NOVIEMBRE 2017

Del amor a la necesidad. 30 años del IV Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe

Elvira Hernández Carballido comparte el recuerdo de su primer acercamiento al feminismo. Discusiones, acuerdos y diferencias fueron el crisol de relevantes manifiestos, así como de la unidad que impera entre las integrantes del movimiento.

"Hemos desarrollado una lógica amorosa -todas nos necesitamos, todas somos iguales- que no nos permite aceptar el conflicto, las diferencias entre nosotras, la disparidad entre mujeres. Para demostrar este entretejido es necesario acabar con esta lógica amorosa y pasar a una relación de necesidad. Las mujeres nos necesitamos para afirmar nuestro sexo, para tener fuerza. Asumiendo la lógica de la necesidad reconocemos nuestras diferencias y nos damos apoyo, fuerza y autoridad. En otras palabras, si reconocemos que otra mujer tiene algo que nosotras no tenemos -mayor capacidad organizativa, mayor desarrollo intelectual, mayor habilidad para ciertos trabajos- entonces le damos nuestra confianza, la valorizamos y la investimos de cierta autoridad. Porque en su fuerza encontramos nuestra fuerza y nos valorizamos como mujeres. LA FUERZA DE UNA MUJER ES LA FUERZA DE LAS MUJERES."

1987, en Taxco, Guerrero, llegaban mil quinientas mujeres para reflexionar, compartir, debatir y reconocer la fuerza del feminismo. Talleres, plenarias y reuniones, encuentros y desencuentros, coincidencias y debates, todas feministas. Sin duda, el documento titulado "Del amor a la necesidad" representó la esencia de ese evento, el IV Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe.

En efecto, firmado por 16 mujeres de Argentina, Perú, Chile, Bolivia, Ecuador y México, entre ellas Marta Lamas, Margarita Pisano y Viviano Erazo. El texto fue resultado del taller "La política feminista en América Latina" donde este grupo femenino reflexionó y reconoció los avances y retrocesos logrados hasta ese momento. Una aportación significativa fue reconocer 10 mitos feministas y con argumentos sólidos derribarlos uno a uno:



MITO RECONOCIMIENTO
1. A las feministas no nos interesa el poder.

2. Las feministas hacemos política de otro modo.

3. Todas las feministas somos iguales.

4. Existe una unidad natural por el solo hecho de ser mujeres.

5. El feminismo solo existe como una política de mujeres hacia mujeres.

6. El pequeño grupo es el movimiento.

7. Los espacios de mujeres garantizan por sí solos un proceso positivo.

8. Porque yo mujer lo siento, vale.

9. Lo personal es auténticamente político.

10. El consenso es democracia.
Las feministas deben admitir que les interesa el poder, poder para transformar, poder para crear una sociedad democrática.

Hasta el momento la política hecha es atrasada, arbitraria, victimizada y manipuladora. La política mejorará en cuanto se acepte la unidad en la diversidad.

Somos diferentes, se debe aceptar la disparidad.

No caer en el mujerismo.

Es una de las grandes contradicciones con la idea del feminismo como fuerza transformadora.



Se debe dejar de idealizar, evitar los guetos.


Debe aceptarse que entre mujeres puede haber debates, no coincidencias, procesos negativos que deben dejar una enseñanza.

Un error fatal creer que el cuerpo de mujer garantiza validez a las propuestas surgidas.

Se cae en arbitrariedades al generalizar o volverlo una simple consigna.

No debe confundirse en consenso con la unanimidad.

El documento se difundió de inmediato, el suplemento Doble Jornada y la revista FEM lo integraron completo a sus páginas y la memoria que se hizo del evento también lo citó palabra por palabra. Cabe destacar que este texto ya histórico fue posible hacerlo gracias a quienes se encargaron de ser las coordinadoras de todo el encuentro: Amalia Fisher, Ángeles Necoechea, Eli Bartra, Julia Barco, Lucero González y Bertha Hiriart.

