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Jóvenes, adolescentes y niñas(os): Entre el amor y el odio [1]
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Por Guadalupe López García
Periodista con Maestría en Estudios de la Mujer por la UAM y especialización en Estudios de la Mujer por el PIEM de El Colegio de México, se ha desempeñado como guionista y productora de radio; colaboradora, editora y coordinadora editorial en diversos medios como el IMER y la SEP, La Jornada, El Día, Uno más uno, Fem y Notimex. Trabajó en el Centro Integral de Apoyo a la Mujer "Esperanza Brito de Martí" en el DF y fue coordinadora de la Unidad Delegacional de Iztacalco del Inmujeres-DF. Ha recibido reconocimientos a su labor periodística y en defensa de los derechos de las mujeres por parte de la AMMPE, Conmujer, Cimac y la delegacion Iztacalco del DF.
Cuando la profesora Gloria Hernández Cerón me invitó a dar una plática en el marco del Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), Plantel Oriente, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pensé que nada más me faltaba actualizar el tema con cifras, pero después entendí que no sería fácil dirigirme a las chavas y chavos.
No les gusta que les digamos qué hacer, y si enfocaba el tema en la violencia en contra de las mujeres, los hombres se iban a sentir discriminados u ofendidos; si les platicaba sobre las leyes creadas en México para la igualdad y el acceso a una vida de violencia, se iban a aburrir, o dirían que las leyes son letra muerta, que no sirven para nada. Si planteaba lo del bullyng, palabra importada para nombrar la violencia entre iguales, me iban a contestar que las viejas también le entran duro y bonito a los trancazos.
Pensé entonces en mencionar la violencia de la que son sujetos por parte del Estado mexicano, pues dizque la educación es un derecho humano garantizado constitucionalmente, pero hay más de siete millones de jóvenes que no tienen oportunidades para estudiar, trabajar o desarrollar una actividad cultural o recreativa. Y luego más violencia cuando los llaman ninis (ni estudian ni trabajan).
Mejor le entro por las telenovelas de Televisa o TV Azteca, que reproducen el papel de las mujeres sufridoras y los hombres protectores; pero como que no se iba a entender dónde está la violencia con esos estereotipos. Y que me voy acordando de que el Gobierno del Distrito Federal festeja a las quinceañeras con su vestido y su vals, y les da a conocer sus derechos sexuales y reproductivos. O sea, princesas con derechos sexuales y reproductivos, pero al fin y al cabo, princesas, no mujeres.
Luego consideré describir la violencia familiar y el maltrato infantil, pero creo que en la adolescencia ya no les pegan tanto porque están creciditos(as), y ya nada más les gritan: "inútiles, buenos para nada, ya te me quieres subir a las barbas, si no quieres seguir estudiando te metes a trabajar", etc.
Creí mejor detallar la violencia en el noviazgo, que es vivida principalmente por mujeres. Y es que con eso del príncipe azul o el niño verde, tener novio o tener esposo para muchas mujeres es prestigio y por eso aguantan todo tipo de maltrato, o lo confunden con "amor del bueno". También suele pasar porque nos venden el discurso de que hombres y mujeres somos complementarios y los que son media naranja son medio seres humanos.
No es gratuito que una encuesta indique que el 15 por ciento de jóvenes hombres está de acuerdo en golpear a la pareja si es infiel, y que las mujeres lo justifiquen: "yo tuve la culpa, le grité", "es que es muy impulsivo", etc., etc.
Pero tal vez sería más importante exponer lo de los crímenes de mujeres en Ciudad Juárez, en el estado de México o en el DF. Jóvenes que fueron acusadas de andar en los bares y largarse con desconocidos, de usar minifalda, de andar solas, cuando las estadísticas indican que eran obreras de maquiladoras o estudiantes que viven en zonas marginadas. Pero aun así, ¿que las mujeres no tenemos derecho a andar solas?
