“ENTRE MUJERES INSURGENTES Y REVOLUCIONARIAS”
FACULTAD DE CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES
UNAM
Jueves 29 de abril. Mujeres insurgentes
- Josefina Hernández Téllez. La educación femenina en 1810
- Layla Sánchez Kuri. Presencia femenina en la Independencia.
- Elvira Hernández Carballido. Leona Vicario, la corresponsal de los insurgentes.
- Rosalinda Sandoval Orihuela. Los taconazos de Doña Josefa
Moderador: Vicente Castellanos Cerda
Inaugura: Maestro Arturo Guillemoud Rodríguez Vázquez
Salón 12 Edificio de Posgrado (“F), 18:00 horas, FCPyS
Viernes 30 de abril. Mujeres revolucionarias
- Rosa María Valles Ruiz. Periodista y feminista: Hermila Galindo
- Elsa Lever M. El Universal y las mujeres periodistas
- Gloria Hernández Jiménez. Mujeres, revolución y fotografía
- Francisca Robles. Los corridos y la presencia femenina
Moderadora: Noemí Luna García
Inaugura: Maestro Arturo Guillemoud Rodríguez Vázquez
Sala Lucio Mendieta, Edificio de Posgrado (“F), 18:00 horas, FCPyS
EDICION DE ENERO 2009
Por Elsa Lever M. Periodista con Maestría en Comunicación por la FCPyS de la UNAM, diplomada en Género por el PUEG de la UNAM, y en Feminismo por el CEIICH de la UNAM. Llega otro año, y con él la etapa de reflexión, asimilación de lecciones, de decir sí a los cambios, de proyección de nuevas actitudes, y de recarga de energías para lo que venga. Sí, etapa de reflexión. Tenemos que recuperar nuestra capacidad de pensar. ¿Qué ideas y pensamientos tenemos como persona, como colectivo, como sociedad? Se dice que los pensamientos son el andamiaje mental sobre el que conceptualizamos nuestra experiencia o nuestra realidad. ¿Qué realidad hemos creado? ¿Qué tan diferente la queremos? ¿Qué tenemos que hacer para ello? Es cuestión de reflexionarlo, asentarlo, decirlo y hacerlo. El proceso de pensamiento es un medio de planificar la acción y de superar los obstáculos entre lo que hay y lo que se proyecta. Además, no hay pensamiento sin motivación. Consciente o inconscientemente, todo el tiempo nuestra mente trabaja en respuesta a motivaciones, no importa si son originadas en el ambiente natural, social o cultural, o en el sujeto pensante. Mejor es hacerlo conscientemente, imprimiendo en ello nuestros cinco sentidos. Hay que automotivarnos. Podemos conceptualizar nuevas realidades basadas en mejores principios de convivencia; podemos re-crear nuestra vida cotidiana bajo pensamientos más positivos. Por eso es importante hacer propósitos a inicio de año. Porque es una forma de reflexionar, "planificar la acción y de superar los obstáculos entre lo que hay y lo que se proyecta"; es decir, de pensar. Les propongo algunas ideas para esa lista. Y es vital registrarlas por escrito, porque el lenguaje ayuda al pensamiento a hacerse cada vez más concreto. El pensamiento se conserva y se fija a través del lenguaje. 1.- Realizarme el Papanicolaou y si soy mayor de 40 años, la mastografía. 2.- No permitir más el maltrato, de cualquier tipo. 3.- Ejercitar mi cuerpo. 4.- Alimentar sanamente mi organismo. 5.- Liberar mi mente de recuerdos dolorosos. 6.- Liberarme de rencores y resentimientos (cualquiera). 7.- Dejarme ayudar. 8.- Ayudar a otras mujeres. 9.- Disfrutar mi sexualidad. 10.- Reunirme con mis amigas más seguido. 11.- Olvidar la obsesión de querer ser una supermujer. 12.- Superarme profesionalmente (cursos, diplomados, concluir estudios interrumpidos, etc.). 13.- Leer un libro cada mes y comentarlo. 14.- Meditar y alimentar mi espíritu. 15.- Desarrollar mi creatividad. Pero sobra decir que lo más importante es que la acción acompañe a la reflexión y al propósito. Por eso revisa cada mes la lista para ver cómo van las cosas, lo que no has cumplido y automotívate para lograr lo que te falta. Feliz 2009 a todas y todos. » Lee el texto completo... | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Comunicación: El periodismo actual deshumaniza la noticia
Por Mirta Rodríguez Calderón Corresponsal de Semlac A estas alturas de su vida, con muchos caminos recorridos en los universos de la comunicación social y el feminismo, Amparo Moreno, profesora catalana de la Universidad Autónoma de Barcelona, tiene dudas de que la categoría género pueda dar de sí toda su carga transformadora a favor de la equidad, pero sigue convencida de que el feminismo tiene futuro. Autora, entre otras obras y ensayos, de la guía para humanizar la información titulada ¿De quien hablan las noticias?, la académica sostiene que la comunicación del presente se ha olvidado de la gente para centrarse en instituciones, entidades, estructuras y "en las representaciones del poder, que es masculino y es adulto, asentado en el androcentrismo". Su libro, recién editado por ICARIA de Barcelona, ofrece un compendio de la metodología que ella y sus colaboradoras del Laboratorio de Comunicación Pública Florencia Rovetto y Alfonso Buitrago emplearon para estudiar los diarios catalanes de tres años. El propósito fue determinar, justamente, cuáles son los temas, los enfoques y los protagonismos presentes en la prensa catalana de la llamada transición, léase transición a la democracia después de la dictadura de Francisco Franco. Audaz en su vida personal y artífice de teorías novedosas que vinculan la Internet con la participación ciudadana, y las redes informáticas con las ciudades y las gentes: "porque Internet es como una gran ciudad y sus herramientas son ideales para la democracia…", Moreno sigue acariciando proyectos en esa dirección. Dichos así, sus asertos pueden perderse en una maraña de razonamientos disímiles. Una parte de su vida se la ha pasado proponiendo metas difíciles de entender en una primera reacción. Pero ella ha conseguido probar muchas de sus verdades, a las que se ha aferrado con fuerza porque "emprendo las cosas con una pasión desbordada, y en este momento me encuentras en un bajo tono, estoy un poco agotada de este esfuerzo…". Los porqués tienen que ver con que no todo el mundo entiende ni la fuerza ni la importancia de que la gente pueda actuar por sí misma y vigilar cómo lo hacen quiénes tienen el poder. Y otros, que sí lo entienden, no desean verse fiscalizados por una construcción de ciudadanía, activa y actuante, con recursos tecnológicos y de comunicación para decir, señalar y aun denunciar. Aunque también para apoyar, expandir y multiplicar posibilidades democráticas. Las redes de Internet son como las ciudades "Si consideramos que cada nudo de Internet es una ciudad -explica la profesora--, también una ciudad es una malla tupida donde hay centros y periferias. Internet me ayudó a ver que lo que yo quería hacer: explorar perspectivas no céntricas sino excéntricas, pues a través de Internet tenía estas herramientas. "Del primer Internet, donde podíamos