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Antropología y problemas bioéticos: una revisión





Foto: Brenda Ayala/MujeresNet


Por Aura Sabina
Estudió Ciencias de la Comunicación (FCPyS), es poeta y colabora en varias revistas independientes.

La autora presenta una serie de reflexiones sobre la culpa, la sexualidad, la concepción, el cuerpo, el aborto, etc. y contrapone las perspectivas religiosa, científica y, por supuesto, de género.

Un amigo mío que estudia en una universidad católica me prestó un libro llamado Antropología y problemas bioéticos, del padre Lucas Lucas. A partir de entonces, me quedé reflexionando en el impacto que estas lecturas tienen en la juventud. En el bombardeo ideológico y culpígeno al cual se exponen los nuevos profesionistas. Ahora puedo entender por qué ser joven y progresista no va, necesariamente, de la mano. De ahí la importancia de contrastar nuestras lecturas, fuentes y conceptos, to-do-el-tiem-po. Aquí dejo mis notas mentales:

Santo Tomás de Aquino decía: "primero ama y luego haz lo que quieras". ¿Se puede amar con libertad? ¿Qué es la libertad? El DRAE dicta que es la "facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos".

Partiendo del amor y de la libertad, es muy probable que podamos entender el actuar de los seres humanos. A veces, justificarles; otras, aborrecerles. Pero siempre será posible dar una explicación a la "evolución". Como bien menciona el autor: "no existe una conexión absolutamente necesaria entre la ética racional y la fe". Más bien, a veces se contraponen. Sobre todo cuando se piensa que la libertad se confunde con delito.

Señala que la vida y la libertad son bienes inseparables. Muchas veces, para preservar la vida, es necesario recurrir a la ciencia. Para la religión, el fin del ser humano es la comunión con Dios. Para la ciencia, el fin del ser humano es el ser humano y su progreso. Si tenemos clara la diferencia podremos entender por qué cada uno (ciencia y religión) siempre tendrán argumentos suficientemente sustentados para defender su causa. Recordemos que la ciencia es mucho más joven que la religión o las religiones (re-ligare, re ligar). Y por medio de ella se han tirado cánones que hace años o siglos sostenían a la Iglesia Católica como la verdad absoluta. No quisiera desviarme demasiado del tema haciendo una reseña de ello, pero tomemos dos ejemplos: la Tierra no es el centro del universo, y tampoco es plana ("Y sin embargo, se mueve", dijo Galilei). Del mismo modo, la ciencia ha errado al enviar animales al espacio exterior, o al hacerles trasplantes cerebrales, solamente para saber si funcionaban.

Nadie está de acuerdo con el sufrimiento de otro ser humano, pero en ocasiones es necesario saber si funcionarán los experimentos. Como bien dice Lucas Lucas: no todo lo técnicamente posible es moralmente admisible. Pero, por ejemplo, en el caso de la reproducción asistida, no veo objeción. Decir que el fin de la sexualidad del ser humano es la reproducción sería reducirnos a seres animales (que, en parte, somos). Sí, creo que tener hijos es un don, pero imaginar que la única manera legítima y moral de concepción es a través del coito, me parece reducido.

Hay parejas que por más relaciones sexuales que tienen, no pueden tener hijos. Entonces, se utiliza el óvulo y el esperma de esa pareja, bien sea para concepción in vitro, que será introducido después en la madre, y seguirá un curso más o menos normal de embarazo. ¿Qué de malo puede haber en ello, si ambos se aman y han decidido criar hijos? Bien lo han señalado, no es un producto, pero si finalmente está teniendo el material genético de los padres ¿eso no la hace un don, una extensión de sí mismo?

