FEBRERO 2016

Masculinidad y amor romántico

Adiel Martínez Hernández analiza cuatro mitos del amor romántico, donde la masculinidad hegemónica hace que los hombres tengan más ventajas que las mujeres, sin embargo, el columnista sostiene que los estudiosos de las dinámicas del género, los educadores y en general los hombres tienen la responsabilidad de desmitificar este tipo de relaciones que afecta a las personas.

La cultura occidental ha instituido a lo largo de su historia distintas concepciones sobre la manera en que se deben expresar las emociones entre mujeres y hombres para con ello establecer sus vínculos afectivos. En los siglos XVIII y XIX se consolidó una corriente cultural llamada Romanticismo que a través del arte diseminó unos esquemas cognitivos que en la actualidad permean las relaciones de género en su dimensión afectiva.

El Romanticismo construyó ideales del amor al cargarlos de mitificaciones y exotismos. Por oponerse a la racionalidad del Clasicismo destacó las emociones "primitivas" o naturales y la irracionalidad de la pasión. Al mismo tiempo formuló ideales de mujer y de hombre como sujetos depositarios de dichas emociones y deseos. Con ello exigía la reproducción de una serie de roles comportamentales para cada género. A todo ese conjunto de significados que aportó este movimiento cultural se le denomina: amor romántico.

En la actualidad, el amor romántico es una de las múltiples maneras de establecer relaciones afectivas entre las personas. Dado los contextos económicos, políticos y culturales que se viven actualmente y que han modificado las relaciones de género de forma vertiginosa, se está observando que este estilo mitificado de experimentar el amor afecta sobremanera el alcance de unas relaciones de género equitativas.

Lo anterior se debe a que el amor romántico exige colocarse en una posición de sumisión y sacrificio a partir del postulado de que el amor requiere de entrega total de parte de los amantes. Pero no hay que olvidar que las relaciones afectivas se ubican en sistemas de género más complejos. En el caso de la sociedad occidental es el patriarcado el sistema que hará más ventajosa la experiencia del amor para el sujeto masculino y por lo tanto quienes se verán más obligadas al sacrificio y la sumisión serán las mujeres.

Otra mitificación del amor romántico que se hace presente en la actualidad es la del amor como meta o destino. Con la idea de que el amor es igual a la felicidad y sólo cuando alcanzas el primero logras la segunda. Esto genera una temporalidad distinta para hombres y para mujeres en cuanto a la búsqueda de la pareja que completará el amor ideal. Estrechamente asociado a los ideales de belleza, también románticos, la mujer tiene como límite la juventud para hallar al hombre de su vida. Éste por su parte, tiene un tiempo más prolongado pues su idealización radica en la fuerza física o la simple osadía hacia el amor.

En la conformación de la pareja con estos esquemas del amor romántico, se puede manifestar otro de los mitos contraproducentes para las relaciones sanas e igualitarias, el que se rige por la idea de que el amor todo lo puede. Cuando es así, se exige de los participantes resistencia, tolerancia y actitud de perdón pues por amor se debe aguantar todo. Nuevamente si ubicamos estos amores románticos en el sistema patriarcal vemos que los que expresan menos tolerancia y resistencia a la dinámica de la pareja son los hombres.

Por último, está la reproducción del mito de que el amor es posesión y exclusividad. Por ende a la pareja se le debe exigir fidelidad, permanencia y durabilidad. Inscrita en el sistema institucional, esta relación afectiva terminará en matrimonio, un vínculo que solo podrá romperse con el permiso de una autoridad superior y no ya por voluntad de los amantes. Como podemos tener registro, son pocas las parejas que han salido bien libradas de una ruptura amorosa guiada por esta consigna del amor eterno.

Podemos distinguir con al menos estos cuatro mitos del amor romántico que su reproducción beneficia más al sujeto masculino que al femenino pues se inscribe a su vez dentro del sistema de relaciones de género que establece el sistema patriarcal. En éste la masculinidad hegemónica será la más beneficiada tanto en los planos productivo, reproductivo y afectivo.

Nos corresponde ahora a los estudiosos de las dinámicas del género, a los educadores y en general a los hombres que nos relacionamos afectivamente fuera de los parámetros del amor romántico, desmitificar este tipo de relaciones, denunciando los estragos emocionales que provoca tanto en mujeres como en hombres.