hablar de interactividad, hemos pasado a unas webs que permiten la participación de mujeres y hombres de diversas condiciones en la construcción de conocimiento, desde distintos puntos de vista, para poderlo articular. "En estos años hemos ido desarrollando esta visión. Lo primero que hicimos fue una web que se titulaba: paseo por la red de comunicación desde... con la idea de que cada cual pudiera trabajar desde su localidad." De ayer a hoy Hace 10 años, Amparo Moreno estuvo en la Universidad Simón Bolívar de Quito, donde participó en un encuentro de comunicación que anticipó futuros tanto en materia tecnológica como pedagógica. Allí estuvo también Jesús Martín Barbero, otro precursor, maestro de nuevas visiones. Para entonces, lo que Amparo Moreno explicó sonaba a galaxias, carruseles y montañas rusas, donde un conocimiento avanzado se perdía en los recovecos de lo que parecía inalcanzable. Hoy todo eso es posible. La académica vio probadas sus prospecciones. Aunque no siempre se ha sentido comprendida del todo, sí ha tenido apoyo en el área profesoral y en las corroboraciones de una realidad urgida de forjar la democracia desde la gente misma, que haga y que diga. "Durante ese tiempo, lo que hicimos también fue una investigación sobre la representació n de mujeres y hombres en la prensa. La metodología utilizada en ¿De qué hablan las noticias? es la misma que usé en un libro de 1998 que se llamó La mirada informativa, en el cual desarrollaba el análisis de la prensa desde la transición hasta ahora", explica. Y añade: "vimos que la mirada informativa ha mantenido una perspectiva androcéntrica: hacia los varones adultos en centros de poder". "En estos momentos, los sujetos de esa información ya ni siquiera son esas personas, sino los datos abstractos y las instituciones. Es decir, la información se ha deshumanizado". "La conclusión sería que el periodismo ha expulsado a los ciudadanos como sujetos de la construcción democrática y, por tanto, se trata no solamente de incluir a las mujeres, sino de reconsiderar la noción de noticia desde una perspectiva más humana", expresa. "Por ejemplo, la crisis actual: podemos volvernos locos con cifras, con índices, con datos macro, pero eso sólo ayuda a que las personas nos distanciemos de lo que les pasa a las personas, y ¿de qué manera puedo yo intervenir para que esto cambie?", se pregunta. "Si, además, construyo mi información atribuyendo una especie de omnipotencia a esas instituciones y dejando fuera de toda posibilidad la intervención de las personas, entonces estoy deshumanizando la información", agrega. Darle la vuela a la información Hasta no hace mucho, Amparo Moreno fue jefa del área de investigaciones de la Universidad Autónoma de Barcelona, donde ahora es catedrática de Historia de la Comunicación: "Tuvimos un equipo de investigación que se llamaba Feminario: mujeres y cultura de masas, y durante un tiempo lo dirigí. Con él hicimos estas investigaciones. Mi empeño es más que introducir una perspectiva de género exclusivamente, es "darle la vuelta" a la información". En lo que se refiere a los estudios de género, considera que estos atrapan a quien analiza dentro de una dualidad que no toma en cuenta que "el modelo hegemónico es un modelo complejo, que articula género, etnia o pueblo de origen y clase social. Y todo eso lo mira en una perspectiva desde los centros de poder". "Para mí tiene que ver con construir un pensamiento que cuestione la voluntad de dominar de unos seres humanos sobre otros, que cuestione la expansión, el dominio y el saqueo de unos pueblos sobre otros…", subraya. "Para asumir el antagonismo del dominio de unos pueblos sobre otros, los seres humanos tenemos que asumir antagonismos interiormente: no es sólo entre mujeres y hombres, sino dentro de cada persona, lo que consideramos superior o inferior", reflexiona. En su opinión, "se ha tomado una vía más fácil, que ha servido para tener ciertos recursos públicos, los cuales han permitido enfilarse en otras líneas que no dejan de ser posiciones clasistas y etnocéntricas" , afirma. "Y ahí viene mi discrepancia profunda con los estudios de género. Cuando yo me lo planteé, vi que tenía un instrumento que es el análisis marxista que atendía a la clase, otro instrumento que es el feminismo que atiende al sexo y al género. Pero son instrumentos separados. Y cuando yo me analizo como persona, cuando piensas que estamos hablando de las personas, esas divisiones no se dan por separado". "Cuando se alude sólo al género se está generando un feminismo victimista como si las mujeres no tuviéramos alguna complicidad. Si no lo reconozco, como si el género fuere la única división, no puedo generar un pensamiento que permita intervenir frente a esa complicidad". "Ya teníamos, con el marxismo, un feminismo de lucha de clases. Pero no nos cuadraba porque era una lucha de clases desde el espacio público. Que permite a una mujer aceptar que su marido sea un revolucionario que viola a su hija; que puede tener esas contradicciones. ¿Por qué? Porque el sistema de divisiones sociales y sus modelos son complejos. Entonces, hay una mujer que puede asumir eso y otras cosas…" "De modo que a mí me parece que el análisis del género simplifica excesivamente el tema y, desde el punto de vista de una teoría feminista, lo considero una aberración. Llevo muchos años peleando con esto y he visto cómo la noción de género se imponía como si fuera el abecedario. Sé que está en crisis, afortunadamente. Ya toca fondo. Y la propia sociedad está reclamando visiones plurales. Pero han de ser complejas, no son simples. ¿Tiene futuro el feminismo? "Yo espero que lo tenga porque yo sigo ahí. Pero creo que ha de ser otro feminismo. Aunque he de reconocer que el feminismo es uno de los pocos ámbitos donde queda un pensamiento crítico. Donde podemos estar haciendo esta autocrítica. Hay otros ámbitos universitarios donde esto ya no existe. El análisis marxista se eliminó porque se decidió que ya no existían las clases sociales… Cuando el problema es que siguen existiendo las clases. Debemos ir a una perspectiva más compleja. Porque el solo análisis no es una varita mágica". Como tampoco lo es, habría que decir, el producir noticias sin esa perspectiva abarcadora y múltiple por la que aboga Amparo Moreno. Por lo pronto, su libro ¿De quién hablan las noticias? enseña a preguntarse, ante cada producto comunicativo, "¿a quién se enfoca esta noticia?, ¿dónde están las personas, en qué escenarios, haciendo qué?". Ese y otros contenidos de su obra (www.icariaeditorial .com) pueden ser, ciertamente, una guía para la acción. (Especial de SEMlac, enero 2009). » Lee el texto completo... | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Maternidad lésbica: ¿para qué?