Los hombres también viven violencia social, cultural, comunitaria, familiar, de todo tipo. Después de todo, una de las principales causas de muerte en hombres jóvenes y adultos son los hechos violentos. Ya lo estamos viendo con el narcotráfico, aunque no los matan por el hecho de ser hombres, sino por las actividades que desempeñan.
La violencia más agresiva que viven los hombres es la de aquellas frases que les dicen desde muy pequeños: "no llores porque pareces vieja" y "aguántate como los machos, mi'jo". Y ni hablar de las relaciones lésbicas u homosexuales, de la discriminación que viven, del odio y la intolerancia. Las y los adultos las y los ven con recelo aunque digan respetar sus derechos humanos.
Me acordé lo que dijo hace algunos años Feggy Ostrosky (de la UNAM, Facultad de Psicología), que el hombre es violento por naturaleza, y las mujeres más sentimentales. O sea, no tenemos remedio, y por eso no es necesario el Día Internacional en contra de la Violencia hacia las mujeres, que se conmemora el 25 de noviembre, propuesta surgida del movimiento feminista, y que ahora forma parte del calendario de agencias multilaterales y en el país para reflexionar sobre ese problema.
En la búsqueda de información me topé con la diputada Rocío Barrera, quien declaró que los suicidios en jóvenes están aumentando por la "desintegración familiar", el distanciamiento entre padres e hijos, las conductas antisociales, proclividad a la delincuencia, drogadicción y depresión [2]. Hace tiempo también leí que las mujeres intentan suicidarse más, pero que muy pocas lo logran, y que los hombres se suicidan menos, pero que a la primera, se van.
Total, que como era un tema complejo, intenté de plano dirigirme a los adultos y adultas a que busquemos nuevas formas de comunicación con las y los jóvenes y las y los adolescentes para poder dialogar con ellos, escucharlos y que nos escuchen. Pero como sabía que habría más estudiantes, consideré conveniente proponerles que mejor ellos(as) nos educaran, que nos hagan entender que podemos tomar, fumar y coger, pero con responsabilidad.
También que no podemos ser corruptos(as), mentirosos(as), chantajistas, que aprendamos a defender nuestros derechos, que no tiremos basura en las calles, que cuidemos el agua, que seamos buenos y buenas ciudadanas, que eduquemos sin violencia, que cuidemos este país, que juguemos, cantemos y bailemos con los hijos e hijas mientras se dejen; que las y los amemos, que no les digamos que no son buenos para nada (como tal vez se lo dijeron a ellos cuando adolescentes o jóvenes), sino que son buenos(as) porque son nuestros hijos e hijas.
Ahora que un candidato a la presidencia del país puso de moda eso de la República Amorosa, y con lo de la campaña de la textilera Beneton, a lo mejor podemos hacer un fotomontaje del beso generacional, un beso de reconciliación, un beso amoroso no incestuoso.
Sé que hay padres y madres amorosas, hijos e hijas amorosas, profesores y profesoras, amorosas y autoridades amorosas. Sé que también muchas y muchos jóvenes se preocupan por la economía familiar y la del país, científicos, deportistas o escritores que cuidan este país. Sí, hay gente amorosa, con amor del bueno, no amor proselitista...
Pues todo esto estaba pensando, pero luego me llamaron para pedir que mi intervención sea corta y no aburrir tanto a las chavas y los chavos. Entonces organicé mis ideas no tanto de lo que tenía que decir, sino cómo lo podía decir. Cuando vi, ya era de madrugada. Lo único que me dio tiempo fue cambiar el nombre de mi texto no escrito que había titulado "La violencia de género en las y los jóvenes", por "Las y los jóvenes, entre el amor y el odio".
Notas:
[1] Texto corregido y adecuado para www.mujeresnet.info . Se anexan imágenes de los periódicos murales que las y los estudiantes realizaron con motivo de una jornada por el 25 de noviembre.
[2] La Jornada, 18 de noviembre, 2011.



