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No quiero dormir sola
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Por Lucía Rivadeneyra
Comunicóloga por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Cursó la maestría en Literatura Mexicana, en la Facultad de Filosofía y Letras. Sus libros "Rescoldos", "En cada cicatriz cabe la vida" y "Robo Calificado" fueron merecedores de los Premios Nacionales de Poesía "Elías Nandino" (1987), "Enriqueta Ochoa" (1998) y "Efraín Huerta" (2003), respectivamente. En 2007, publicó la antología personal 'Rumor de tiempos'. Su material poético está incluido en numerosas antologías. La han traducido a diversos idiomas. Catedrática de la UNAM desde 1980, ejerce el periodismo en medios de circulación nacional.
La columnista nos ofrece la reseña de este largometraje, ópera prima de Natalia Beristáin premiada en el Festival Internacional de Cine de Morelia 2012; y nos invita a disfrutar de las actuaciones de Mariana Gajá y Adriana Roel.
Es un placer encontrar tres talentos en una película: Natalia Beristáin, una joven directora; Mariana Gajá, una joven actriz; y Adriana Roel, una actriz de larga y brillante trayectoria. Beristáin creció entre actores, nieta de la gran Dolores Beristáin e hija de Julieta Egurrola y de Arturo Beristáin, "bebió los alientos" de la actuación desde antes de nacer. Quizá por eso, siente la necesidad de llevar historias de la vida real a la pantalla. Y lo hace bien.
No quiero dormir sola es la ópera prima de Natalia, con la que obtiene el premio al mejor largometraje del Festival Internacional de Cine de Morelia, en 2012. Cinta austera, bien realizada en la cual, de pronto, la joven y desempleada nieta Amanda (Gajá) tiene que hacerse cargo de su abuela Dolores o Lola (Roel), anciana alcohólica con un cierto grado de Alzheimer, actriz otrora famosa y bella.
Si no se sabe que quien dirige el filme es una mujer, podría adivinarse por el tratamiento que le da al tema de la vejez y su contraste con la juventud. Hay un poco de extravío en ambos personajes. Hay semejanzas y diferencias en las dos mujeres. El insomnio, la angustia y la soledad como paralelismos de cada una, en cada uno de sus espacios.
La actuación de Adriana Roel es extraordinaria. No hay duda de que fue la actriz indicada para el papel de Lola. Hay varias escenas donde se muestra una comparación del cuerpo joven con el viejo, los rostros, las manos, las piernas, los pies, el abdomen, las nalgas de la nieta y de la abuela. La piel ajada, las manchas, las arrugas, la flacidez.de la piel, la retención de líquidos. La piel joven, lisa, inmaculada, el cuerpo entero, ágil, todo lo que a los veintitantos años generalmente no se valora porque el horror aún está lejos.
El poeta Rubén Bonifaz Nuño alguna vez dijo "la vejez es obscena". Y más de alguno o alguna lo han de pensar, ya que no cualquier actriz o actor aceptan el paso del tiempo. Hoy en día buena parte de este gremio es adicta a los cirujanos plásticos. Y acaban literalmente "estirados", con la cara un tanto deformada, pero no por el tiempo sino por el bisturí. No obstante, Adriana Roel aceptó la vejez y tiene la fuerza interna para mostrarse anciana y su calidad histriónica se ve compensada.
Por su parte, Mariana Gajá es una actriz muy fresca, muy natural en su papel, convence su descubrimiento de la abuela, el afecto que por momentos le manifiesta, el estrés, el morderse las uñas, la molesta dependencia del padre a causa del desempleo; y la necesidad de la compañía, la cual rebasa, incluso en la juventud, la necesidad del sexo.
En México, el 28 de agosto fue elegido como día del anciano, del abuelo o del "adulto mayor". Mucho miedo se le tiene a las palabras cuando se trata de suavizar su significado. Quizá "día de la vejez" lo hubieran escuchado muy fuerte. Pero la vejez no respeta credos ni clases sociales ni nacionalidades. Llega o no llega. Sor Juana escribió: "mira que la experiencia te aconseja, que es fortuna morirte siendo hermosa y no ver el ultraje de ser vieja". Sin embargo, en la vida real hay quien sabe enfrentar la ancianidad con dignidad y jóvenes que logran valorar esta etapa de la vida.
Quizá por esto, la joven Beristáin logra que el espectador se meta a la casa de un par de mujeres con una problemática severa, las cuales reflejan una relación por momentos insoportable y por momentos afectuosa. Una relación que está acechada por la muerte, por la enfermedad, por la desesperación. La historia de dos mujeres, una joven, una anciana. Las dos dormidas en la cama, las dos en una cena, las dos en una alberca. Las dos en su mundo. Las dos...
Hay que verla.
No quiero dormir sola, de Natalia Beristáin. Con Adriana Roel, Mariana Gajá, Arturo Beristáin, Leo Ortiz Gris, Emma Dib. México, 2012. 83 min.