Foto: Página 12 Por Patricia Karina Vergara Sánchez Feminista, periodista y profesora "Mi cuerpo es mío... para abortar... para parir “. Era una frase de las Madres Lesbianas Feministas Autónomas en Argentina [1], que reivindicaban la maternidad lésbica como un ejercicio de apropiación del cuerpo y de los deseos lésbicos. Coincido: nuestro cuerpo, nuestra elección. Una maternidad ejercida no desde la inmanencia, no desde la obligación cultural, no desde la demanda biológica. Una maternidad deliberada, buscada y conseguida, ejercicio de libertad y amor hacia una misma, hacia la nueva o el nuevo ser convocada, como se convoca una maravilla. Sin embargo, esta libertad idealizada líneas arriba, se torna una falacia cuando se mira en el entorno que el realizarla es mucho más que complejo. La posibilidad de la inseminación y otras formas de reproducción asistida son una fantasía para muchas. Como la mayoría de los aportes científicos a la humanidad, fue apropiada por la tiránica ley del mercado. Así, en América Latina, la lesbiana que tiene recursos, muchos recursos económicos, puede pagar y ejercer su derecho a la maternidad. Para las que no tenemos esos mismos recursos, se suma a la lista de libertades inalcanzables. La cuestión de clase, una vez más nos divide. La legislación jurídica en contra de la discriminación y por el acceso a igualdad de oportunidades, que permitiría a lesbianas y mujeres solteras este servicio en forma pública y gratuita, es un clamor que apenas se levanta y que llevará muchas batallas hacer realidad. Esta falta de acceso es una condena que pone en peligro a quienes buscan la maternidad lésbica pues si bien existen hombres donadores. Amigos, hermanos, conocidos, existe el riesgo de que posteriormente busquen imponer condiciones económicas, emocionales, físicas e incluso sexuales. Diversos tipos de chantajes a cambio del semen otorgado. La “caza” del semen que por desgracia todavía se practica, teniendo encuentros sexuales no protegidos, en busca de un embarazo, es una ruleta rusa que puede implicar Infecciones de Transmisión Sexual e incluso la muerte, y queda por discutir el sometimiento del ejercicio de la sexualidad como una capitulación en pro de la reproducción. El poder de la ciencia al alcance de unas cuantas no es un accidente económico, es una realidad que implica responsabilidad. El hecho de que unas tengan acceso al privilegio y lo ejerzan sin antes exigir que la opción sea para todas las que lo deseen, es ya ser parte de la construcción opresora. Aún más, hay mucho que trabajar en torno pues, incluso, las del privilegio económico llegan a ser maltratadas en los consultorios por especialistas que discriminan, que cuestionan, juzgan moralmente y llegan a negar el servicio. Un segundo rango de la opresión por medio de la inseminación y otros métodos de reproducción asistida es la perpetuación de la discriminación racial. No más niños nuestros de grandes ojos negros y piel morena. Veo hoy, a lesbianas en mi país frecuentemente abriendo sus cuerpos al semen anglosajón. Lesbianas latinas pariendo niños rubios. Quien paga manda y ellas compran el que sus hijes han de responder a la idea de lo estético mediático impuesto. He escuchado un comentario: “Ya sé que yo soy morena, pero quería que fuera como mi abuelo, que era alemán, para que fuera más aceptado". Otro: “Pues sí, compramos semen de un ruso, pero no es por el color de la piel, es sólo para que no sea tan bajito, sólo una ayuda a los genes”. Pareciera que lo importante, desde algunas que hablan de la “diversidad” es ser lo más “iguales” al molde del poder. Más allá de la forma en que engendramos a nuestros hijos, habría que preguntarse, también, esta maternidad para qué. Qué tan distinta podría ser la nuestra a una maternidad heterosexual, si seremos constreñidas por la misma realidad que dicta sobre todas las mujeres que eligen ser madres y las que no eligen la maternidad, pero se someten a ella. Realidad de menor índice de acceso laboral y salarial a nuestro género, en donde existen guarderías insuficientes, falta de apoyos para madres heterosexuales o no, en pareja o no, en todas sus formas. Falta de redes de apoyo y lógica de competencia entre mujeres. Además, calles llenas de escaleras, hoyos e impedimentos para circular con embarazos avanzados, con niños o niñas en brazos o con carreolas, pasando por un entorno de inseguridad para los niños, acosos físicos, ideológicos y sexuales a nuestres adolescentes, horarios laborales inflexibles, hasta llegar a la injusta distribución de la riqueza que implica desigualdad y violencia en salud, educación y de calidad de vida para nosotras y para les nuestres. Sumado a lo anterior, la maternidad lésbica se enfrenta a cuestionamientos, burlas, censura, atropellos, desprotección total a las madres por opción, agresiones, padres biológicos que pelean custodias, jueces que discriminan y señalan, vecinos, maestros de los hijos...hay innumerables casos, que es preciso no perder de vista, pues implican formas de violencia extras que se imponen a nuestra realidad. En esta cuestión de lo visible, hoy existen lesbianas con innumerables blogs en el ciberespacio hablando de ese ejercicio de la maternidad, quienes cumplen una parte de esta función que puede mantener atenta la mirada. Aunque, por supuesto se trata de quienes tienen el acceso a las tecnologías de la información, de quienes, aún cuando se quejan de gastos y presiones económicas pueden publicar, tomadas con su cámara digital, fotografías de hermosas habitaciones decoradas en rosa y llenas de juguetes, la ropa de bebé en su espera de maternidad o el primer puchero, con muy escasa reflexión política. Sin embargo, hay otras formas de ser lesbianas y ser madres, que pasan a la inexistencia opacadas ¿negadas, desconocidas? por la lógica L World, como la de la mujer que es obrera y tiene salario mínimo, o la que trabaja en la recolección de la basura, o la que sólo tiene educación primaria, que parecieran maternidades no tan glamorosas, que no siempre tienen medios a su alcance para mostrarse, para encontrarse y por tanto no son nombradas. Hay un común en las palabras de quienes sí son visibles. Madres lesbianas, las de los libros, las revistas y los blogs quienes cuentan de la dificultad para salir del closet con familias, de la educación de les niñes, de cómo conciliar con familias heterosexuales, de la pareja y el lugar en donde viven: la “aceptación social” como demanda principal. ¿Es así la maternidad lésbica? ha de tratarse de mamá y mamá, criando niñes