Además, si esto fuera una ley divina, ¿qué pasaría con los hijos adoptados? ¿Qué pasaría si nadie se hiciera cargo de aquellos seres humanos indefensos que se han quedado sin padres (sea por abandono, muerte, desgracia o cualquier circunstancia: da igual si son huérfanos ya). Entonces, todos esos pequeños quedarían desamparados porque quienes los engendraron (aquellos que tuvieron ese don de ser padres) no están más. Sería una grave falta de caridad y sobre todo de amor -que al final, es el mandamiento principal, casi único, que Jesucristo dejó, y que muchas personas, incluso los altos mandos de la Iglesia Católica, se han olvidado- dejarlos morir. Si una persona acoge a otra (como José lo hizo con Jesús, aun cuando no era su semilla, su "don") ¿está incurriendo en pecado? ¿Es algo antiético? Porque para reducir la maternidad y paternidad, hace falta ver alrededor, el mundo real. Ver que el concepto de familia es mucho más amplio de lo que nos han hecho creer por 5000 años.

Con la anticoncepción pasa lo mismo. No hay un bebé en potencia en una relación entre un hombre y una mujer. Es decir, si no quieren tener bebés, no por eso debiera abstenerse de comunicar su amor por medio de la sexualidad. La concepción no es el fin último. El ser humano no entra en celo como los otros mamíferos. Su sexualidad está más o menos sujeta a su libre albedrío, que idealmente va más allá de meros instintos; a sus actividades, su proyecto de vida. Y si ha nacido sexuado, no creo que sea solo para tener actividad sexual una o dos veces en la vida (según los hijos que desee tener). Benditos sean los anticonceptivos.

Es muy fácil juzgar y decir: que Dios mande los hijos que quiera. Irresponsable. No siempre hay recursos económicos para ofrecerles, no lujos: alimentación, salud, educación. No podemos hacernos ciegos o sordas a la crisis. Y que vengan seres humanos, de manera indiscriminada, a sufrir es lo peor.

Cuerpo y corporeidad

Me pareció interesante lo concerniente al cuerpo humano, que no es que una el cuerpo y el alma, sino que por sí solo contiene ambas esencias (¿sustancias?) Es decir, el cuerpo es parte de nuestra identidad, y por lo tanto, sin cuerpo, no somos. El cuerpo es reflejo de nuestras emociones e ideas. De ahí la importancia de mantener la salud física, y la salud mental. Porque una contiene a la otra, siempre. Hacer ejercicios físicos, intelectuales y espirituales nos permitirá tener la salud integral.

Los animales tienen espíritu. Un perro, de la raza que sea, siempre será y actuará como perro y no como pato ni como león, porque tiene espíritu de perro. El ser humano tiene alma. Esto es, su esencia, única, indivisible, irrepetible. Porque aunque sea un ser humano, ninguno actuará igual a otro, pues tiene libre albedrío. Y todo lo que haga con él tendrá una consecuencia. Ahí reside la libertad: actuar asumiendo consecuencias, deseando, de manera ideal, no afectar a otros seres, humanos o animales. Vivir, en la medida de lo posible, en equilibrio y armonía. Sin embargo, se ha demostrado (basta con mirar el entorno social) que las personas no nos hacemos responsables de nosotras mismas. A veces, esperamos que sean nuestros padres quienes todavía nos cuiden. Y si no, la pareja, y si no, el sacerdote o el psicólogo o el jefe en el trabajo o...

Sobre la sexualidad, yo no discuto que solamente existamos como hombres y mujeres, aunque también existen los intersexuales (y eso, para la Iglesia, es in-con-ce-bi-ble). Y también creo que somos diferentes, física, mental y espiritualmente, pero no creo que todas las diferencias sean verdaderamente naturales. Gracias a los estudios de Género se ha demostrado que muchas de nuestras conductas (lo que consideramos masculino o femenino) no son otra cosa que constructos sociales. Por ejemplo, consideramos femenino que las mujeres se maquillen, usen tacones y medias, cuando en el siglo XVII y XVIII eran los hombres quienes usaban largas y rizadas cabelleras, se maquillaban, usaban medias y tacones. En oriente, es mal visto que una mujer se siente con las piernas abiertas; en occidente, en cambio, entre más abiertas tenga las piernas una mujer, más se le ensanchan las caderas y mejores embarazos tendrá: signo ineludible de feminidad. Entonces, si pudiéramos entender que el género (que no es lo mismo que sexo: género son los atributos asignados obligatoria, histórica y socialmente a los sexos) podría ser elección personal, por qué tanto escándalo? Sí, creo que las mujeres suelen ser más intuitivas, pero no por ello menos inteligentes. Hay, también casos de hombres que han logrado desarrollar su intuición. Es decir, que, aunque pudiera haber patrones de lo que "es un hombre o una mujer", siempre habrá reglas que se rompen, y que no necesariamente tengan que ver con la homosexualidad.

