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Frases Feministas
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La denigración de las mujeres en la música de banda norteña mexicana



Foto: Brenda Ayala/MujeresNet

Por Nelly Lucero Lara Chávez
Doctorante en Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS-UNAM)

Nelly Lucero Lara Chávez analiza palabras de canciones de este género musical, como 'plebes', 'plebitas' y 'plebonas', las cuales a pesar de tener algunas diferencias en sus significados denotan descalificación e infravaloración de las mujeres. También explica por qué estos productos, con gran impacto mediático, surgen en el contexto de la guerra contra el narcotrafico.

Comenzaré con una pregunta, ¿por qué hablar de la denigración de las mujeres en las canciones de la música de banda norteña mexicana? Para tratar de dar una respuesta me centraré en la idea de que la denigración de las mujeres va más allá de las formas "visibles" de opresión femenina, como lo es la violencia física expresada a través de golpes, empujones u otros daños corporales. Lo que pretendo decir es que la denigración de las mujeres tiene una expresión que está naturalizada socialmente a tal grado que hace aún más difícil su percepción. Es precisamente gracias a esa naturalización que ésta transita con aceptación y deleite, pues incluso, llega a mostrar rostros seductores y aparentemente agradables. Uno de esos rostros seductores es el que se crea y recrea en las letras de las canciones de la música de banda norteña mexicana, en donde la descalificación y opresión de las mujeres tiende a ser una constante cada vez más acentuada.

Para ingresar con este asunto primero quiero hacer dos aclaraciones. En primer lugar es conveniente decir que la música de banda norteña mexicana no es la única que violenta a las mujeres a través de sus letras. Si escuchamos con atención -y por supuesto si lo hacemos desde una escucha crítica feminista- podremos constatar que son diversos los géneros en los que la designación de las mujeres se realiza mediante palabras soeces y en muchos casos hasta grotescas. Son palabras que social y culturalmente se muestran como "inocentes" y hasta sin "valor", como si las letras de las canciones no fueran en sí una manifestación de la violencia normalizada y naturalizada como lo he referido antes.

Lo que quiero decir con esta última sentencia es que las letras que acompañan a la música no son neutrales e inocentes. Pues en ellas se construye un discurso mediante el cual se nombra a las mujeres, pero no sólo eso, también se las caracteriza con "atributos" y "defectos", al tiempo que se las sitúa en un lugar social. De tal manera que si las mujeres son designadas desde el discurso musical como "buenas" o "malas", es porque ya está en acción el dispositivo que busca anclar en la sociedad lo que se está nombrando.

Para decirlo en otros términos -y teniendo en mente el poder de la construcción discursiva elaborada en torno a las mujeres- quiero evocar un caso concreto. Éste se desarrolló en el marco de la reciente visita de la teórica Judith Butler a México. Para quien, a pregunta expresa del público sobre el tema del feminicidio, ella responde que si las mujeres en nuestro país son asesinadas es precisamente porque son construidas como asesinables (2015). Y dentro de esos mecanismos de construcción -no olvidemos- el discurso juega un papel protagónico. De tal manera que si las mujeres estamos siendo nombradas en el discurso musical ya sea como niñas, madres o "plebes", habría que ver hacia dónde apuntan los fines de esas construcciones discursivas.

Pero no me detengo más en este punto para hacer la segunda aclaración. Y es que efectivamente no toda la música norteña mexicana denigra a las mujeres. Así como no todas las canciones elaboradas desde otros géneros musicales persiguen este fin. Las letras de las canciones tienden a intencionalidades diversas, como son: expresar sentimientos, recordar sucesos, e inclusive, expresar algún tipo de protesta social. Sin embargo, pese a esta diversidad de temáticas las letras de mayor impacto social -sobre todo por la injerencia de la industria musical- tienden a reproducir estereotipos de diversa índole en donde las mujeres ocupan un lugar preponderante.

En este último punto me voy a centrar para hablar de un fenómeno del que me he percatado a últimas fechas y que se hace manifiesto en las letras de la música de banda norteña mexicana. Se trata del uso excesivo de las palabras "plebes", "plebitas" y "plebonas" para hacer referencia a las mujeres. Parto de la hipótesis de que estas palabras son un dispositivo de opresión genérica para instaurar discursivamente un régimen feudal sobre lo femenino y las mujeres, a quienes se considera social y económicamente inferior ante los varones, y al mismo tiempo, como parte de su propiedad. Es precisamente en torno a este punto que me enfocaré en las siguientes líneas.