y repitiendo el viejo y agotado modelo heterosexual, en busca de la aceptación social, de la normalización. Esgrimir cifras en donde se expone que los hijos y las hijas de lesbianas pueden ser heterosexuales, según el estudio tal; que pueden ser eficientes en la escuela, que socializaran normalmente, que no serán tan diferentes: ¿Y qué, si no son heterosexuales; y qué, si son diferentes? ¿No es una trampa de hegemonización más? Dar nietos, sobrinos, ahijados. Demostrar que no somos tan distintas, “familias como otras, familias modelo”. Habría que preguntarse qué tanto responde este discurso a la mirada y aceptación de los otros. Cabría preguntarnos, en estas condiciones, ser madres, una y otra vez: por qué, para qué. Hasta la propia palabra “familia” resultante del latín famulus: sirvientes, esclavos, patrimonio del amo, me causa conflictos. La familia, tal como la concibe el patriarcado, es indispensable como lugar de reproducción de las formas e ideologías en donde unos imponen sobre otras y éstas sobre los más pequeños; y se nos hace creer a todes que la imposición es la única forma posible de organización: en lo privado y en lo colectivo. Asimismo, es el lugar en donde las mujeres con el trabajo doméstico no asalariado y las dobles jornadas, sostienen las economías del capitalismo; donde a los hombres se les ata en la venta de su fuerza de trabajo en el campo o en la ciudad; donde a les niñes se les prepara para ingresar a los mercados laborales. Y entonces miro a mi alrededor a lesbianas valiosas afanadas en movimientos que buscan desesperadamente “derechos” que incluyan a nuestras “familias” en el discurso de la democracia neoliberal, que agotan sus energías y capacidades solicitando que nos reconozcan como parte del sistema opresor, olvidándose de cuestionar, justamente, el mismo sistema opresor. Estos gastos de energía y trabajo, llevan a la consecución de un puesto político para alguien, a enfocarse en cumplir metas de instituciones gubernamentales con agendas que no siempre responden a nuestra realidad, o a logros civiles rasurados y Light, en el ejemplo de México, D.F., la Ley de Sociedad de Convivencia, que curiosamente, después de la batalla dada por participantes de las más diversas clases, sólo tiene sentido para quienes tienen privilegios económicos. ¿Es, de verdad el Estado neoliberal, ahora en nuestro país de extrema derecha, el interlocutor con quien tendríamos que negociar? Parece muy conveniente a este sistema tenernos ocupadas en luchas atomizadas, con estos logros a cuenta gotas. Hace unos años las madres Lesbianas Feministas Autónomas de Argentina, escribían: “Hoy por hoy lo importante en todo caso sería tener bienes para dejar a nuestra compañera, antes que el derecho a herencia, tener trabajo para anotar a nuestra pareja en la obra social, poder darles una educación a nuestros/as hijos/as para preocuparnos cómo va a figurar nuestra pareja en la escuela. Si bien los derechos civiles facilitarían algunas cosas, lo importante es el cambio cultural y social…” Entonces, podemos comenzar a preguntarnos, qué tanto la maternidad lésbica se está acercando a significar formas de comercialización respecto a nuestros cuerpos, de consumo, de restricción de libertades, racismo, discriminación, reproducción y sujeción a roles, de clientelismo político en fin, muchos rostros de la misma opresión. Yo no quiero ser madre lesbiana en este marco, ni dentro de los moldes de la maternidad impuesta. Ni siquiera ser madre buena, ni abnegada, ni hacer o dejar de hacer únicamente en el nombre y bienestar de les hijes. Sara García en las películas del cine mexicano de hace décadas ya lloró mucho la abnegación de las “cabecitas blancas”. No quiero una maternidad que signifique renuncias. De otra forma, de otro modo tendría que poder ser una maternidad lésbica. ¿Entonces, la maternidad lésbica puede ser gozosa, reivindicativa, deconstructora, propositiva, contestataria, incluso? Y, si nos permitiéramos soñar e imagináramos, entonces, que otras técnicas, modos y construcciones pudieran haber, por ejemplo maternidades subversivas: Recuperando la inseminación artesanal que practicaban lesbianas en los 60s y 70s, y algunas, por lo que sé, en Europa lo hacen todavía. Apelando a inseminaciones gratuitas o de bajo costo de organizaciones médicas solidarias. Llamando también a solidarios hombres de activismo y movimientos sociales que donaran, sin vínculo ni compromiso posterior, su semen para apoyar nuestro acceso a la libre maternidad. Es decir, arrebatarle nuestra maternidad a la tiranía del mercado de la ciencia, al sistema de capitales que nos impiden decidir sobre nuestra posibilidad de concebir, de disponer sobre nuestros cuerpos. Libertad lésbica para engendrar, tan importante como el acceso al aborto lo es para las heterosexuales. Y, una vez teniendo la posibilidad real de ejercer la maternidad a nuestro alcance, sin la trampa de la fantasía del “algún día” condicionado por las legislaciones, lo económico y las presiones sociales, entonces: Poder decir: Sí, o poder decir: No a la maternidad. En un acto de decisión, de verdadera elección sobre nuestros cuerpos y sobre nuestras vidas. Más allá del mero acto de concepción: Negarnos a establecer copias de las organización clásica heterosexual y jugar a la normalización “familiar” en donde se perpetúa y se prepara para insertar a nuestres hijes en la lógica de las jerarquías, la economía del consumo y la dominación de unes y otres. Por ejemplo, preguntarnos si gestación y crianza tiene que estar obligatoriamente encadenadas. O, si pueden ser acuerdos distintos entre dos o varias mujeres. Por ejemplo, crear redes de apoyo, cuidados y compañía en donde madres gestantes y no gestantes, jóvenes, bebés, niñes y mayores construyésemos otras formas organizativas, colectivas. Responsabilizarnos hasta del agua y la tierra, en una visión comprometida de lo que hacemos y enseñamos. Hablar de empatía a les niñes que criamos, hacerles sentir, comprender y considerar las necesidades específicas de quien se encuentra a su lado, humane, animal o planta. Cuando no somos, ni vivimos, ni producimos, ni actuamos, ni pensamos bajo los roles de hombres y mujeres al servicio de la forma de vida antisolidaria y neoliberal, amenazamos en los hechos el sistema de producción. Además, con el peligro secundario de que pudiese cundir el ejemplo y que hombres y mujeres en general comiencen a preguntarse sobre estos roles y plantear otras formas de organizarse, no más familias tradicionales; organizarnos para la