|
Violencia extrema, mutilación genital femenina
Tweet
Foto: Brenda Ayala/MujeresNet
Por María Esther Espinosa Calderón y María del Socorro Martínez Cervantes
Periodista, ha colaborado en diversos medios, entre ellos el Uno más Uno, Mira, El Universal, Etcétera, 'Triple Jornada' del periódico La Jornada, y en la revista Fem. / Estudió la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la FCPyS de la UNAM. Se ha especializado en el cuidado editorial y la difusión cultural, y trabaja como colaboradora independiente para varias casas editoriales.
Ma. Esther Espinosa y Ma. del Socorro Martínez hablan de la mutilación genital femenina (MGF) a partir del testimonio de la modelo somalí Waris Dirie, sobreviviente de esta violencia; los fundamentos y datos sobre el tema son explicados por las articulistas, quienes sostienen que a pesar de que es una clara violación a los derechos humanos de las mujeres y niñas, esta práctica no cesa y se extiende a otros países.
Sintió un dolor muy intenso y profundo, a su corta edad, no entendía por qué estaba sufriendo tanto. La madre la tomaba de las manos y "cariñosamente" le decía que si se movía le iba a doler más. La modelo somalí Waris Dirie corrió con suerte al sobrevivir a su mutilación genital, no así sus primas ni su hermana, quienes pasaron a formar parte de las estadísticas de muertes por la práctica de este método milenario de tortura en países del Medio Oriente y África.
Quienes han visto a la bella top model portar con gallardía y seguridad los trajes de los diseñadores más afamados del mundo y observan el valor con que lucha por la erradicación de la mutilación genital femenina (MGF) y la defensa de los derechos humanos, no imaginan lo dura que fue su infancia en su natal Somalia, país del que huyó a los 13 años.
"Cuando no era más alta que una cabra, mi madre me sujetó mientras una anciana me seccionaba el clítoris y la parte interna de la vagina y cosía la herida. No dejó más que una minúscula abertura, del tamaño de la cabeza de un cerillo, para orinar y menstruar. En su momento yo no tenía idea de lo que estaba ocurriendo, ya que nosotros jamás hablábamos de ello, era un tema tabú. Mi hermosa hermana Halimo murió a consecuencia de aquello". [1]
Waris jamás olvidará a la vieja que esgrimió el cuchillo oxidado mientras su madre la abrazaba, rogándole que no se moviera, que se quedara quieta para que le doliera menos.
Nigeria es el primer país africano en prohibir tan abominable práctica. Alrededor de una cuarta parte de las mujeres nigerianas han pasado por este proceso, que en muchos casos causa infertilidad, muerte materna, infecciones, dolores y la pérdida del placer sexual. Tiene riesgos físicos y psicológicos. Les deja a las mujeres cicatrices imposibles de sanar. Hace de las relaciones sexuales y del parto algo terriblemente doloroso. Se estima que 140 millones de mujeres y niñas alrededor del mundo sufren en la actualidad las consecuencias de este aberrante método.
En la mayoría de los casos se les practica durante la infancia o en algún momento entre la lactancia y los 15 años de edad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se calcula que en África hay 92 millones de mujeres y niñas de más de 10 años que han sido objeto de MGF.
Es una violación de los derechos humanos de las mujeres y niñas. La MGF comprende "todos los procedimientos consistentes en la resección parcial o total de los genitales externos femeninos, así como otras lesiones de los órganos genitales femeninos por motivos no médicos". [2]
Es una práctica que refleja las condiciones de desigualdad en las que viven las mujeres en los países donde se realiza. "Constituye una forma extrema de discriminación de la mujer". [3]
La MGF a menudo está motivada por creencias acerca de lo que se considera un comportamiento sexual adecuado, vinculando esos procedimientos con la virginidad prematrimonial y la fidelidad matrimonial. Por presión social; se considera como una buena crianza de la niña y una forma de prepararla para la vida adulta y el matrimonio; Aunque no hay escritos religiosos que prescriban la práctica, quienes la llevan a cabo suelen creer que tiene un fundamento religioso. Los líderes religiosos adoptan diversas posturas: algunos fomentan la MGF, otros la consideran irrelevante para la religión y otros contribuyen a su eliminación. En la mayoría de las sociedades donde se realiza se considera una tradición cultural, argumento que se utiliza con frecuencia para mantener su práctica. [4]
"En algunas sociedades, la adopción reciente de la MGF está relacionada con la imitación de las tradiciones de grupos vecinos. A veces ha comenzado como parte de un movimiento más amplio de resurgimiento religioso o tradicional". [5] Las cifras están aumentando en Europa, Australia, Canadá y Estados Unidos, principalmente entre los inmigrante procedentes de África y Asia sudoccidental.
La escritora norteamericana Susan Sontag, dijo en alguna ocasión que "mientras queden mujeres en el mundo a las que se les extirpe el clítoris, no me digan que el feminismo es un movimiento superado".
La mutilación de las mujeres, que supone la amputación de todos los órganos femeninos externos, no tiene comparación con la extirpación del prepucio de los hombres. "La operación que se efectuaba en los genitales femeninos y que después del Islam se extendió ampliamente por todo Medio Oriente y África es tan espantosa, que el hecho de que todavía sobreviva sólo puede explicarse por una completa y total ignorancia". [6]
Es increíble que esta forma de violencia sexual sea ampliamente aceptada también por las madres quienes llevan o acompañan a sus hijas. Ellas pasaron por lo mismo, pero pareciera que lo han olvidado o que han asumido sus efectos con sumisión como si no tuvieran parámetro de comparación, porque quizá no lo tienen, pues nunca han sabido para qué sirve el clítoris en la vida sexual de una mujer. Ellas, condenadas por su propia cultura y como buenas madres, están al lado de sus hijas "brindándoles su apoyo".
Quienes realizan la amputación son mujeres que adquieren mayor estatus y reconocimiento social. Además de su edad que les confiere respeto, ellas son en efecto poseedoras de recetas tradicionales que les permiten curar una herida o contrarrestar los efectos del veneno de una serpiente, por ejemplo. Mujeres que viven al pie de la letra los usos y costumbres de sus regiones. Sin embargo, Waris desde su fundación que lleva su nombre y 520 organizaciones alrededor del mundo tratan de poner fin a este tipo de violencia extrema hacia las mujeres.
"Lo que viene a mi mente cuando pienso en mi nombre (Waris, significa en somalí, flor del desierto) es que soy una superviviente, como la flor del desierto. Mi alma también lo dice". [7]
Notas:
[1] Waris, Dirie, Amanecer en el desierto, pág. 37
[2] Mutilación genital femenina en: http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs241/es/ consultado el 29 de julio de 2015
[3] Mutilación genital femenina, op. cit.
[4] Mutilación genital femenina, Ibídem
[5] Ibídem
[6] Miles, Rosalind, Historia de la mujer en el mundo, p. 116.
[7] Dirie, Waris, op. cit., pág. 42