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El lenguaje incluyente sigue excluido de los libros de Educación Básica
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Foto: Brenda Ayala/MujeresNet

Por María del Socorro Martínez C.
Estudió la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la FCPyS de la UNAM. Se ha especializado en el cuidado editorial y la difusión cultural, y trabaja como colaboradora independiente para varias casas editoriales.
María del Socorro Martínez C. denuncia que pese a las altas cifras de la presencia de las mujeres en los niveles básicos de enseñanza, se continúa omitiendo su presencia en los materiales didácticos como los libros de texto gratuitos y métodos de enseñanza, a pesar de lo estipulado en el Plan Nacional de Desarrollo. La columnista destaca la importancia de visibilizar a través del lenguaje la labor de las mujeres que son maestras.
No es necesario acudir a las estadísticas para afirmar que el magisterio sigue siendo una profesión de mujeres y que las maestras han sido mayoría en las aulas de preescolar, primaria y secundaria hasta nuestros días, pues en ellas ha recaído -dígase lo que se diga- la responsabilidad diaria de enseñar, educar y formar a las generaciones en sus primeras etapas de instrucción durante la mayor parte del siglo XX y lo que va del XXI en nuestro país.
Así como el hogar fue históricamente el destino de las mujeres, también el magisterio fue por antonomasia la profesión atribuida al género femenino. Considerada socialmente la más apropiada para ellas, por ser éstas las madres, las responsables de la crianza, las primeras en educar, en formar a los nuevos seres y, por ende, las idóneas para instruir a las y los párvulos y adolescentes.
De acuerdo con los datos recopilados por el Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América IEESA: "la base docente de la educación básica -preescolar, primaria y secundaria- de nuestro país está conformada por 68.81% de mujeres y 31.19% de hombres. Las maestras son mayoría en los niveles iniciales de educación y conforme aumenta el nivel educativo aparecen más hombres al frente de grupos, sin embargo las mujeres tienen, en todos los niveles, una mayor presencia". [1]
El texto titulado "Las mujeres en el magisterio" señala que la distribución del total de maestros y maestras de preescolar en México durante el periodo 2010-2011 revela la abrumadora mayoría de mujeres que ejercen la labor docente en este nivel como lo muestra el siguiente cuadro:
Total docentes preescolar |
Hombres docentes |
Mujeres docentes |
Directivos con grupo |
222,422 |
7,354 |
175,829 |
37,872 |
100% |
3.3% |
79.1% |
17.0% |
Fuente: SEP, Sistema de Consulta Interactivo de Estadísticas Educativas y Serie Histórica y Pronósticos de la Estadística al Sistema Educativo nacional.
En tanto, la composición por género del magisterio a nivel primaria del mismo ciclo arroja el siguiente cuadro:
Total docentes primaria |
Hombres |
Mujeres |
Directivos con grupo |
571,389 |
173,320 |
352,925 |
40,133 |
100% |
30.3% |
61.8% |
7.0% |
Fuente: SEP, Sistema de Consulta Interactivo de Estadísticas Educativas y Serie Histórica y Pronósticos de la Estadística al Sistema Educativo Nacional.
Por último, a nivel Secundaria la presencia de hombres se eleva a 34% empero las mujeres siguen estando arriba con 40% tanto en la educación pública como en la privada.
Pese a que la presencia mayoritaria de las mujeres en el sector educativo es evidente, llama la atención que todo ese arraigo ancestral no se vea reflejado en igual proporción cuando se trata de asumir, reconocer o tan sólo enunciar al género femenino en los materiales educativos, los programas y la producción editorial para los niveles de enseñanza mencionados.
Esto viene a colación porque a pesar de que el Plan Nacional de Desarrollo 2012-2018 contempla aplicar la perspectiva de género en todos los programas de la Administración Pública Federal y ya desde el año 2008 se expuso en los objetivos estratégicos del Programa Nacional para la Igualdad entre Mujeres y Hombres (PROIGUALDAD) 2008-2012 "Eliminar los estereotipos sexistas y discriminatorios de los libros de texto, métodos de enseñanza, materiales didácticos, prácticas educativas y, profesionalizar al magisterio en perspectiva de género y derechos humanos de las mujeres", [2] en la realidad esto no ocurre ni siquiera para aplicar el lenguaje incluyente en los libros, mucho menos para renovar la ideología y erradicar los prejuicios y estereotipos que prevalecen en la cultura del personal docente que se encarga de brindar las primeras enseñanzas a las y los educandos para que adquieran en su proceso de formación mejores parámetros para interpretar la realidad, pero es así, la realidad no cambia por decretos ni mandatos gubernamentales, las maestras y maestros siguen transmitiendo los viejos paradigmas, pues tristemente, a diario podemos constatar que la inmensa mayoría se resisten a salir de su zona de confort y pese a sus puntajes de escalafón o actualización, difícilmente pasarían una prueba de cultura general y de conocimientos básicos sobre perspectiva de género.
Es posible observar estas deficiencias en la mayoría de los materiales que se producen tanto para el alumnado como para el personal docente de los niveles de preescolar, primaria y secundaria. Las actividades, ejercicios e instrucciones se dirigen invariablemente al maestro y no a la maestra, bajo el argumento de que el masculino se ha aceptado como genérico para referirse al personal docente de ambos sexos.
Las empresas editoriales replican que es engorroso, complicado y poco práctico dirigirse a las y los maestros o bien, a las y los alumnos, abogando por la concisión y la economía de espacios. En tal caso, nos preguntamos ¿Por qué no se da entonces prioridad al género femenino si en todo caso, las que predominan en el sector son las profesoras?
Paradójicamente los contenidos de esos libros son elaborados muchas veces por mujeres con estudios de posgrado y muchos años en la carrera docente, pero que todavía no han tomado conciencia de la importancia de visibilizarse en la concepción que tienen de sí mismas comenzando por no desaparecer o anularse del discurso en el que pareciera que los hombres son los hacedores de su trabajo y de su relación con el alumnado.
El lenguaje, como parte de la cultura y herramienta de la comunicación, juega un papel fundamental para que persista el lenguaje machista que invisibiliza, nulifica, excluye, diluye, degrada y silencia el trabajo de las mujeres, ese que ellas han realizado y siguen llevando a cabo por vocación, voluntad, persuasión o imposición.
En el lenguaje se refleja nuestra concepción del mundo, los prejuicios, ideas y prácticas que reproducen la discriminación hacia las mujeres puntualiza la Guía metodológica para la sensibilización en género: Una herramienta didáctica para la capacitación en la administración pública.
Lo cierto es que hoy todavía nos cuesta trabajo entender la relevancia de combatir la omisión que se ha hecho del actuar de las mujeres al masculinizar el lenguaje y consensuar que una palabra masculina debe ser genérica para referirse a ambos sexos.
Referencias:
[1] "Las mujeres en el magisterio". https://ieesamx.wordpress.com/2013/03/15/las-mujeres-en-el-magisterio/ (Consultado el 4 abril de 2015).
[2] Elaboración propia con base en INMUJERES, Programa Nacional para la Igualdad entre Mujeres y Hombres 2008-2012, pp.34-35.