atención de niños y enfermos; organizaciones comunales, educativas, de producción, de explotación de recursos naturales, incluso otras formas del trabajo. Formas, propuestas, colectivas, horizontales no impositivas. Las herramientas existen: el feminismo, las propuestas libertarias, rebeldes, contestatarias, las posturas críticas en general. Hasta podemos soñar un mundo de justicia social, económica y política, de salud, de equidad, de derecho al placer y de amor. Sobre todas la cosas, apostemos por revivir la cualidad revolucionaria lésbica de la disidencia. Si Disentimos de la heterosexualidad obligada, de la monogamia impuesta, de los roles de género asignados, disintamos entonces, si la elegimos, de la maternidad tradicional. La propuesta va entonces porque politicemos esta maternidad, apropiarla: Voluntaria y transgresora. ¿Le entramos a dialogar? [1] MADRES LESBIANAS FEMINISTAS AUTONOMAS. La lesbiandad del ser. http://www.geocities.com/rima_web/madrelesb.html » Lee el texto completo... | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Feminismo y globalización: Una mirada desde América Latina
Por Francesca Gargallo Escritora, madre, trotamundo, profesora universitaria, ensayista, investigadora. Es fundadora de las carreras "Filosofía e Historia de las Ideas", donde sigue enseñando e investigando, y "Literatura y Creación Literaria", de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Es co-fundadora y colaboradora del suplemento "Todas" del diario "Milenio", de la Ciudad de México. Las primeras y más contundentes evidencias de que la globalización del sistema capitalista financiero tiene muy poco que ver con un mundo de cambios científico-tecnológicos unificado bajo la égida de la justicia planetaria son el crecimiento vertiginoso de las diferencias entre ricos y pobres, así como la doble medida con que los sistemas de comunicación y los sistemas políticos y económicos del mundo tratan a los liberales pertenecientes a ese 21 por ciento de la población mundial que controla el 78 por ciento de la producción de bienes y servicios y consume el 75 por ciento de los recursos económicos, alimentarios y energéticos de la Tierra, y las mujeres y los hombres que pertenecen al 79 por ciento de la humanidad restante, en los países de industrialización dependiente, cuando son críticos del supuesto desarrollo científico y de la economía de mercado. Esta doble medida las feministas la conocemos bien, puesto que la evidenciamos hace años para denunciar cómo el sistema de dominación responde de manera diferenciada a las mismas acciones si son llevadas a cabo por los miembros de un grupo considerado hegemónico (los hombres) y los de un grupo dominado (las mujeres). Nosotras empezamos a hablar de doble moral sexual, doble rasero jurídico, y doble valoración económica cuando quisimos visibilizar que una acción efectuada por los hombres era bien vista, o aceptada, o tolerada, mientras era duramente reprimida y condenada –social, económica o jurídicamente- si efectuada por las mujeres. Esta doble moral es efecto de una relación social –material, concreta e histórica- que refuerza con su ejercicio: la relación entre las mujeres y los hombres, ligada al sistema de producción y trabajo, que consagra la explotación de las primeras por los segundos, oponiendo sus intereses. [1] Hoy las feministas debemos empezar a reflexionar si el 79 por ciento de la humanidad ha sido “feminizada” (literalmente reducida a la clase social de las mujeres) por el sistema financiero transnacional, en modo de poderse permitir la represión de todos los actos que lleve a cabo para detener su explotación, o si las mujeres siempre fuimos el más evidente y totalizado de los grupos dominados por las sociedades desiguales, por lo que hoy otras mayorías son relegadas a una posición secundaria por el sistema, como nosotras lo fuimos en el pasado reciente y lo seguimos siendo en el presente a pesar de la visibilidad y poder que algunas, muy pocas, están alcanzando al interior del sistema mismo. La feminización de lo que se quiere conquistar es una constante en la historia de la Modernidad, [2] habiendo iniciado con la conversión del territorio llamado América por sus invasores en una “tierra para otros”, [3] eso es en una tierra y poblaciones al servicio de la riqueza y bienestar de otros, donde los habitantes originarios fueron desplazados en su propio territorio, al mismo tiempo que se explotaba su fuerza de trabajo y se naturalizaba su inferioridad social. Parecería que hoy el mundo entero y todos los pueblos y personas que no pertenecen a un puñado de clases dirigentes de la Europa centro-occidental, el Asia nororiental y el norte de Norteamérica son excluidos de la autorrepresentación de la modernidad -su civilización y su desarrollo- exactamente porque su trabajo le es indispensable a ese puñado de clases dirigentes para definirse como portadoras de una cultura política y económica modelo. [4] La globalización consiste básicamente en una reorganización profunda del sistema de producción, distribución y consumo a escala mundial. En nombre de una modernidad que sólo beneficia a quien la impone, se violenta el trabajo de las mayorías, las tierras ancestrales de pueblos que se han resistido a renunciar a su cultura tradicional, las riquezas ambientales de la humanidad, las formas agrícolas ancestrales de producción. La feminización del mundo no dominante correspondería por lo tanto a la apropiación por el occidente masculinizado del trabajo de hombres y mujeres, su cosificación como herramienta de producción y reproducción. Ahora bien, para perpetuarse, esta feminización necesita naturalizarse, volverse explicable mediante un esquema que jerarquiza la desigualdad en nombre de superioridades e inferioridades “naturales”, cuando no “raciales” [5] -o sea inmutables, ajenas a toda emancipación y marginadas de la historia- entre los seres humanos. Para analizar la globalización como un proceso de feminización de todas las mayorías del mundo debemos recordar que éste es el resultado último de un complejo sistema de represión de la materialidad e identidad de quienes el mismo occidente masculinizado define de antemano como impropios de emancipación política, libertad de juicio, derechos económicos y autodeterminación ambiental, por “atrasados” frente al modelo que impone y prohíbe alcanzar al mismo tiempo. Por nuestra experiencia histórica, rescatada por los estudios feministas, las mujeres sabemos que las sociedades dominantes que se identifican con la masculinidad linear y sus