Recientemente, a través de diversos trabajos periodísticos de opinión, se ha reflexionado sobre la profunda desigualdad y discriminación que laceran a nuestro país, en el que la descendencia de la clase política y empresarial, y personas que ocupan cargos públicos, expresan sin timidez su desprecio hacia la gente pobre y hacia la clase trabajadora. Quisiera concentrarme entonces en actos discriminatorios y clasistas llevados a cabo por mujeres pertenecientes a estratos sociales privilegiados.

En 2011, Azalia Ojeda y Vanessa Polo Cajica fueron grabadas al momento de agredir a un policía que realizaba pruebas del alcoholímetro sobre la avenida Presidente Masaryk, en Polanco. Uno de los insultos que estas mujeres propinaron al oficial fue "asalariado". A ellas se les identificó en los medios de comunicación como las Ladies de Polanco .

En 2012, Paulina Peña Pretelini, hija del actual presidente de México, retuitió un mensaje: "Un saludo a toda la bola de pendejos, que forman parte de la prole y solo critican a quien envidian!" (sic), luego de que se vertieran severas críticas a su padre por su mediocre y vergonzoso desempeño en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

El 26 de abril de 2013, Andrea Benítez, hija de Humberto Benítez Treviño, ex titular de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), pidió a personal de la dependencia que clausuraran al restaurante Maximo Bristot porque no le dieron la mesa que quería. Este caso fue nombrado Lady Profeco.

En la última semana de mayo de 2013, un video reveló que la senadora perredista Luz María Beristain Navarrete exigía de manera prepotente a una empleada de la aerolínea Viva Aerobus dejarla abordar nueve minutos antes de la hora de despegue. La senadora amenazó a la empleada de la aerolínea, tratando de intimidarla por su cargo político. Beristain Navarrete es ahora nombrada en los medios de comunicación y plataformas Lady del Senado .

A estos casos se sumó el de una mujer que, en estado de ebriedad, atropelló a un joven en Celaya, Guanajuato, y que presuntamente por tráfico de influencias, libró la cárcel y sólo pagó una multa de 2000 pesos, razón por la que recibió el apodo de Lady de Celaya. Así mismo, Dalia Ortega de la Vega, bautizada como la Lady de la Roma, atropelló a Laura Rodríguez el 9 de mayo de 2013 en el cruce de las calles de Tonalá y San Luis Potosí, en la colonia Roma; lamentablemente, la víctima falleció y a Ortega de la Vega se le dictó auto de formal prisión por homicidio culposo agravado y daño en propiedad ajena doloso agravado.

Todos estos actos deleznables reflejan la intolerancia, clasismo e impunidad con la que se conducen personas que gozan de privilegios económicos, políticos y sociales en un país con una desigualdad tan abismal. No obstante, resulta curioso el mote con el que se hace referencia de estas mujeres, como las ladies, y aunque pareciera que se relaciona con una crítica hacia el clasismo, me parece que esta palabra nos dice mucho más. Asumiendo que las palabras son en lo absoluto neutras o inocentes, me permito hacer algunos apuntes. La traducción de la palabra en inglés lady al español es dama; a su vez, el vocablo dama, según el diccionario de la lengua española, hace referencia a una "mujer noble o distinguida", pero en un tono irónico, dama significa "concubina" o "ramera de calidad". La relación entre ladies y "rameras" cobra sentido en términos pragmáticos cuando nos detenemos a leer los comentarios y publicaciones que de estas mujeres se hacen en los sitios web de noticias o en plataformas como Facebook o Twitter.

Un día de tantos, previos a las elecciones presidenciales del 2 de junio de 2012, me di cuenta de que un conocido publicó un mensaje en la página oficial de Facebook de Enrique Peña Nieto: "Paulina Peña, eres una pinche putita". "Pinche vieja menopáusica", escribió alguien sobre la senadora Beristain Navarrete; "Pinche vieja fea", esta vez sobre la Lady de Celaya, de quien ni siquiera sabemos su nombre porque quien reporteó al respecto no consideró importante investigar cómo se llama esta mujer. Azalia Ojeda y Vanessa Polo Cajica ya no sólo son las Ladies de Polanco, alguien más piensa que son las "güilas de Polanco", Andrea Benítez es Lady Profeco y una "pinche perra asquerosa", según un lector del sitio web de Proceso . Y ya que hablamos de este medio de comunicación, el 29 de mayo publicó en su sitio web que " #LadyDelSenado fue Miss Yucatán 1984; hoy está entre los legisladores más faltistas".

A partir de lo citado en el párrafo anterior me he preguntado por qué estas mujeres son para los ojos patriarcales unas putas; a mí no me importa si Luz María Beristain Navarrete fue Miss Yucatán, sino que abusa de su poder político, que es una legisladora prepotente y faltista, además de que establece relaciones de dominación con otras personas y las humilla; de la misma forma, no creo que Paulina Peña Pretelini y Andrea Benítez sean unas putitas o unas perras asquerosas, sino jóvenes sumamente confundidas, que han gozado de beneficios económicos y sociales que las han convertido en seres egoístas e insensibles ante la insultante pobreza e injusticia que se vive en México, pero ambas seguramente aprendieron de sus padres y familias que las personas pobres son "nacas y que no tienen valor". Azalia Ojeda y Vanessa Polo Cajica no son unas "güilas", sino un par de prepotentes cuyo capital social las salvó de pisar la cárcel. No creo que sea importante que la llamada Lady de Celaya sea vieja, fea o gorda, sino que atropelló a alguien y que el tráfico de influencias la liberó de pugnar su castigo judicial; Dalia Ortega de la Vega no es la Lady de la Roma, sino, tristemente, la asesina de Laura Rodríguez.

Hay que problematizar que casi siempre, cuando las mujeres son evidenciadas públicamente, ya sea injusta o justamente, se vierten expresiones y cuestionamientos misóginos que nada tienen que ver con el punto central, sino que aluden a su sexualidad, a su cuerpo o a su edad. Me temo que, a final de cuentas, para el patriarcado y sus operadores, todas las mujeres somos unas putas.

Los actos de cada una de las mujeres citadas en este texto son inaceptables, han generado humillación y sufrimiento a otras personas, y entonces uno de los temas claves es cómo las mujeres somos patriarcales y pensamos que por eso formamos parte del selecto grupo con beneficios y privilegios, pero se nos olvida, o tal vez ni siquiera lo sabemos, que nosotras no estamos incluidas en los pactos del poder patriarcal, y que cada vez que reproducimos y validamos la ideología de este sistema, legitimamos nuestra opresión y la de otras personas. Y también, hay que recordar que debemos evidenciar nuestros sesgos misóginos y entender que la representación y concepción de las mujeres están permeadas por éstos.