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Invocación
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Foto: Brenda Ayala/MujeresNet
Por Patricia Karina Vergara Sánchez
Feminista, periodista y profesora.
La autora lanza un conjuro contra los feminicidas y la sociedad cómplice de la violencia contra las mujeres.
(Primero)
Estoy FURIOSA, EMPUTADA, ENCABRONADA, RABIOSA.
El aire está enrarecido, no me alcanza para respirar. Me duele el pecho. Mis dientes están apretados. Quisiera morder, morder, morder, hasta arrancar un trozo de carne y ver la herida sangrante. Quisiera oír el alarido del maldito.
Hoy escuché sus declaraciones. De nuevo, los medios le ponen atención. Se atreve a decir que todavía la ama. "La maté, pero la amaba"...¿Qué? ¿Amarla de qué, pendejo? ¿Qué entiendes tú de la palabra amor?
27, 35, 40 cuchilladas, eran cariñitos, ¿no? Una bala en la cabeza, tú puño en su cuerpo, ¿acaso eran muestras de afecto?
Hay mujeres tan tristes, diciendo que la mató por una pasión desmedida, que al final los dos salieron perdiendo...
¿Sí, señora, a poco? ¿Quién quisiera que la amaran a golpes, a insultos, a heridas de muerte? ¿Qué le duele a usted adentro tanto, qué le hace creer que eso es amor?
No, señora, eso no es el amor. Por más que traten de engañarse, por más que traten de engañar.
"Los dos salieron perdiendo", dice usted.
Déjeme entender: él puede dar entrevistas, escribir sus versiones y sonreír ante el periodista, tiene voz y se cuenta el héroe de su propia novela.
Ella ya no tiene un cuerpo, ni escribe más, ni sonríe y no tiene voz ni vida para pedirle, como tantas veces le pidió, que la deje ya en paz. Él tiene sus verdades, la palabra de ella tiene la sospecha encima.
Siempre hay algo que demostrar... siempre "hay dos versiones"; siempre: "algo de responsabilidad hay en las dos partes". Siempre será ella la que exagera y si ya no exagera, será porque la silenciaron por completo.
Pareciera que tras el asesinato, tras la herida, tras el horror; las narraciones de quiénes eran ellas pertenecieran por completo a los criminales. La apropiación definitiva, creen que las atraparon. Ahora "ella y él" unidos eternamente por el lazo corredizo del asesino. Creen atraparlas y que nadie puede arrebatarles a la que han acabado. "Unidos" en los diarios, en el archivo policíaco, en la historia contada por el vencedor…
Así parece... Sin embargo, no se me da la gana quedarme leyendo más ese intento de despojo de la vida individual de ellas, antes del crimen y en el futuro posible que también les fue robado. Ese intento por atraparlas hasta en sus historias, nombres y memorias, en la carta triste, en el blog del asesino o en el titular del día. Pues, no, no me da la gana.
(Es por eso)
Es por eso, desde mi rabia -cantico de poder-, concentrada, quemante, que comienza esta invocación:
Es aquí que yo, bruja negra, negra; bruja roja, roja; bruja temible, bruja yo, indómita. Desde tres veces mi nombre, invoco a todos los poderes. Diosas de los cinco elementos. A los cuatro rumbos, Al cielo, a la tierra, al centro, a lo lejos y cerca. Lo que es aquí y lo que es allá.
En el vórtice:
Te maldigo violentador y maldigo a todo asesino y a todo aquel que ha dañado para que su lengua se adormezca, se equivoque, se anude y no pueda más pronunciar el sagrado nombre de ninguna de ellas, de ninguna de nosotras, para que sus manos no sean capaces de escribirlas y sus mentes se enturbien y les impidan una sola imagen que pueda intentar apropiarlas.
No son suyas.
Les devuelvo su odio, su misoginia, su envidia, el deseo de poder; todo aquello con lo que les hicieron daño.
Es por ello, que yo sentencio seca su saliva, escaso el aliento de sus gargantas, ardiente y doloroso el pulso de sus manos, nublada su visión cuando traten de nombrarlas.
No lo lograron, no pudieron adueñarse de ellas. Se quedaron, los malditos, dueños solamente de su maldad.
Ellas ya no están.
No pudieron detenerlas ni retenerlas.
Ellas son libres.
Sea este conjuro el que les arranque cualquier intento de posesión de su historia, sea este conjuro libertad para la memoria de mis amigas, hermanitas, mujeres todas.
Libre su espíritu, limpio su recuerdo.
La paz, el amor y la luz para ellas.
Así sea.