Cuántas veces hemos escuchado historias de mujeres luchadoras, que salen adelante con todo en contra, y con pocos recursos hacen simplemente milagros, pero sobre todo sirven de inspiración para mujeres, que como yo necesitamos un remanso de esperanza en el ser humano; quizás por la situación actual que vivimos de carencia total de valores, de humanidad, de confianza en el prójimo, de empatía con los menos favorecidos... es por lo que la gran mayoría no podemos dejar de lado nuestro ser consumista, materialista, y egoísta que nos hace sólo pensar, vivir, y crear para nosotros mismos y nuestras necesidades, pero que pocas veces consideramos a quienes por desgracia o por destino son menos favorecidos que nosotros,

¿Qué por qué digo esto? Porque dentro del corazón y el alma de esas personitas especiales que tienen el valor de hacer algo por un tercero, y que sólo pueden concebir su vida ayudando y socorriendo a su prójimo sin esperar nada a cambio, ¡tienen la fortuna de tener fe aún... en el ser humano!, y ayudan a los más desprotegidos y olvidados de nuestra sociedad. Más que por el hecho de sentirse útiles y satisfechas, lo hacen para cambiar en lo posible las terribles injusticias, tristezas y diferencias que existen en este país, y eso es lo que los ubica como seres con una gran espíritu, un gran corazón y una fuerza interior única para luchar afortunadamente cada día por sus ideales y sus convicciones por más indiferentes que les sean a los demás.

Esto viene al caso por una mujer emprendedora, hija, esposa, madre y abuela, que a pesar de la adversidad económica, los problemas familiares y en muchas ocasiones los laborales, ha tenido la fortaleza para salir adelante y transformar cada día de su vida en una misión útil; benefactora no sólo para su familia, sino para sus pequeños hermanos, que es como ella denomina a sus 24 perritos, animalitos rescatados de la calle, de los maltratos del ser humano, y de los peligros a los que se enfrentan en las frías calles de nuestra ciudad, y a los que bondadosamente acoge en su hogar, y cuyo único sostén económico es el de su propio trabajo, y cabe decir, sin solicitar ayuda alguna de terceros.

Cuando uno conoce su historia no puede evitarse preguntar: ¿acaso no tiene bastante con cuidar y trabajar todo el día para sacar a delante a su familia? Pues no. Ella trabaja incansablemente fuera del hogar y cuando regresa a su casa, se dedica a esas almitas perrunas, a la rehabilitación de sus lesiones físicas y psicológicas, para lograr en un futuro darlos en adopción a una buena familia, y lo mejor, transformar la miserable y triste vida de esos animales indefensos que han nacido, vivido y muchos morirán rodeados de dolor, frío, hambre y abusos del llamado "ser pensante".

Es simplemente extraordinario poder presenciar la transformación de la vida de esos perritos que ella salva y a los que les da la oportunidad de tener una vida colmada de alegrías quizás por primera vez, sintiéndose seguros en el calor de un hogar, amados, valorados, cuidados, pero sobre todo, respetados como se merecen por ser seres vivos que cohabitan en el mismo espacio terrenal que nosotros, y esto es algo que el mismo ser humano pocas veces otorga a otro ser humano.

Al conocer está historia, me di cuenta que mientras existan seres humanos como Claudia Payan, mujer rescatista, acérrima defensora de los derechos de los animales, y asidua promotora de campañas de esterilización gratuitas , provoca que uno trate de ser una mejor persona, y que así como ella se sacrifica en muchas ocasiones por el bien de estos angelitos, cada uno de nosotros deberíamos hacer un esfuerzo para actuar a favor de aquellos indefensos seres que la vida nos pone en el camino y que sin la ayuda de todos, continuarán sufriendo los embates y peligros de la vida en las calles. De algo estoy segura, si cada uno desde nuestra trinchera utilizáramos nuestro intelecto y nuestras capacidades para construir algo más grande que nuestros propios intereses, el mundo sería muy distinto.

Por ello, quiero manifestar mi más sincero reconocimiento a esas personas especiales que dedican su vida a esas causas aparentemente perdidas e ignoradas por la sociedad. Porque, mientras haya una alma buena en el mundo todos tenemos esperanza de tener un mejor mañana como sociedad; y en especial esos animalitos, a los que ella ama tanto, pueden tener una esperanza de ser rescatados de su triste vida en la calle y poder algún día tener la fortuna de formar parte de una familia que los ame y les brinde un hogar.

"Un país, una civilización se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales" Mahatma Gandhi