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Frases Feministas
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Frases célebres en vigencia



Foto: Brenda Ayala/MujeresNet

Por María Esther Espinosa Calderón
Periodista, ha colaborado en diversos medios, entre ellos el Uno más Uno, Mira, El Universal, Etcétera, 'Triple Jornada' del periódico La Jornada, y en la revista Fem.

La autora nos plantea cómo las frases célebres hechas por hombres a través de la historia ejercieron violencia ante la existencia de la mujer y sus diferentes ocupaciones en la sociedad; sin embargo, nos demuestra que la mujer sigue en la lucha constante removiendo ideas arcaicas.

En un mundo dominado por los hombres, la mujer ha tenido que rehacer su propia historia, en siglos pasados se le relegaba a las labores propias de la casa, los espacios públicos no le eran permitidos; se le consideraba por su papel de madre, más no como persona. Sin embargo, en todas las épocas ha habido mujeres que han transgredido las "leyes de los hombres" para su propio reconocimiento y emprendieron la lucha que han seguido otras féminas de otras épocas.

Su participación en todos los ámbitos ha sido importante, picando piedra día con día: en la política, en la ciencia, en la cultura, en la filosofía, en la literatura o en la economía, en todos los terrenos dejaron escuchar su voz, a pesar de que los hombres las condenaban al silencio.

Parecería mentira que a estas alturas en muchos países algunas de las frases célebres de hombres célebres (la historia la han escrito los hombres, apenas hay una pincelada de la mano de la mujer), tienen vigencia: como la de Pitágoras: "existe un principio del bien que creo el orden, la luz y el hombre; y un principio del mal que creo el caos, las tinieblas y la mujer"; para Aristóteles "la mujer es como un hombre estéril. La hembra está marcada por la impotencia... el varón aporta la forma y el principio del cambio y la hembra el cuerpo y la materia... En la relación macho y hembra, el primero es por naturaleza superior, la otra inferior; el uno conduce, la otra es conducida".

Catón señalaba: "Si sorprendes a tu esposa en adulterio, la matarás, sin proceso, impunemente; si eres tú el que traiciona, ella no te tocará ni siquiera con un dedo". Actualmente en países de África, Asia y Oriente Medio se castiga con lapidación a las mujeres que mantienen relaciones sexuales fuera del matrimonio o que son infieles.

Otra forma de violencia hacia las mujeres desde antaño y hasta la fecha, son las agresiones con ácido, a nivel mundial alrededor de 1500 personas en 20 países son atacadas anualmente con este químico, de las cuales un 80 por ciento son mujeres. Se espera que las mujeres y las niñas obedezcan sin cuestionar la autoridad masculina y si no es así, viene el ataque de los supuestamente ofendidos, el cual deja marca para toda la vida: ceguera, sordera, cicatrices y traumas psicológicos. El ácido se emplea como un arma contra mujeres que rechazan propuestas sexuales y ofertas de matrimonio, con lo que se pretende restituir el honor, la masculinidad herida; también se agrede por celos, o por las negociaciones de la dote entre familias, la sospecha de falta de virginidad de una prometida, o la sospecha de haber cometido alguna conducta inmoral. [1]

En México existen poblaciones que se rigen por la ley de los usos y costumbres, que solapa no sólo las agresiones físicas contra la mujer sino también psicológicas. En algunas regiones las mujeres no tienen la posibilidad de escoger marido, sino son consideradas como moneda de cambio. Los padres y futuros cónyuges son quienes hacen el trato matrimonial.

La dote va desde dinero efectivo a cambio de la futura esposa, o un par de vacas, chivos, guajolotes o lo que pidan por ella. Cantidad que depende de la edad de la chica, mientras más jóvenes su valor es más alto. Pero si ya no es virgen, o tuvo una pareja anterior, o "fracasó", se devalúa.

Maquiavelo escribía: "Las mujeres tienen poco cerebro; no hay una que sepa decir dos palabras y las predique; porque en tierra de ciegos el que tiene un ojo es señor"; Moliere pensaba: "No está bien, y por muchas razones, que una mujer estudie y sepa tantas cosas". Todavía en muchas partes a la mujer no se le da la oportunidad de estudiar, de que se prepare, de que salga de la casa.

Desde la antigüedad existieron mujeres que con todo en su contra lograron alzar su voz para hacerse escuchar, aunque muchas de ellas fueron silenciadas y siguen siendo silenciadas. Agnocide, médica ateniense contemporánea de Aristóteles, consiguió penetrar en el mundo masculino del saber. Vestida de hombre logró practicar la ginecología, siendo la primera mujer en la historia que se dedicó a ello. Fue condenada a muerte por ejercer la medicina siendo mujer, se salvó, según la leyenda "por la solidaridad de las atenienses que amenazaron con quitarse la vida si se ejecutaba la sentencia". [2] Nombres hay muchos que poco a poco se van rescatando y dejando la oscuridad que cubrió a tantas otras como a ellas, podríamos mencionar como muestra tres botones de México: Sor Juana Inés de la Cruz; Matilde Montoya, la primera médica mexicana, y María Sandoval Zarco, la primera abogada del país.

En el siglo XVII, Poulain de la Barre aseguraba: "Todo lo que ha sido escrito por los hombres sobre las mujeres es sospechoso, ya que ellos son a la vez juez y parte". [3] Es poco el interés que los historiadores han demostrado por la mitad de los habitantes de la tierra. La historia apenas comienza a dejar huella de su andar.

Ellas han estado presentes en todo momento, han contribuido en los procesos revolucionarios, "como luchadoras por la libertad más que como soldados".[4] Gertrudis Bocanegra creó un movimiento de mujeres que luchó durante la guerra de Independencia en México; en China, Chi'iu Chin peleó contra la dinastía Menchú; en España, Dolores Ibárruri "La Pasionaria", entre otras grandes revolucionarias. También estuvieron aquellas que combatieron en silencio desde diversas trincheras, por ejemplo: las adelitas durante la Revolución Mexicana. Cada nación del mundo tiene, tuvo o ha tenido sus luchadoras.

Virginia Wolf, en su libro Un cuarto propio, escribe: "Hace siglos que las mujeres han servido de espejo dotados de virtud mágica y deliciosa de reflejar la figura del hombre". Mientras que los nombres de científicos, luchadores sociales y políticos llenan libros enteros, los nombres de las mujeres se reflejan de forma aislada.

Desde forjadoras de imperios hasta grandes reinas y emperatrices; desde artistas, escritoras, científicas, cantantes, modistas, actrices hasta grandes estadistas. Todas en su tiempo tuvieron que luchar por lograr ese espacio codiciado y a la vez vetado para ellas por su condición de ser mujer.

Notas:
[1] www.wikipedia.com
[2] http://html.rincondelvago.com/mujer.html
[3] De Beauvoir, Simone, El segundo sexo, Los hechos y los mitos, tomo I, pág. 7.
[4] Miles, Rosalind, La mujer en la historia del mundo, pág. 11






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