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Eso que llaman amor



Foto: Brenda Ayala/MujeresNet

Por María Esther Espinosa Calderón
Periodista, ha colaborado en diversos medios, entre ellos el Uno más Uno, Mira, El Universal, Etcétera, 'Triple Jornada' del periódico La Jornada, y en la revista Fem.

La autora nos presenta una serie de opiniones en cuanto al sentimiento del amor; representado en un sinfín de matices de acuerdo a la época, experiencia, etc.

El amor es la poesía de los sentidos, o es sublime o no existe, cuando existe es para siempre y va creciendo sin cesar.
Amar significa consagrarse sin esperar la menor recompensa; es vivir bajo otro sol con el terror de llegar a tocarlo.
H. de Balzac.

En el amor nadie posee la verdad absoluta, quizá lo único cierto es que el amor es importante e indispensable para la mayoría de las personas. Tratar de definirlo es una tarea compleja, existen muchos significados según las diferentes ideologías y puntos de vista: artístico, científico, religioso. En Occidente, se interpreta como un sentimiento relacionado con el afecto y el apego. Conlleva una serie de actitudes, emociones y experiencias [1]. Pareciera ser un tema fácil, pero en realidad resulta complejo y misterioso.

El amor depende de las vivencias personales, culturales y sociales, para algunos es el motor que mueve al mundo, para otros es una emoción con implicaciones físicas: "siento mariposas en el estómago, cada vez que lo veo o la veo", "lloro y sufro, mi vida no es vida sin ella (o sin él)", "estoy feliz porque nos vamos a reunir", "mi hígado sufre las consecuencias de este desamor". Hay quien dice que es dolor, angustia y sufrimiento o niegan su existencia.

Este trabajo no pretende ser un tratado sobre el amor, sino una pincelada de ese sentimiento que mueve pasiones, alegrías, sinsabores, a veces hasta la locura como Penélope, que se quedó esperando a su amor y perdió la cordura, o la niña de Guatemala que se murió de amor: "dicen que murió de frío, yo sé que murió de amor".

Esa emoción o sentimiento que lleva a la gloria o al infierno, llega sin avisar por muchos caminos y una vez instalado toma diversos senderos: atracción, afecto, ternura, cariño, simpatía, pasión, erotismo, pérdida de identidad, creatividad, juego, tedio, sufrimiento, celos y dolor. A veces se transforma en algo patológico y otras, hasta suicida.

"El amor es representado en todas las culturas con los mismos símbolos: arcos, flechas, ojos vendados, antorchas con las que inflama el corazón de los mortales. Suele estar desnudo y ser un niño: porque es una emoción que no puede ocultarse y porque permanece igual a sí misma. La pasión nunca aprende, siempre es idéntica, eternamente joven, intacta, irreflexiva". [2]

Es bien duro no ser amado cuando todavía se ama; pero ello no es comparable a serlo aún cuando no se ama.
George Courteline

Todos y todas en algún momento hemos tratado de explicarlo: escritores, novelistas, poetas, compositores, directores de cine, analizan ese sentimiento, a veces como amor, otras como desamor. Amores tormentosos, apasionados, tiernos y dulces con los que hemos crecido, reído, llorado, gozado o sufrido.

Romeo y Julieta, Tristán e Isolda, Fausto y Margarita, Dante y Beatriz, sólo algunos de esos tormentosos y apasionados amores, que incluyeron sufrimiento, ruptura, nostalgia y muerte, han trascendido el tiempo y la realidad y han servido de inspiración o modelo de decepción a muchas generaciones. La escritora y periodista Rosa Montero en su libro Pasiones, da cuenta de 18 grandes idilios de todas las épocas. Entre los que se encuentra el de Marco Antonio y Cleopatra, Juana la Loca y Felipe el Hermoso, Eva Duarte y Juan Perón, John Lennon y Yoko Ono, Hernán Cortés y la Malinche, Oscar Wilde y Lord Alfred Douglas, Lewis Carrol y su amor enfermizo por la niña Alice Liddell.

"La pasión es uno de los sueños del ser humano. Es algo que enciende el mundo de colores, pero acaba convirtiéndose en una enfermedad". Para Rosa Montero, pasión es sinónimo de locura, y en Pasiones la hay para todos los gustos. Como ejemplo el caso de Rimbaud y Verlaine, que se instalaron en el daño mutuo. [3]

¡Oh, Roma! Eres verdaderamente un mundo; pero sin el amor ni el mundo sería mundo, ni Roma sería Roma.
Goethe

Te buscaba fuera de mí y no te encontraba
San Agustín

Para Stendhal existen cuatro tipos de amor: amor-pasión, amor-gusto, amor-físico y amor-vanidad. Para Platón era un exceso de la amistad, mientras que Aristóteles lo diferenció e indicó que es un sentimiento y la amistad un estado de carácter.