Hablar de homosexualidad siempre será controvertido. En toda la historia de la humanidad y todas las culturas ha estado presente. Se ha empezado a condenar desde hace unos 6000 años, sobre todo en religiones judeocristianas y musulmanas. Pero ya en las culturas helénicas y en algunas zonas de Arabia, en la cultura Inca, la Americana y la Mesoamericana y Caribeña era lo más común. La homosexualidad y la bisexualidad también están presentes en el mundo animal y vegetal. Es decir: es natural.

En los años 50 Alfred Kinsey, demostró que la sexualidad humana era mucho más diversa de lo que creíamos, que no todo se reducía a ser homosexual o heterosexual, sino que había una gama de, por lo menos, seis posibilidades. Esto, obviamente, revolucionó a la psicología, la psiquiatría, la antropología y, desde luego, la fe. Por eso, a principios de los años 70, la homosexualidad dejó de estar catalogada como una enfermedad mental. Cabe aclarar que las personas homosexuales, hombres o mujeres, se aceptan con su sexo biológico, y de ningún modo pretenden cambiarlo. Lo único que pasa es que se vinculan sexual y afectivamente (amorosamente) con personas de su mismo sexo. Pero no por esto son desviados ni subnormales. Y si lo fueran, sería porque su personalidad, en conjunto, está dañada, pero que ese daño no tiene que ver con su preferencia sexual, ni que su preferencia sexual es consecuencia del daño o desvío que posea.

Volviendo al punto sobre la sexualidad: creo que es verdad que es la comunión entre dos personas, pero muchas veces no ocurre a partir del amor, sino del deseo. No sé si volvemos a nuestra naturaleza animal o sea así la naturaleza humana, que hemos intentado modificar para ponerla al servicio de la Iglesia o a intereses económicos (en la antigüedad, la sexualidad era entre todos los miembros de la tribu y los hijos eran criados por todas las mujeres Y no existía el concepto de propiedad privada).

Sobre el aborto, estoy de acuerdo. A nadie le gusta pensar en la muerte. Pero si la madre no lo había planeado, como en el caso de la violación (de ahí la importancia del uso de anticonceptivos) no tendría que cargar con una responsabilidad que no eligió. Por otro lado, a veces los embriones vienen mal formados y no tendrán calidad de vida. Y aferrarse a que nazca y sufran es más crueldad a que no nazcan. Por otro lado, si bien Lucas Lucas menciona que somos seres humanos desde el momento en que se da la concepción (que se da entre 12 y 48 horas después de la relación sexual), yo creo que no es así. Lo que nos hace humanos, es la capacidad de raciocinio, regida a su vez, por el funcionamiento del sistema nervioso central, y éste se desarrolla a partir de la semana 7 de gestación, y la primera actividad cerebral es a partir de la semana 10, donde el feto empieza a moverse. Por eso creo que si el embarazo, en ciertas condiciones, se interrumpe, no es tan grave. Al igual que la eutanasia: no es legal en la mayoría de los países, pero creo que no es justo que una persona con una enfermedad terminal tenga que soportar el sufrimiento solo porque algunas partes de su cuerpo todavía funcionan. Es igual de cruel que traer un hijo no deseado al mundo. No sé cómo la defensa de la vida, "como esta sea", sea considerada ética. La vida debe defenderse, sí, siempre y cuando se tenga en las mejores condiciones posibles. Porque de lo contrario, no se llama vida, sino supervivencia, o mejor, infravivencia.










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