Reitero que es vasto el número de canciones cuyo contenido hace referencia a las mujeres como "plebes". Incluso podemos hallar en los propios títulos de las melodías esta manera de designación hecha sobre ellas, como sucede con "Las Plebes", del cantante Julión Álvarez. "Plebitas traviesas", del Komander. Las "Plebes High Class", de Los Buitres de Culiacán, y " Las Plebes" del Colmillo Norteño. Si bien la mayoría de estas canciones son interpretadas por grupos pertenecientes al llamado Movimiento Alterado [1] -con excepción del cantante Julión Álvarez- no podemos olvidar que en la banda norteña mexicana este tipo de términos tienen un gran empleo.

Ahora bien, es pertinente explicar qué significan las nociones de "plebes", "plebitas" y "plebonas". Sobre todo cuando logramos advertir que en la base de todas estas palabras se encuentra el nombramiento de las mujeres como plebeyas. Para tal efecto considero pertinente abrir un paréntesis y así abordar dicha noción con sus diversas acepciones y efectos sociales.

En este sentido cabe preguntarnos, ¿qué implicaciones tiene mirar a las mujeres como plebeyas o vasallas? La más visible y contundente, por supuesto, es que apela a una inferioridad concreta que revela exclusión de la nobleza. De ahí que las mujeres sean nombradas como plebeyas porque no conforman un grupo selecto con privilegios de mando, económicos y sociales, los cuales, son considerados como propiedad y de uso exclusivo de los varones.

¿Qué sucede en el contexto de la sociedad patriarcal mexicana, aquí donde los privilegios masculinos aún operan en estos tres ámbitos (en los de mando, en los económicos y en los sociales)? Por supuesto que hallamos un anclaje concreto de la noción de mujeres como plebeyas. En este sentido la denigración femenina se cumple con creces. Pues vivimos en un país donde a las mujeres se les limita en la toma de decisiones, en el uso de recursos y en el reconocimiento social (2]. De ahí que las mujeres efectivamente estén excluidas de los privilegios de la "nobleza masculina".

Otra implicación en torno al término plebeya es que se trata de personas que no son hidalgos [3], o para decirlo en los términos que componen la palabra, no son hijas de algo. Esta idea va más allá de una concepción de linaje o de portar el apellido de personas con renombre social. Pues en la antigüedad los hidalgos, o en este caso, las hidalgas, eran las hijas de un lugar y por consiguiente podían sumar a su apellido el nombre del territorio de procedencia. Esta concepción de que las plebeyas no son hidalgos o hijas de algo me parece fundamental porque nos permite reflexionar en torno a una noción del patriarcado poco visibilizada: la desterritorialización de las mujeres.

La idea de que las mujeres son construidas sin territorios va más allá de la violencia patrimonial, es decir, aquella que les impide contar con un espacio a su nombre y conveniencia [4]. Abarca también la concepción de que los territorios no exigen la presencia de las mujeres, de tal manera que los espacios se deslindan de responsabilidades concretas para asumir que ahí se prescinde de ellas. Esta noción de que las mujeres tampoco son reclamadas por su territorio la he escuchado enunciar magistralmente a las integrantes de la organización Nuestras Hijas de Regreso a Casa, quienes ante los casos de feminicidio en Ciudad Juárez, Chihuahua, hablan de una responsabilidad de los lugares concretos (municipios, colonias y barrios) donde no se reclama a las mujeres desaparecidas como propias, asumiendo entonces que se trata de sujetos desterritorializados (es decir, que pueden ser de ahí o de cualquier otro lado). Entonces cuando las mujeres son construidas como no hidalgas se asume que no habrá un respaldo (institucional o colectivo) que garantice el reconocimiento social de las mujeres en un lugar que las coloca como prescindibles.

Por último, y volviendo con la acepción de plebeyas, ésta nos revela también la noción de sujetos pertenecientes a una clase social baja. Una clase con pocos o nulos recursos propios. En sentido estricto las plebeyas serían mujeres pobres o desposeídas de bienes materiales. Situación que automáticamente las coloca en los estratos inferiores de la escala social: sin reconocimiento y sin palabra. Si asumimos que en nuestra sociedad existe una feminización de la pobreza y que las mujeres, en efecto, son quienes cuentan con menos ingresos a nivel mundial, entonces la noción de plebeyas también se cumple. Porque en los hechos y por su condición de género las mujeres son mucho más pobres que los varones, con algunas excepciones por supuesto.