El amor es imprescindible, llega sin avisar y en cada pareja toma características muy peculiares. No existe un tratado para amar, ni para educar en este sentido o que aconseje como vivirlo plenamente. "Supongo que la percepción de lo amoroso, el deseo de escapar de ti mismo y de fundirte con el otro, es básicamente igual para todos: sólo que durante siglos a las mujeres no se les ha permitido otra ambición en la vida que la amorosa, lo cual ha contribuido a obsesionarlas aún más con un sentimiento ya de por sí obsesivo". [4]

También están los amores trágicos, los amores prohibidos, amores de los que se habla poco, los que se encuentran ocultos, como "las pasiones homosexuales, ilegales en muchos países y durante muchos siglos, que a menudo provocan la prisión o incluso la muerte de los amantes: es el caso de Oscar Wilde. O como el incesto, un tabú ancestral que es transgredido mucho más a menudo de lo que se piensa, pero que permanece tan enterrado en el secreto de lo doméstico que se conocen pocos casos famosos. Uno de los más célebres es el de la escritora Anäis Nin, que fue amante de su padre, el compositor Joaquín Nin, una relación de la que ella dio cumplido y escabroso detalle en sus diarios". [5]

No importa la condición, ni el sexo, ni el género, el amor es amor, aquí y en China. Ahora esos amores prohibidos en algunas sociedades (a pesar de que algunas personas de doble moral lo sigan satanizando) pueden manifestarse y reconocerse a plena luz del día. Lo que no quita que dentro de las parejas del mismo sexo, no vivan pasiones o amores placenteros, tormentosos o idílicos como las parejas heterosexuales.

El amor no carece de importancia, quien no lo vive desea vivirlo, le urge como dice Martín Urieta en su canción "Urge una persona que me arrulle entre sus brazos, a quien contarle de mis triunfos y fracasos, que me comprenda y me quite de sufrir. Urge que me despierten con un beso enamorado, que me devuelva el amor que me ha negado, porque también tengo derecho de vivir".

Lo que decía Erich Fromm hace tiempo sigue vigente: "Todos están sedientos de amor; ven innumerables películas basadas en historias de amor felices y desgraciados, escuchan centenares de canciones triviales que hablan de amor, y, sin embargo, casi nadie piensa que hay algo que aprender acerca del amor".

Una de las premisas que el escritor sustenta es: "La actitud de que no hay nada que aprender del amor, es la suposición de que el problema del amor es el de un objeto y no de una facultad, la gente cree que amar es sencillo y lo difícil es encontrar un objeto apropiado para amar -o para ser amado por él-. Para la mayoría de la gente el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado y no en amar, no en la capacidad de amar". [6] Todos tenemos esa gran capacidad de amar y ser amados.

No se vive más que el tiempo que se amó.
Helvétius

Fromm concibe el amor no sólo como una relación personal específica, sino como una actitud peculiar de carácter maduro que se presenta bajo diversas formas: amor fraternal, materno, erótico, a uno mismo, a Dios.

Paracelso escribió: "Quien no conoce nada, no ama nada, quien no puede hacer nada, no comprende nada, quien nada comprende, nada vale. Pero quien comprende también ama, observa, ve... Cuanto mayor es el conocimiento inherente a una cosa más grande es el amor... quien cree que todos los frutos maduran al mismo tiempo que las frutillas nada saben a cerca de las uvas.

Puede haber amor sin celos, pero no sin temores.
Cervantes

Francesco Alberoni, en su libro Enamoramiento y amor, establece la diferencia entre estos términos, explica que "el enamoramiento es un movimiento colectivo de dos... con él nace una fuerza terrible que tiene a nuestra fusión y hace a cada uno de nosotros insustituible, único para el otro. El otro, el amado, se convierte en aquel que no puede ser sino él, el absolutamente especial". Es la construcción de algo nuevo a partir de dos estructuras separadas, en tanto, que el amor: "es la instauración de una nueva comunidad, una nueva convivencia feliz, en la que, en la absoluta ingenuidad de su proyecto, deberían reconocerse todos". [7]


El amor es un gran maestro que nos enseña a hacer lo que nunca fuimos, y a veces crea un cambio absoluto en nuestras costumbres, con sus lecciones en un simple momento.
Moliére

Para Alberoni en un amor recíproco "el otro dice sí, luego vuelve a decir sí. El tiempo no termina, el deseo se reproduce y encuentra de nuevo su objeto. El enamoramiento es un encontrar, un perder y un volver a encontrar". [8]

Fromm divide el amor en improductivo y productivo, el primero es aquel que es negativo, no produce nada, en donde existen los celos enfermizos, hay posesión, no se piensa en el desarrollo de la persona ni en su libertad. En tanto, que el productivo es un amor positivo con tendencias a ver libre al otro ser, se desea que se desenvuelva, se supere, los celos son moderados, es un amor no neurótico.

Willians Shakespeare señalaba que el amor es poderoso hace de la bestia un hombre y del hombre una bestia.

Para algunos el amor no permite pensar, vuelve dependiente a quien lo padece, no permite vivir de una forma normal y equilibrada. No obstante, el amor se vive, está presente, es inherente a los hombres y las mujeres desde el momento en que se nace hasta que se muere.

En su forma exaltada y ardiente, el amor no es más que un cañonazo dado por la naturaleza y bordado por la imaginación.
Voltarie.

Notas:

[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Amor
[2] Montero, Rosa, Pasiones, México, Alfaguara, 2012, pág. 14
[3] http://elpais.com/diario/1999/09/30/cultura/938642410_850215.html
[4] Montero, Rosa, op. cit, pág. 19
[5] Ibidem, pág. 21
[6] Fromm, Erich, El arte de amar, México, ediciones Paidós, 1984, pág. 13
[7] Alberoni, Francesco, Enamoramiento y amor, Barcelona, Gedisa, 1989, pág., 13
[8] Alberoni, Francesco, op. cit, 39






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