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Las artesanías que el sismo dejó




Fotos: Diana Espinoza Delgadillo/MujeresNet

Por Diana Laura Espinoza Delgadillo
Estudiante de Ciencias de la Comunicación en la FCPyS-UNAM.


Diana Espinoza Delgadillo narra la vida de Rita Reséndiz, quien después de perder su hogar en el sismo de 1985, quiso formar un taller de alfarería junto con otras personas damnificadas, sin embargo fue discriminada por ser mujer, situación que no la detuvo y fundó el taller artesanal Mujeres Alfareras de Tláhuac (MAT), lugar de empoderamiento por el que decenas de mujeresn han pasado y preparado su propia fórmula para elaborar el barro con el que reflejan su 'alegría, tristeza y cualquier pensamiento'.

El 19 de septiembre de 1985 la vida de Rita Reséndiz empezó a moldearse a través del barro y la cerámica. Esa mañana, una sacudida telúrica la despertó en la ciudad de México, como a millones de personas más. En tan sólo unos minutos vio las paredes de su habitación agrietadas, un edifico recargado junto a su ventana y los intentos de un hombre por rescatar a su esposa de caer al vacío.

La casa de huéspedes ubicada en el número 58 de la calle Chihuahua de la colonia Roma dejó de ser su refugio. Al anochecer, se vio durmiendo junto a mujeres y hombres desconocidos en casas de campaña instaladas sobre la avenida Álvaro Obregón.

Más tarde, la llevaron a un albergue, muy cerca del multifamiliar Juárez. Ahí empezaría el despertar social que forjaría la mujer que es ahora. Después del sismo, Rita priorizó la solidaridad y el trabajo en equipo; formó parte de las brigadas rescatistas.

Entre botes de pintura, pinceles y sus pantalones salpicados por el barro, cuenta el valor de su labor. "En ese albergue tuve mi primera experiencia como rescatista. De madrugada, llegaron gritando que necesitaban ayuda porque parecía ser que habían encontrado a una persona con vida. Me levanté como resorte y dije 'vamos'.

"Ellos buscaban hombres, sobre todo por la fuerza, pero me apunté. Sacábamos piedras, terracería, todo lo que había quedado y hacíamos una cadena humana. Esa experiencia fue muy importante para mí porque intenté salvar otras vidas y también salvé la mía. También fui rescatista de mi propia existencia", recuerda.

Meses después de la tragedia, se incorporó a un grupo de hombres con la ilusión de crear un taller de ayuda para los damnificados y posteriormente vivir de la alfarería. Sin embargo, no fue lo que esperaba. Los problemas por discriminación de género la alejaron de su sueño. No la dejaban tomar decisiones, cargar bultos ni preparar los hornos. Sus compañeros la consideraban incapaz, pero tampoco estaban dispuestos a enseñarle.

El grupo se desintegró y lo único que le quedó fue un horno al que ahora llama David, en alusión a la historia de David y Goliat. Lo soldó, reparó y junto con una compañera vendió tacos para financiar su propio lugar de trabajo y lo logró.

***

Rita, de 52 años de edad, encabeza el taller artesanal Mujeres Alfareras de Tláhuac (MAT), ubicado en Mar del Frío 250 de la colonia Selene. Por ese lugar han pasado más de 50 mujeres que elaboran vasijas y esculturas para vivir y expresar su labor social, encaminada al empoderamiento de las mujeres y al recuerdo de los violentados.

"Cuando hice este grupo pensé en todo lo que me pasó y dije 'aquí no hay restricción ni de estudios ni de edad. Tampoco importa si eres madre soltera. Nada de eso nos interesa. Nos interesa que te guste lo que vas a hacer aquí y aprender porque te vamos a enseñar. La única condición es que sean mujeres y vivan en Tláhuac", dice Rita.

Una de las estrategias para empoderar a las mujeres es escuchar radio mientras trabajan. En especial programas de Paty Kelly que habla de problemas familiares o audios sobre educación sexual con Anabel Ochoa. "Las compañeras escuchaban de todo, preguntaban y ya se iban con otra idea de su ser mujer. Las enfrentaba a su realidad. Posteriormente nos fuimos a solicitar ayuda con el CIAM (Centro Integral de Apoyo a la Mujer ) y ellas también nos venían a capacitar".

Rosalva Francisco llegó a MAT después de que los malos tratos de su padre la hicieron huir de su casa. Después de doce años, es una mujer empoderada, conocedora de sus derechos y una experta en preparar y moldear el barro, en especial las miniaturas.

Señalan que el primer paso para elaborar cualquier artesanía es preparar el barro, ellas crearon su propia fórmula. Posteriormente lo vacían en moldes para que éstos absorban lo líquido del barro y resulte una masa sólida.

Otras piezas, en cambio, se moldean en el torno eléctrico. Rodeada de herramientas como pinzas, extensiones, cables y cintas, los giros del barro y la concentración de Rita protagonizan la escena de lo que fue tierra y será artesanía. Desde que ella tuvo contacto con el barro sabía que por medio de él podía reflejar su alegría, tristeza y cualquier pensamiento.

Después de moldearse, las piezas pasan a hornearse a mil 300 grados centígrados. Del nivel de calor depende la calidad del material. Los objetos de MAT están un paso detrás de la porcelana. Una vez que las piezas están listas las pulen y esmaltan por dentro.

El trabajo que realizan es de contrastes. Por un lado se necesita fuerza y resistencia para cargar bultos y moldes. Por otro, el diseño de las piezas es necesariamente delicado. "Yo les digo a todas las que llegan, 'aquí no puedes decirme que no puedes hacerlo, eso te lo quitas de la mente, porque sí puedes. Todo lo que se pueda hacer con dos manos lo vamos a hacer aquí y cuando se trate de cargar por eso estamos todas. Tuvimos la idea de ponerle ruedas a las mesas y todo para cargarlo", señala Reséndiz, a la vez que decora un plato.

Rita señala que las y los artesanos son un sector que difunde la cultura y que con orgullo presentan lo que es de México. Por esa razón, decoran sus piezas con motivos prehispánicos y con causas que les interesan como el rescate de perros y la injusticia social.

Su última exposición se llama "Rostros del olvido" y está pensada como una forma de protesta ante los feminicidios. Con una serie de máscaras de cerámica representan a miles de mujeres que han sido asesinadas sólo por el hecho de ser mujer. Rosalva y Rita definen a la muestra, que se ha presentado en Pitsburg, el Museo de la Ciudad de México y la UNAM, como homenaje a esas mujeres que aún después de la muerte no reciben justicia.

El próximo proyecto de MAT está encaminado a crear objetos que denuncien la desaparición forzada en México. Para Rita es increíble que sucedan estas desgracias en un país que supuestamente no está en guerra.

También hace un llamado a las autoridades para que apoyen la artesanía nacional y no le pongan más barreras a su producción y distribución, pues si antes acudían a las ferias gratuitamente y por invitación, ahora tienen que pagar hasta mil 800 pesos por tres días.

Hace 30 años nació la idea de Mujeres Alfareras de Tláhuac. Empezaron haciendo tazas y platos para sobrevivir y tener una mejor calidad de vida. Hoy buscan que su trabajo también sea interpretado como un mensaje ante la sociedad mexicana.






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