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Frases Feministas
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Aprender a dar sin quedarse vacía





Por Raquel Ramírez Salgado
Feminista, con Maestría en Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Raquel Ramírez Salgado sostiene, a partir de una experiencia personal, que marcar límites en las relaciones humanas es importante, de lo contrario las exigencias crecerán, costarán la tranquilidad y la estabilidad, y nunca será suficiente, incluso si 'nos quedamos vacías'. La columnista espera que la revolución feminista ayude a aprender que 'la solidaridad y la generosidad no deben implicar opresión, sino libertad'.

Hace un par de semanas me encontré con una gran amiga. Nos pusimos al día sobre nuestras vidas. Ella es profesora universitaria y siempre se caracterizó por ser generosa y amorosa. Me contó que se sentía triste porque había tratado de ayudar a una persona y todo había resultado contraproducente. Se trataba de una de sus estudiantes, una joven en condiciones económicas desfavorables, marcada por la pobreza y por la pérdida de su abuela, la única persona que formaba parte de su familia.

Mi amiga decidió abrir las puertas de su casa a esta joven, sin pensar en la necesidad de establecer límites y condiciones. Ante la falta de reglas, la situación se salió de control y provocó injusticias para mi amiga: ella se encargaba de solventar todos los gastos de la casa, de la mayor parte del trabajo doméstico, y de las necesidades afectivas de la joven, dejando a un lado las suyas. Jamás le reclamó nada, ni siquiera los destrozos que hizo en su casa. Lo curioso es que, a pesar de que mi amiga no desea tener hijos ni hijas por el momento, se convirtió en la madre de su ex alumna, con todas las implicaciones perversas de la construcción patriarcal de la maternidad. Finalmente, después de un año, mi amiga decidió pedir a la joven que se fuera de la casa, le dijo que seguiría apoyándola, pero que era necesario establecer "distancia sana" entre ellas. La respuesta fue desconcertante y decepcionante, la joven le dijo, con furia e ingratitud: "Eres una egoísta, solo piensas en ti".

La lección es evidente: si no establecemos límites claros con cada persona, las exigencias crecerán y lo que hagamos o entreguemos nunca será suficiente, incluso si nos quedamos vacías. El patriarcado es un monstruo voraz, hambriento, sediento de los cuerpos, los sentimientos, las ideas y la energía de las personas, principalmente de las mujeres. A partir de esa voracidad es que aprendemos a relacionarnos.

Pero la experiencia de mi amiga no es excepcional, sino que corresponde a la realidad de millones de mujeres alrededor del mundo. He visto cómo esto se replica en el ámbito laboral, en la maternidad, en la amistad, y, por supuesto, en las relaciones de pareja. Las mujeres somos educadas para dejar nuestras necesidades en último lugar, para ser complacientes, para sentirnos culpables por decir "no". Muchas veces pensamos: " ¿qué me cuesta?", y lo que nos cuesta es la tranquilidad, la estabilidad y la libertad.

Debemos aprender a reconocer que:

•  No somos las súper mujeres, no tenemos la responsabilidad de solucionar los problemas de otras personas.

•  Si decimos "no", esto no es una expresión de maldad, es nuestro derecho.

•  No somos invencibles, también sentimos tristeza, dolor, frustración, enojo, cansancio.

•  Nuestras necesidades son prioridad, lo cual no implica que pasemos sobre las demás personas.

•  De nada sirve "pobretear" a las personas; una cosa es la solidaridad y la compasión y otra la falaz caridad. Hay que aprender a ayudar sin ponernos en riesgo a nosotras mismas y colaborando a que las otras y los otros aprendan a esforzarse.

•  Si somos benevolentes con otras y otros, ¿por qué no hacerlo con nosotras mismas? ¿Por qué dejarnos en último lugar?

•  La generosidad y la gratitud son virtudes, la ingratitud y la tacañería son el reflejo de la miseria humana.

•  Preguntarse: si me quedo vacía, ¿qué destino para mí, que soy la única persona con la que estaré hasta el último día de mi existencia?

Que la revolución feminista nos lleve a aprender que la solidaridad y la generosidad no deben implicar opresión, sino libertad.









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