Precisamente en la Memoria del IV Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe se reúnen fotografáas que delatan la unión y la alegría, las grandes personalidades presentes como Graciela Hierro y Elena Urrutia. La provocadora presencia de las brasileñas con sus playeras que recuperaban el prestigio de ser brujas. Las nicaragüenses y el hallazgo de sí mismas luego de enfrentar la dictadura de Somoza. Las mujeres mexicanas que se habían integrado a los movimientos populares luego del sismo de 1985. Hay testimonios, entrevistas y reflexiones. Hoy, todas ellas, representan una serie de evocaciones que muestran la manera en que el movimiento feminista se ha construido, reconstruido, reinventado y renovado.

Ese año de 1987, el encuentro fue escenario de infinidad de talleres que lo mismo debatían sobre el cuerpo y la sexualidad, la maternidad y el lesbianismo, el lenguaje sexista y la religión.

Dicha memoria también reproduce las charlas y discusiones que se desarrollaron durante esa semana de octubre que todas tuvimos voz, nos escuchamos para identificarnos o para marcar respetuosos límites.

En la plenaria del último día, nunca la olvidaré, se discutió mucho la autogestión, los beneficios o complicaciones de aceptar financiamientos o si el movimiento feminista podía avanzar junto al movimiento popular de las mujeres. Esta última problemática fue muy provocadora, las académicas y las señoras de barrios urbanos, las mujeres indígenas y las artistas, las intelectuales y las feministas históricas empezaron a gritar una consigna que poco a poco hizo vibrar a Taxco:

¡Todas somos feministas, todas somos feministas, todas somos feministas!

La memoria recupera la reflexión de Lucero González, que me resulta muy simbólica. Ella dijo:

"Creo que las feministas siempre hemos sido minoría, y una minoría porque estamos subvirtiendo cosas y una minoría porque nos estamos atreviendo a vivir de otra manera y sentí que en el Encuentro a esta subversión se le mediatizaba; que a esta subversión se la apañaban, que a esta subversón le tapaban la boca, sin embargo, la utilizaban. Yo me pregunto ¿si las feministas no hubiéramos estado en el Encuentro, estas mujeres que tan duramente nos critican, nos agreden, nos violentan y nos utilizan, hubieran tenido la apertura que tuvimos nosotras al abrirles las puertas del Encuentro?"

Las impresiones fueron muy honestas, pero al mismo tiempo diferentes, mostrando la pluralidad del feminismo. Destacaron tanto la diversidad, como los acuerdos y desacuerdos. El IV Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe fue un escenario que se llenó de buenos presagios y prospectivas compartidas:

"Me voy con grandes interrogantes sobre el futuro. Pienso que podemos caminar integrando tres planos de profundización feminista: El teórico (avances nuevos, proyectos), el integrado al crecimiento personal de los grupos de mujeres (toma de conciencia feminista) y el de entrada al tema mujer y movimientos populares.
Los tres están relacionados y contribuyen al crecimiento de todas. ¿:Lo lograremos? ¡Adelante!"

Tengo la necesidad de compartir que fue la primera vez que yo me acerqué al feminismo. Bertha Hiriart nos invitó a Maribel Inclán, Josefina Hernández Téllez, Isabel Barranco y a mí para ser reporteras y publicar crónicas, entrevistas y notas de lo ocurrido en Taxco en el número de diciembre de la revista FEM. Fue así como escuché a las feministas más importantes del momento, exploré temas nuevos para mí, trabajé por primera vez bajo la tutela de mi madre periodística Sara Lovera, y sobre todo, me convertí en una de las cuatro fantásticas, como fuimos bautizadas las cuatro amigas por trabajar con mucho compromiso periodístico.

El IV Encuentro Feminista me dio pautas para pasar del amor a la necesidad, a repetir como un karma:

"En la fuerza de cada feminista está la fuerza del movimiento feminista".

Que 30 años no es nada...