en específico.