imposiciones culturales provocan que las y los dominados no accedan al conocimiento de su propia realidad. Terminan por vivirla como algo determinado desde fuera de su voluntad, sin relación con su ser, como algo impuesto por quien los odia. Según Carla Rice, “el odio hacia las mujeres –expresado tanto en las imágenes como en los actos de violencia cotidianos- nos empuja hacia fuera de nuestros cuerpos. Nos hace igualmente perder la razón”; [6] de idéntica manera, las mujeres y los hombres de los pueblos campesinos de México, India, Centroamérica, la región andina, la Amazonía, el África subsahariana, China, y otras regiones, sufren la expulsión de sus tierras y la violencia contra sus formas de vida, con la subsecuente conversión en indigentes urbanos dispuestos a cualquier trabajo legal o ilegal, como una condena de un poder que los rebasa y contra el que cuesta la razón organizarse. A la vez, así como muchas mujeres “migraron” hacia las formas de vida que consideran prerrogativas de la clase social de los hombres e intentan “masculinizarse” para sobrevivir a la violencia de la misoginia, millones de seres humanos migran hoy hacia Europa y América del Norte con la ilusión de alcanzar el modelo de vida de quien los explota. Lo que pierden al hacerlo no pueden analizarlo mientras enfrentan el hecho duro que desde 1980 no ha habido una disminución de la pobreza, sino que ésta se ha incrementado, provocando la dispersión y la agudización regional de un hambre que mata o crea daños irreversibles en las capacidades neuronales de la mayoría de niñas y niños del mundo. [7] Al no poderlo analizar, las mayorías pauperizadas de la globalización no pueden entenderlo: aun la vida en su condición de oprimidas y oprimidos sólo les representa un valor por ser el único capital que pueden invertir para la adquisición del status de trabajador-a-es de un país que dirige el proceso de globalización. [8] De tal modo, la experiencia de las mujeres echa luz sobre los procesos por los que atraviesan grupos de personas siempre mayores, por no decir la mayoría absoluta de la humanidad, y nos recuerda que cuando “una cultura siembra la desconfianza sobre sí misma, así como sobre el ser humano, logra constituir una sociedad agresiva y en constante defensa”. [9] Así cuando leemos al Secretario General de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Juan Somavia, afirmar que “La globalización destruye las industrias tradicionales y crea en consecuencia un aumento del número de desempleados superior al que los sectores industriales de tecnologías avanzadas son capaces de absorber. El resultado es la marginación de los trabajadores del mundo industrializado y también del menos desarrollado, que no disponen de posibilidades de adaptarse a la nueva situación”; [10] pues, cuando leemos estas palabras, deberíamos ser capaces de entender que esa mayoría que somos las y los trabajadores no sólo no dispone de las posibilidades de adaptarse sino que sufre la violencia de un cambio estructural impuesto. Según Óscar Olivera y Raquel Gutiérrez, “el viejo asalariado, con contrato fijo, concentrado en grandes empresas, sindicalizado con derechos laborales asegurados y reconocimiento corporativo ante el estado, rápidamente está dejando de existir, pero simultáneamente estamos ante un crecimiento de un nuevo tipo de trabajador asalariado y de obrero social mucho más numeroso y más importante económicamente que antes, aunque carente de organización, materialmente fragmentado, temeroso, sin presencia legítima ante el estado que no sea el simple voto ciudadano y desconocido en el valor económico de su agregación”. [11] La transformación laboral de la globalización no toma en cuenta ninguna organización gremial, precisamente para que las mayorías feminizadas no tengan el tiempo y las condiciones para adaptarse, se desbanden y no puedan defenderse colectivamente. De ahí a separar las y los obreros en unidades productivas menores, insertas en los ámbitos de la dominación patronal, muy semejantes a las familias donde la dominación masculina recluye a las mujeres, no hay sino un paso. La lectura de la feminización de las mayorías en la globalización es muy fácil para quien tiene claro que las mujeres no son inferiores a los hombres, sino que fueron arrojadas a conformar una clase social basada en el sexo, una “megaclase” interna a las demás clases que atraviesa las etnias y las religiones, para que su explotación sea considerada natural y su rebelión un hecho contra-natura. Como todas las desviaciones, la rebelión de las personas feminizadas debe reprimirse necesariamente en cuanto aparezca, pero es mejor que no se manifieste. Para ello, el sistema de explotación capitalista global aplica la constante represión de las opiniones divergentes a su discurso ordenador –ver los encarcelamientos de periodistas en la Convencional Nacional Republicana en Estados Unidos, por ejemplo- y desarrolla mecanismos (des)educativos de internalización de la inmutabilidad de la situación de las mayorías. No obstante, no podemos decir que, dada la feminización de todas las mayorías en la globalización, la miseria y la supervivencia no se están convirtiendo en condiciones muy específicas y generalizadas de las mujeres, así como que las mujeres sufren los embates de la transformación de la economía mundial de la misma manera que los hombres. Por un lado tienen una más antigua tradición de resistencia a la opresión generalizada, lo que les permite mantenerse en lucha aun cuando parece no haber esperanzas, y por el otro parten de una situación de desventaja inicial que hace más difícil sobrellevar la carga de la desigualdad que la globalización agudiza. Hablar de la feminización de la pobreza, por ejemplo, dadas las prácticas de despojo agrario, tecnologización del trabajo otrora campesino, pérdida de los apoyos sociales para las tareas de reposición de la mano de obra, “es hablar de una realidad que viene de lejos: el feminismo lleva tiempo utilizando esta expresión para connotar el creciente empobrecimiento material de las mujeres, el empeoramiento de sus condiciones de vida y la vulneración de sus derechos fundamentales. Cuando la impresión generalizada es la de que las vidas de las mujeres están mejorando en todo el mundo, las cifras desmienten este tópico. Es un hecho verificable, por ejemplo, que en las familias del Primer y del Tercer Mundo, el reparto de la renta no sigue pautas de igualdad, sino que sus miembros acceden a un orden jerárquico de reparto presidido por criterios de género”. [12] Uno