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Frases Feministas
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Canciones no-amigas





Por Elvira Hernández Carballido
Doctora en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Comunicación. Profesora investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, fue jurado en el reciente Premio Nacional de Periodismo.

Elvira Hernández Carballido analiza las canciones de Amanda Miguel, Gloria Trevi y Amandititita, cuyos contenidos hablan sobre la enemistad entre las mujeres, las no-amigas, que choca con el ideal de las relaciones femeninas: la sororidad, presente en los discursos feministas y que debe romperse, ya que el gran reto de las mujeres es aceptarse diferentes, que no son amigas natural y espontáneamente, afirma la columnista.

Te crees la muy muy.../Te crees la muy muy.../ Te pones minifalda y te crees la muy muy.../ Oxigenada, zorra parada/ Cada vez estás más aguada/ Usa pomada de la "Campana" para que se te quite lo arrugada/ Quieres encajar en la sociedad y te dedicas a farolear/ Eres más fea que el Chupacabras/ Más mala que Bush.

En la investigación que realizo sobre mujeres compositoras mexicanas, me llamó la atención las letras donde hay un reclamo, una descalificación o un juicio severo contra otra mujer, la no amiga. Por ejemplo, en la estrofa de esta canción con la que inicio mi texto, su autora es Amanditita, ella reconoce a ritmo de cumbia la enemistad entre las mujeres. Esa manera de mirarse para compararse, para marcar las diferencias que cada mujer enfrenta para desconocerse y romper posibles alianzas. Enemistades para enloquecer negándonos, locura que apuesta por la enemistad, volverse enemigas.

Mentirosa/ Ladrona apestosa/ Tonta babosa/ Cara de cola/ Mala mujer, no tienes piedad/ Eres una escoria de la sociedad/ Cállate la boca, culebra mentirosa/ Racista y envidiosa/ Pobre de aquel que te haga su esposa/ Y descubra que estás bien sarnosa.

Adjetivos para descalificar, groserías para diferenciar -yo no soy como tú- e insultos para destruir a la otra, la diferente, la mala, la enemiga.

Presumida/ Niña creída/ Tienes problemas de autoestima/ Aunque te metas a un temazcal, tus vidas pasadas no vas a limpiar/ Desvergonzada, interesada/ En pocos años, se te cae la papada/ No importa si lees saspito o inglés/Si te quitas los zapatos, te huelen los pies.

La canción reitera los vínculos que no existen entre las mujeres, la crítica destructiva para no aliarnos, el insulto para desconocernos. Ese mito donde la mala siempre es la otra, una mujer que siempre encarna a esa mala tan temible para todas las demás. Bien señala Marcela Lagarde:

"Para cada mujer las buenas son las próximas, las afines: mis amigas, mis parientes, mis pares; las malas son las extrañas. Pero se da también una diferenciación inmediata y, aún entre las mujeres del pequeño mundo, aparecen algunas como malas. En el extremo, la otra es, por principio, mala. Desde esta definición, se construye con algunas la afinidad. En cada relación entre mujeres se reproduce, en diferentes niveles y en distintos grados de dramatismo, la contradicción originada en la internalización separada, binaria, de la madre, que impide integrar sus partes a cada cual, y aceptar a las otras".

Otra canción que hace referencia a ese enemistad entre mujeres es "Esa hembra es mala", de Gloria Trevi. La compositora canta:

Esa mujer fue mi amiga/ Maldito sea ese día/ Robó lo que más quería/ Y todo por ambiciosa/ Yo sé que ella es tan bonita/ Que hasta parece bendita/ Pero es un ángel caído/ Ella es una maldición/ Esa hembra es mala/ Esa hembra hace daño/ Esa hembra no quiere/ Esa Hembra te miente/ Esa hembra es mala/ Trae veneno en los labios/ Su caricia es insulto para tu corazón.

Otra vez la envidia y la decepción, los juicios severos y la descalificación, su letra delata que hubo una amistad con otras mujeres, pero como bien señalan en su libro Agridulce, la amistad entre las mujeres, escrito por Susie Orbach y Luise Eichenbaum, existe un ideal en las relaciones femeninas, ideal siempre latente, una muestra de ello es el término de la sororidad, como esa alianza entre las mujeres, ese compañerismo y esa lealtad entre nosotras. Un término muy arraigado en el feminsimo, latente en nuestros discursos y hasta en nuestras justificaciones. Pero ese ideal, aseguran las citadas autoras, debe romperse y reconocerse que las mujeres no podemos ser amigas natural y espontáneamente por el simple hecho de ser mujeres que han tenido que convivir en tiempo y espacio.

