ENERO 2007

'La carcajada de la justicia', JIMÉNEZ Izundegui, Edith (Gernika, México, 2006)



Periodismo y literatura, denuncia y creación, realidad y ficción, juego de espejos e imágenes múltiples que son paridas por una memoria que evoca hechos reales e imaginarios, La carcajada de la justicia de Edith Jiménez mezcla todos estos elementos que dan por resultado una obra escrita por una mujer periodista que ya es escritora y por una mujer escritora que siempre será periodista. Recordemos que la autora es una periodista de gran trayectoria, tabasqueña de nacimiento, que publicó en 1989 su primera novela titulada En un Claroscuro de la Luna, llevada al cine en una coproducción ruso mexicana.

En 259 páginas quedan consignados datos y aventuras, verdades y desventuras, certezas y dudas, amor y desamor, cada aspecto ubicado en una realidad construida con relatos inspirados en la experiencia social y afinados por la imaginación. Edith Jiménez experimenta, arriesga, crea, juega y apuesta por una historia que nos indigna por que retrata bajezas humanas pero que al mismo tiempo nos da un aliento de esperanza porque en su última página queda latente la idea que en esta vida la justicia siempre se sale con la suya. El estilo fluido y ameno de la novela permite atisbar que la pasión periodística combinada con la intuición literaria hace posible un texto de fácil lectura.

Es así como la autora decide convertirse en narradora de la historia de un líder sindical, en este caso petrolero pero podría ser un líder minero o hasta un candidato a la presidencia de la república, un hombre en el poder que desea más, que lo ha conseguido pasando encima de los intereses y sueños de mucha gente y que desea mantenerlo violando y matando la esperanza de la personas de bien.

El personaje central enfrenta enemigos y cómplices, vive escenas cotidianas y críticas, que hasta es capaz de enamorarse, por supuesto de una mujer inocente con poca visión crítica de la realidad sino cómo lo podría amar, porque si ella lograra ser testigo de sus traiciones así como de su capacidad para destruir a un ser humano posiblemente se alejaría de él. Este aspecto siempre me llama la atención, ¿las mujeres que aman a los hombres que han conseguido el poder con acciones violentas y desleales, traicioneras e integrantes realmente no les afecta esa situación? Por lo menos, Andrea solamente deseaba amar al líder sindical que conoció en un restaurantito de quinta y ni en el último instante cuestionó o rechazó sus actitudes.

Sin duda, ésa es la gran oportunidad que nos da la buena literatura, al crear personajes tan bien delineados los creemos reales y les exigimos cuentas, los cuestionamos, nos preocupan y hasta nos dan ganas de aconsejarlos, de advertirles el peligro o de envidiarles un buen rato de pasión. La autora tiene el acierto de recrear escenas para hacernos testigos de cada suceso vivido por el protagonista. Nos permite espiarlo en sus venganzas y en sus momentos de placer. El registro de diálogos hace posible que escuchemos las más privadas de sus conversaciones y nos enteremos de sus más íntimos secretos.

La descripción de detalles simbólicos del status de vida son un verdadero muestrario de personalidades que son, viven y se compartan de una manera que los hace únicos y cercanos, reales y hasta fraternales, a tal grado que simpatizamos con ellos o los odiamos, nos preocupan y nos sorprenden.

La carcajada de la justicia me hace recordar aquella frase de Jorge Ibargüengoitia: "Algunos de los acontecimientos que se narran son reales. Todos los personajes son imaginarios", ya que cada hecho, el protagonista y quienes lo rodean, así como las mismas acciones no remiten a esa realidad denunciada en los diarios y noticiarios, a ese mundo de poder y de corrupción que puede vivirse en un sindicato en cualquier punto de nuestro país.

El clímax de la obra nos pone en tensión, esperamos lo peor pero anhelamos lo mejor porque los coprotagonistas de esta historia tienen una lucha justa y una causa digna para enfrenta al líder corrupto, para ya no dejarse explotar ni usar, para que por fin, se les haga justicia.

Si bien se puede llegar a odiar a Manuel García, también se puede llegar a admirar a Héctor Adame, aliado de la justicia, personaje masculino solidario e inteligente, decidido a realizar los primeros cosquilleos que provoquen poco a poco una gran carcajada de la justicia. Héctor sebe cómo inmiscuirse en el sindicato, cómo ganarse a los trabajadores, cómo conseguir sus fines en pos de la justicia. Sin duda, para mí, el héroe de la historia. Guía a sus compañeros, sabe cuándo aparecer y hasta cuándo desaparecer de la acción pero logra su objetivo: descubrir el fin que ha llevado a un grupo de trabajadores a enfrentar con una gran estrategia a su líder corrupto.

Los hombres de esta historia están atrapados en el mundo de la corrupción donde todas las desventajas parecen sentenciar el destino de los "buenos" y todas las infamias son válidas para acaparar el poder. Pero el mundo presentado en esta novela no representa una visión simplista de la realidad donde los malos deben perder y los buenos triunfar. Edith Jiménez tiene el acierto de retratar la complejidad social, donde todos los personajes tienen la oportunidad de decidir, de equivocarse y pagar las consecuencias y hasta de intentar un cambio en sus vidas, dejar atrás un pasado negro, avanzar hacia un futuro promisorio o por lo menos transformar su pesimismo en una lucha benigna.

Los cien apartados en que se divide la obra son una prueba palpable que literatura y periodismo son un binomio posible, que la escritora y la periodista logran denunciar con estilo un escenario real aunque los personajes parezcan ficticios. Edith Jiménez ha sido periodista y es toda una escritora, su novela es a la vez crónica y reportaje, relato periodístico y entrevista de semblanza, géneros que sin duda le han dado soltura en su redacción y calidad a su estilo. Al mismo tiempo, la literatura le da los elementos necesarios para recrear e imaginar, para involucrar y hasta seducir a través de palabras, escenas y personajes. La carcajada de la justicia, es el ejemplo de que quienes hemos vivido el periodismo podemos acercarnos a la literatura con alegría, decisión y compromiso, Edith es un ejemplo de ello.



1 Comentario:

El 17/4/08, Anonymous Belmar nos comenta que...

Felicitaciones por todo estos espacios que llaman a la reflexión genérica...!!!

Saludos...