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Tiempos de cosecha, tiempos de gratitud
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Por Elsa Lever M.
Lic. en Periodismo con Maestría en Comunicación por la FCPyS de la UNAM, actualmente doctorante en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Ciencias de la Comunicación (FCPyS-UNAM). Está diplomada en Género por el PUEG de la UNAM, y en Feminismo por el CEIICH de la UNAM. Es directora de http://www.mujeresnet.info/
Elsa Lever Montoya nos habla del crecimiento interior que ha tenido en los últimos meses, y agradece a quienes han tenido que ver en ello.
En paz
Amado Nervo
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.
...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tú sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
En esta segunda mitad del año he cerrado tantos ciclos y vuelto a su lugar tanto caos existencial, que si muriera en los próximos minutos o el día de mañana, lo haría verdaderamente feliz y satisfecha. Me iría habiendo pagado con dolor el dolor que causé; y premiada con amor el amor que di. Habiendo llorado mucho pero también reído; comprendiendo que, a pesar de mis errores, no soy una mala persona y merezco lo mejor.
También he recibido algunas excelentes lecciones de vida, desesperantemente dolorosas, pero como alumna atenta, las he aprehendido y aprendido. Y como le dije en su momento a mi mejor amigo, la maravilla de esta vida es que esas lecciones me las han dado excelentes amistades. Es una bendición que quienes te abran los ojos sean quienes te aprecian y te ponen el ejemplo. Como dice una frase del escritor español Baltasar Gracián, "cuando los ojos ven lo que nunca vieron, el corazón siente lo que nunca sintió".
Recientemente di un gran paso en mi actual aventura doctoral, y recibí de quienes me evaluaron el reconocimiento de haber tenido un gran crecimiento académico. Me honraron con sus palabras, pero puedo decir, con toda humildad, que si ha podido darse dicho crecimiento es porque ha estado acompañado de otro tipo de crecimiento: el espiritual, el emocional.
Sin duda ya no soy la misma, o más bien, soy una mejor versión de mí misma. Y me siento muy orgullosa y feliz por ello.
Tuve que salir de mi zona de confort y enfrentarme al hecho de que "cuando creí tener todas las respuestas, me cambiaron todas las preguntas". La tormenta ya pasó. Por lo menos esta tormenta. Sé que vendrán más, pero sé también que podré con todas y cada una de las que lleguen. El miedo ya no encuentra eco en mí. Tengo plena confianza en mi existencia, en mi presente, e imagino -primer paso hacia la acción- un futuro sin igual.
Nada me falta, todo lo tengo, comenzando por el hecho de existir. Y lo que no tengo, ya llegará cuando tenga que llegar. Ahora camino de la mano con la vida, no atrás ni adelante; sin presionarla ni detenerla.
Ahora sí me siento cerca de como me imaginé ser. Y desde aquí agradezco a todas las personas que han tenido que ver en ello. ¡Son tiempos de gratitud, cosecha y celebración!