La obra advierte que las mujeres también hemos aprendido a compararnos y medirnos entre nosotras pero pocas veces sabemos canalizar esa envidia o esa ilusión de sobresalir. Se debe aceptar que cotidianamente nos comparamos para bien y para mal. Debe reconocerse que estàn latentes los sentimientos de culpa, de rivalidad, de rabia, de envidia, de traición y de celos. El problema no es que existan y estén latentes, la complicación viene cuando no son reconocidos y se intenta trabajar con ellos. Las autoras consideran que si no se elaboran, si no se desmenuzan, van a resultar muy dañinos pues "erosionan y envenenan el compañerismo, amenazan con destruir la confianza y la sinceridad que puede existir entre las mujeres".

Por eso, dichas investigadoras califican la amistad entre las mujeres como agridulce. La amistad entre mujeres puede ser amarga y dulce a la vez. El lado dulce puede ser cuando hay reconocimiento y cariño, cuando existe un aspecto admirable que se respeta o se imita, cuando hay una situación que puede causar ruido a la amistad se verbaliza para suavizarlo o discutirlo. Mientras que el amargo surge cuando la confianza se vuelve sospecha, la solidaridad en competencia y envidia, la generosidad en mezquindad y rabia. Dichos sentimientos no son ajenos de las mujeres hacia sus amigas pero representan un dolor y una confusión tremendos porque no sólo creemos que está mal sentirlos sino que ignoramos cómo manejarlos. En este sentido está latente la autolimitación y la represión porque culturalmente las mujeres irgnoramos cómo apoyar nuestros propios esfuerzos y los de las demás para aceptar nuestras diferencias pese a admirar algo específico en cada una de nosotras. Aceptarnos diferentes es el gran reto.

Otra canción que hace referencia al tema es "A mi amiga", de Amanda Miguel, donde el reclamo es directo pero sin quitar el dolor, la apuesta total a la amistad ideal y la gran decepción al basar la relación en ese anhelo:

Caminos recorridos amiga, sin una discusión/ Secretos compartidos, amiga, en una media voz/ Mi vida era un libro, amiga, abierto sin temor/ Para que lo leyeras mi amiga, tan solo porque eras mi amiga/ Cuando supe lo que vas diciendo de mí/ Vi dos caras que no conocía en ti/ Qué secreto te hizo hablar con tanta crueldad/ Qué locura te llevó a pagarme tan mal/ Hay cosas en la vida amiga, sin una explicación/ De ti esperaba todo, amiga, menos una traición/ Yo no voy a juzgarte amiga, eso le toca a Dios/ Que sea tu conciencia quien diga amiga, si fuiste mi amiga...

En la letra de estas canciones se advierte que las mujeres que han sido amigas enfrentan el dolor, la envidia, la competencia, la rabia no expresada, los sentimientos de traición, la experiencia de abandono en un escenario preparado por una cultura patriarcal que contribuye a que las relaciones entre mujeres no sean fáciles; hace más complejo que logre advertirse, reconocerse y trabajarse que detrás de ese telón de la solidaridad femenina existe un sinfín de embrollos emocionales.

A juicio de Orbach y Eichenbaum, muchas mujeres son conscientes, y de forma muy dolorosa, de la aparición de sentimientos de competencia, de irritación, de envidia y abandono en su relación con las amigas. Sentimientos que si no son reconocidos o discutidos han servido para distanciar a las mujeres, no para unirlas. Estas canciones son aproximaciones a ese sabor agridulce de la amistad entre mujeres, pero también la certeza de que existen en nuestra vida las no-amigas, y que de alguna manera se intenta lamentar o advertir esa situación, donde la sororidad sigue latiendo como una utopía. Estas canciones permiten advertir que las mujeres compositoras se aproximan a nuestra cotidianidad, a los sentimientos latentes y también a los que se teme confesar. Y tú, ¿has conocido a una mujer no-amiga?









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