de los efectos más rotundos de los programas de ajuste estructural inherentes a las políticas neoliberales es el crecimiento del trabajo gratuito de las mujeres en el ámbito doméstico, resultado de los recortes de los programas sociales por parte de los gobiernos en Europa y Estados Unidos, y, en América Latina, de la pérdida de credibilidad de los discursos sindicales, gremiales, colectivistas donde las mujeres pujaban para que las transformaciones políticas se dieran en los ámbitos público, privado e íntimo. Las funciones de cuidado (a la salud, a las niñas y niños, ancianos y en general a las personas dependientes, a la higiene, la nutrición y la educación) recaen nuevamente con todo su peso en las mujeres de familias que apenas principiaban a liberarse de ellas. Paralelamente, y no sin contradicciones, sobre todo en las periferias urbanas del continente latinoamericano, los crecientes índices de inseguridad social y violencia callejera conllevan nuevas obligaciones para las mujeres, desde las de evitar la visibilidad -tanto frente a la delincuencia como frente a la policía para no convertirse en víctimas sin esperanza de obtención de justicia- hasta las de asumir los cargos del cuidado colectivo, adquiriendo un rol de madres simbólicas de algunos sectores populares urbanos. En este caso, su trabajo obtiene un peso social, público aunque todavía no político, que redunda en la mayor seguridad de todas las mujeres, en la lucha por la vivienda, en la valoración de su experiencia, y en la configuración de relaciones sociales “diferentes de las hegemónicas”. [13] El cuidado colectivo, se explicita en comedores comunales, en organización popular femenina, en comités del vaso de leche, clubes de madres, juntas vecinales, escuelas y guarderías comunitarias, en Bogotá, Lima y demás ciudades, y siempre tiene que ver con la situación de pobreza de las mujeres-madres implicadas en él. [14] Estas mujeres-madres simbólicas y reales se anclan al barrio para proteger la movilidad de las otras mujeres y de los hombres de un núcleo familiar tan ampliado que abarca a la totalidad de su territorio. Los beneficios que reciben no son materiales, se ubican más bien en el nivel de la autoestima y la identificación social, pues sus trabajos “ofrecen a las participantes la oportunidad de salir del hogar y superar la situación de aislamiento que caracteriza su vida”. [15] No obstante, esta actividad agotadora y socialmente indispensable, no desmiente que el empleo asalariado de la mano de obra femenina se ha convertido para las mujeres de todos los sectores sociales en la casi única forma de trabajo reconocida por los censos, por muy disgregados por género que estén. Tampoco impide que las mujeres accedan al mercado de trabajo global en condiciones laborales inimaginables tan sólo en la década de 1980. Se les exige flexibilidad en los horarios y adaptación a actividades diversas, se les despide sin compensación, se controla su fecundidad, se calcula su disposición a trabajar en horarios irregulares, parciales o totales, sin ofrecerles ninguna condición de seguridad para acceder a las maquilas (no es casual que feminicidios y maquilas convivan en todo el territorio mexicano y centroamericano), [16] o se les obliga a prestar sus servicios a domicilio. “Saskia Sassen no sólo sostiene que se está feminizando la pobreza, sino que se está feminizando la supervivencia. En efecto, la producción alimenticia de subsistencia, el trabajo informal, la emigración o la prostitución son actividades económicas que han adquirido una importancia mucho mayor como opciones de supervivencia para las mujeres” [17] en la última década y media. Más allá de que las mujeres hayamos sido empujadas al trabajo asalariado cuando éste perdió todas sus garantías sociales, es necesario también notar que las estrategias de desarrollo que acompañan y sostienen la globalización neoliberal, al fomentar la idea que el trabajo es básicamente servicio, nos empuja al trabajo doméstico asalariado, a la industria del sexo –como tal o como derivada del turismo y el mundo del espectáculo- y de las remesas de dinero que las migrantes envían a sus países de origen. Éstas, como lo hace notar muy bien Jules Falquet al decir que las mujeres hemos sido obligadas –de manera forzada o por convencimiento mediático- a entrar a la globalización, son las herramientas de los gobiernos y de los organismos internacionales para amortiguar el desempleo provocado por la terminación del antiguo pacto social-demócrata del estado social y la modificación del mercado de trabajo, [18] en particular el abandono de la preferencia por la producción localizada por la de la comercialización global financiera. Como hace dos siglos la revolución industrial, la actual globalización “libera” una gran cantidad de mano de obra del campo, a través de privatizaciones forzadas de la tierra cultivable por las políticas de desarrollo y los planes regionales. Se trata literalmente de explotar las “últimas reservas de mano de obra disponibles, muy en particular la femenina y rural, que habían quedado en parte fuera de las relaciones de producción asalariadas”. [19] En Chile como en México, entre las silvicultoras y las pescadoras, en Colombia como en Paraguay, en toda Centroamérica, contra la propiedad colectiva y las organizaciones de pueblos originarios, se reforman las leyes, se lanzan planes regionales, se disminuye la producción de alimentos remplazándolos por productos agrícolas industrializables (la soya transgénica tanto como el maíz para los hidrocarburos), demostrando que los estados otrora impulsores de la emancipación y el desarrollo económico, se han tornado en instrumentos de la (des)regularización del mercado, enteramente subordinados al mundo de los negocios. De tal manera que lejos de desaparecer o “aligerarse” como pretenden los teóricos liberales, hoy son los organizadores de que al lado de la economía formal se desarrolle una vasta esfera de economía informal-mafiosa ligada a las finanzas especulativas, a los paraísos fiscales, a las ventas de armas, drogas y órganos, al tráfico de seres humanos, una “criminalidad financiera” que reinvierte sin fin sus considerables ganancias sin propiciar el bienestar de ninguna población. [20] Se sirve de ese mismo estado, pretendidamente débil o “adelgazado”, para que utilice todo el peso de su fuerza como capacidad represora, porque la criminalidad financiera necesita del orden de la propiedad privada, de la seguridad para sus inversiones y sobre todo del control de las mayorías