Gracias a este recorrido por la concepción de las plebeyas quedan de manifiesto tres ejes que materializan la denigración de las mujeres. Primero, que las mujeres están excluidas de la nobleza o puesto privilegiado que conjunta diversos beneficios como lo son el acceso al poder, a los bienes materiales y al reconocimiento social. Segundo, que bajo la noción de plebeyas las mujeres quedan desterritorializadas, es decir, son expulsadas automáticamente de un territorio que prescinde de ellas y que materializa la noción de no ser "hijas de algo". Y finalmente bajo el concepto de plebeyas se naturaliza la feminización de la pobreza que lleva a las mujeres, como género, a ocupar los estratos más bajos de la sociedad. En síntesis, la construcción discursiva de las mujeres como plebeyas denota una inferioridad que posee su correlato en la sociedad.

Entonces la pregunta cabe, ¿acaso esta designación genérica en torno a las mujeres como plebeyas no surge necesariamente en el contexto de unas sociedad patriarcal? Sí, me refiero a una sociedad donde -como dice Marcela Lagarde- los privilegios se concentran en los hombres y en masculino [5]. En este sentido, si las plebeyas existen es porque se afirma la existencia de una sociedad jerarquizada donde las mujeres no poseen el mismo valor que los varones ¡Pero cuidado! Estamos hablando de las plebeyas en pleno siglo XXI, en una época donde aparentemente los sistemas feudales ya no existen y los sujetos aparentemente son libres.

Este recorrido lo hago para precisar, entonces, que la noción de plebeyas está inscrita en la existencia de fuertes pactos patriarcales. Es decir, se trata de una noción que surge en un espacio de hombres donde se imponen los valores masculinos de la competencia, la violencia y la descalificación del otro. Y principalmente un espacio donde se expresa abiertamente la opresión y denigración de las mujeres.

Además estamos hablando de las plebeyas nombradas en un tipo de música particular con alto impacto mediático y comercial: la música de banda norteña mexicana. Quiero reiterar que no encuentro en este tipo de música el origen de las nociones "plebes", "plebitas" y "plebonas", las cuales tienen mayor relación con el surgimiento del Movimiento Alterado, que posteriormente permeó a la música de banda norteña mexicana donde dichos términos son comúnmente empleados.

Al hacer una revisión de la forma en que son utilizados los términos "plebes", "plebitas" y "plebonas" en la música de banda norteña mexicana es pertinente hacer una precisión. Éstos tienen que ver con el hecho de que no todas las mujeres son colocadas en un mismo registro de inferioridad, aunque ello no signifique tampoco que sean extraídas de él. Es decir, se confirma la inferioridad de las mujeres pero a través de diversos mecanismos y maneras de significar los términos en cuestión.

En este tenor conviene decir que la noción de "plebes" es usada de forma universal para designar a "todas" las mujeres con las cuales los hombres que cantan tienen una relación. De ahí que las mujeres, por su condición de género automáticamente puedan ser nombradas como "plebes", término que, como lo he mencionado anteriormente acarrea toda la carga deslegitimada y despectiva de las plebeyas. Pero, ¿qué pasa con las nociones de "plebitas" y "plebonas"? Al parecer, tanto uno como otro término hacen referencia a niveles diferenciados de inferioridad femenina, donde la "plebita" está por debajo de la "plebona". Razón por la cual el primer término refiere a un diminutivo mientras el segundo a un engrandecimiento. Pero, ¿en sí quién es una plebita?

Y una fina en mi cama no cabe [6]

Una "plebita" es una mujer de la cual los hombres se apropian sexual y eróticamente asumiendo su condición prescindible y remplazable. Son mujeres que, al conformar una clase subordinada frente a los varones, marcada por una ausencia de recursos y elementos de movilidad, son mostradas como blanco fácil de enganchamiento y sometimiento. Así, en las letras de las canciones las "plebitas" son encarnadas por las idénticas, es decir, las mujeres que son sustituibles para los varones.

Algo más, las "plebitas" son parte de una "masa homogénea" donde se borran las características humanas de las mujeres. De ahí que cualquier mujer pueda ser una "plebita": una mujer con la cual pasar el rato, una mujer con la cual estar en la cama, una mujer que no importa por sí misma. Idea que se contrapone a la noción de las "plebonas".

Las "plebonas" viejonas [7]

A diferencia de "las plebitas", "las plebonas" son mujeres que -si bien son subordinadas por los varones-, poseen recursos económicos y cierto grado de "poder". Son mujeres que representan un "empoderamiento masculinizado", o mejor dicho, un falso empoderamiento: pueden usar armas, tener acceso a bienes, a placeres y a vicios. Asimismo pueden derrochar sus recursos en objetos de marca y superfluo. En síntesis, son mujeres que pese a su condición subordinada parecen más difíciles de someter.

