Maestro en Comunicación y Antropología (UNAM). Docente e investigador de temas de semiótica, género y masculinidad, e identidades y cambios culturales.
Adiel Martínez Hernández reflexiona sobre el papel de los medios de comunicación y su intervención con fines mercantiles y culturales a través de discursos que rivalizan las relaciones entre mujeres y hombres. El columnista explica algunas estrategias de manipulación que reproducen, mantienen y generan esta 'guerra de los sexos' que deviene en violencia.
Los medios de comunicación tienen como prioridad convertir en mercancía la información que transmiten. De esta manera cumplen una doble función: por un lado se sostienen económicamente y por el otro, participan de la reproducción cultural que justifica y mantiene al sistema. Para ello se sirven de los diversos discursos que la sociedad construye para el entendimiento de la realidad social.
Uno de estos discursos es el que se refiere a la dinámica relacional entre mujeres y hombres, el cual se denomina sistema de género ya que atribuye una serie de roles y significaciones identitarias para que los sujetos configuren una masculinidad y una feminidad determinadas. La participación de los medios hace que dicho discurso se someta a estrategias de manipulación para hacerlo atractivo, tanto como mercancía como producto cultural.
La principal estrategia la identificamos en el antagonismo de género que difunden los medios. La legitimación de una "guerra de los sexos" que por antonomasia hace imposible las relaciones equitativas entre mujeres y hombres. La reproducción de dicha rivalidad exige la exaltación de las características del sujeto masculino por encima de las femeninas. De ahí que cuando una mujer exija el reconocimiento de sus potencialidades, se mire más como una provocación o un ataque al sistema de género machista.
El resultado será un ataque más contundente por parte de los sujetos amenazados y una justificación por parte de los medios de comunicación. Para ello basta mirar la redacción de las notas periodísticas o las editoriales de los comunicadores en los noticieros respecto a la participación de las mujeres en la política y en la economía, la objetivación sexual de las mujeres en el deporte y el arte, y la re-victimización de las mujeres en los casos de violencia de género.
Otra estrategia que se deriva de la anterior, es aquella que menciona Chomsky de la presentación de un problema y su respectiva solución. Se refiere a que los medios pueden construir informaciones que tengan como efecto la incertidumbre en la población con su respectiva demanda y aceptación de una solución drástica por parte de las instituciones judiciales.
La prensa amarillista cobra aquí relevancia al hacer de las notas sobre los feminicidios un medio para la tensión social. La solución que ofrece el sistema judicial es la implementación de medidas punitivas que mantengan en control estricto las dinámicas de género siempre basadas en una hegemonía masculina. Lo que aquí se sobreentiende es que las mujeres dejarán de correr peligro si se someten nuevamente al sistema patriarcal.
La tercera estrategia que podemos vincular al antagonismo de género es la también mencionada por Chomsky de la generación de culpabilidad. Quiere decir que el discurso que transmiten los medios con respecto a las dinámicas de género tenderá a hacer sentir culpable a uno y otro participante por su condición masculina o femenina. Dicha culpabilidad traerá como consecuencia la inhibición de la acción y el alcance de nuevas relaciones de género más armónicas y equitativas.
Para el caso de los hombres, la difusión de la idea de que está en su naturaleza ser violentos o infieles, sumado a la carga moral que dichos actos conllevan, hará que emerja una culpa que imposibilite un vínculo emocional y un relacionamiento distinto con las mujeres. En ellas, la idea asumida de su vulnerabilidad y victimización, hará que les sea imposible llevar una relación libre de violencia.
Las narraciones de los casos de feminicidios y violencia de género, así como las dramatizaciones sobre las relaciones amorosas que actualmente nos presentan los medios recurren continuamente a esta estrategia de manipulación. Son pocos los productos culturales que ofrecen una representación distinta de las relaciones de género.
Por ello hay que tener una mirada crítica ante el embate de los medios y sus mensajes. Hay que confrontar sus estrategias de manipulación con la adquisición de un pensamiento más crítico, con la identificación de otras posibilidades discursivas con respecto al género que puedan confrontar al discurso que busca legitimar el sistema. Sobre todo, hay que derrumbar ese antagonismo de género que está provocando una rivalidad entre hombre y mujeres que deviene en violencia.