La designación de "plebonas" viejonas construye discursivamente a mujeres que tienen mayor "respeto". También son remplazables, pero difíciles de obtener. También son subordinadas, pero tienen más poder. También son objeto del deseo para el uso erótico de los varones, pero se planea una mayor negociación con ellas.

Lo interesante de "las plebitas" y "las plebonas" es que dejan de enmarcar a las mujeres "buenas" y "malas". Distinción ampliamente vigilada en el contexto de la sociedad mexicana, donde las mujeres buenas son personificadas por las madres mientras que las malas refieren a las mujeres eróticas. Ahora -en las nociones de "plebitas" y "plebonas"- las mujeres simplemente son mostradas como instrumentos, como adornos y como objetos del deseo. Ya ni siquiera representan la maldad que tanto prodigó el patriarcado a la feminidad erótica. Ya no hay un juicio de valor, porque en los hechos, hablan de mujeres que para los hombres ya no valen o valen poco.

De tal manera que ante "las plebitas" y "las plebonas" los cantantes dejan de enunciar sentimientos como el del amor o el desamor, el extrañamiento o el de la pasión. Todos ellos propios de un amor romántico y patriarcal. Ahora las mujeres son literalmente convertidas en objeto para el uso y la satisfacción de los hombres. Son la encarnación de una denigración social.

Como lo mencioné en un principio, la construcción discursiva de lo que significa ser mujer también tiene intencionalidades sociales. Y no en vano las nociones de "plebitas" y "plebonas" -como mujeres subordinadas- surgen y se expanden en el contexto de la Guerra contra el narcotráfico, es decir, en un periodo de muerte y violencia donde ser subordinada es ser prescindible.

Bibliografía:
GALVIN, Jennie (2014) "El Movimiento Alterado: Perpetuando las relaciones hegemónicas de género por la comercialización de una moda juvenil". En: José Manuel Valenzuela (Coordinador). Tropeles Juveniles. Culturas e identidades (trans) juveniles. Colef/UANL. México.
LAGARDE, Marcela (2001) Género y feminismo. Horas y HORAS. España.

Internet
Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (2007). En: http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LGAMVLV.pdf

Conferencias
BUTLER, Judith (Lunes 23 de marzo, 2015) "Vulnerabilidad y resistencia revisitadas". Conferencia Magistral. PUEG-UNAM. Sala Nezahualcóyotl. Ciudad Universitaria. México. D.F.

Notas
[1] Para Jennie Galvin El Movimiento Alterado (M I A) es una nueva moda cultural entre los jóvenes en la frontera México-Estados Unidos. Esta subcultura apareció durante unos de los periodos más violentos en la historia de México (2006-2012), como un estilo de música popular entre los adolescentes sinaloenses. El narcocorrido es el núcleo del Movimiento Alterado, pero la moda y el lenguaje también ocupan un lugar notable e influyente (2014).
[2] La noción de patriarcado dentro de la teoría feminista refiere a ese lugar de opresión genérica instaurado sobre las mujeres. Así, dice Marcela Lagarde "el patriarcado es un orden social genérico de poder, basado es un modo de dominación cuyo paradigma es el hombre. Este orden asegura la supremacía de los hombres y de lo masculino sobre la inferiorización previa de las de las mujeres y de lo femenino. Es asimismo un orden de dominio de unos hombres sobre otros y de enajenación entre las mujeres" (2001:52)
[3] La palabra hidalgo o hijodalgo refiere a hijo de algo o hijo de alguien.
[4] Con base en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la violencia patrimonial refiere a cualquier acto u omisión que afecta la supervivencia de la víctima. Se manifiesta en: la transformación, sustracción, destrucción, retención o distracción de objetos, documentos personales, bienes y valores, derechos patrimoniales o recursos económicos destinados a satisfacer sus necesidades y puede abarcar los daños a los bienes comunes o propios de la víctima (2007).
[5] Como lo señala Marcela Lagarde, "nuestro mundo es dominado por los hombres. En él, las mujeres, en distintos grados, son expropiadas y sometidas a opresión de manera predeterminada" (2001: 52).
[6] Fragmento de canción "Plebitas traviesas" del Komander.
[7] Fragmento de canción "Las Plebes", de Julión Álvarez.






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