para actuar cobijado por una impunidad que ya es legal [21]. En este clima político donde el límite entre delincuencia y legalidad se ha perdido, la Organización de las Naciones Unidas, la mayoría de las grandes empresas técnicas de asistencia (ONGs, misiones de apoyo, fondos), el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, aunque sean de hecho pesadas instituciones burocráticas, impulsan el fortalecimiento de la globalización al mediar con los elementos duros de las políticas financieras estatales, ejerciendo como instrumentos de persuasión/coerción de las bondades de la democracia occidental, del sistema de mercado, del turismo diferenciado, [22] de la no participación política, del consenso social. En pocas palabras, hacen el papel del policía “bueno” que en las sesiones de tortura intenta convencer a la víctima de colaborar con el policía “malo” para su bien. La resistencia al sistema me parece hoy la única forma de ganar tiempo, de detenernos en la corrida alocada hacia el fin del mundo al que nos condenan el ecocidio y el magnicidio que acompañan la globalización neoliberal. Un tiempo indispensable para crear una-s alternativa-s sociales a la globalización que no impliquen necesariamente el regreso al feudalismo. El feminismo nos puede explicar cómo las mujeres hemos desarrollados estrategias de sobrevivencia a la misoginia, para poderlas socializar y convertir en prácticas de enfrentamiento a la globalización neoliberal en cuanto formas de lucha contra el sistema de clase-género (se trata de estrategias políticas no hegemónicas ligadas a la historia particular de las mujeres como grupo dominado económica, cultural y socialmente, una historia que define su diferencia al interior del sistema de dominación masculina y que por ello mismo permite a las mujeres que tienen conciencia de ella construir alternativas a la idea eje del patriarcado, que es la idea de poder). Para ello es muy importante visibilizar (para controlar el hecho en sí como diría Foucault), denunciando y organizando a su alrededor la resistencia, que el sistema financiero global, al ser legalizador del crimen como método de gobierno, por un lado feminiza a todas las mayorías del mundo al convertirlas en una megaclase oprimida sin derecho a la emancipación, y por el otro ahonda las diferencia entre las mujeres y los hombres con el fin de reorganizar, como propone inteligentemente Falquet, el mercado de trabajo con base en la existencia de dos megagrupos humanos, el de los hombres en armas –que no importa cuantas mujeres, entendidas como seres sexuados, incluya- y el de las mujeres de servicio –que no importa a cuantos hombres incorpore. Estos dos grupos siguen siendo jerárquicos, pues las “mujeres de servicios”, lejos de alcanzar la igualdad sexual mediante su incorporación al trabajo, sufren un endurecimiento de las relaciones sociales por sexo al deberles servicios sexuales, laborales, de descanso, domésticos, de entretenimiento, de seguridad a los “hombres en armas” a cambio de su supervivencia económica. Eso es las mujeres se reconfiguran como clase laboral dependiente que sostiene el mercado de armas y de personas encarnado por los hombres definidos por su labor en los ejércitos nacionales y supranacionales, las policías privadas y públicas, las bandas delincuenciales, los traficantes de niñas, niños, armas, drogas, órganos, y mujeres para el solaz de un divertimiento “masculino” que incluye el espectáculo de la tortura y la muerte a nivel global. Para las feministas la lucha contra el sistema patriarcal capitalista, el sistema de dominación masculina en su etapa neoliberal de rápida movilización de bienes e informaciones, resulta urgente, pues en él todos los sistemas de explotación/opresión/dominación se refuerzan, el sistema de clases y el sistema racista, pero sobre todo el sistema jerárquico de opresión sexual. Notas 1 “Esta relación social es una relación de clase, ligada al sistema de producción, al trabajo y a la explotación de una clase por otra. Es una relación social que las constituye en clase social de las mujeres frente a la clase de los varones, en una relación antagónica (ni guerra de sexos, ni complementariedad, sino que llanamente una oposición de intereses cuya resolución supone el fin de la explotación y la desaparición de las mujeres y de los varones como clase)”: Ochi Curiel y Jules Falquet (compiladoras), El patriarcado al desnudo. Tres feministas materialistas: Colette Guillaumin, Paola Tabet, Nicole Claude Mathieu, Brecha Lésbica, Buenos Aires, 2005, p.8 2 Doy a la categoría de “modernidad” el significado de Sistema-Mundo propuesto por el historiador y sociólogo Immanuel Wallerstein para definir el sistema capitalista de matriz occidental y expansiva, cuyo desarrollo sistémico inició con la invasión de América en 1492, y que él hoy define en crisis terminal. “El moderno sistema mundial, como sistema histórico, ha entrado en una crisis terminal y dentro de cincuenta año es poco probable que exista”, Immanuel Wallestein, Conocer el mundo, saber el mundo. El fin de lo aprendido. Una ciencia social para el siglo XXI, Siglo XXI editores-UNAM, México, 2001, p.5 3 La idea que las mujeres en su conjunto, como “segundo sexo”, son construidas como “seres para otro”, se encuentra formulada en Simone de Beauvoir, El Segundo Sexo, (1947) Ediciones Siglo Veinte, Buenos Aires, 1981, dos vols. 4 La idea que los modelos son propuestos exactamente porque son inalcanzables, convirtiéndolos en imposiciones culturales -o “coerciones seductoras”- con consecuencias materiales, la he trabajado en muchas ocasiones en talleres y artículos para denunciar la “masculinización” como modelo propuesto por el sistema a las mujeres, con el fin de que se desgasten en conseguir ser como hombres y no puedan proponer una-s alternativa-s al sistema dominante (alternativas civilizatorias, como las definiría Margarita Pisano). Esta idea se encuentra también en Francesca Gargallo, Ideas feministas latinoamericanas, UACM, México, 2006 5 Por supuesto, no hay razas biológicas entre los seres humanos, pero la idea de raza ha ejercido su peso discriminatorio en la historia de la humanidad, y fundamentalmente a partir del proceso de Modernidad que racializó la esclavitud, ligándola al proceso de guerra y comercialización de las personas raptadas en África por el aparato comercial-colonial europeo para ser vendidas en América, racializando de paso también la sumisión, como actitud propia de los pueblos indios. 6 Carla Rice, Mi cuerpo es un campo de batalla. Análisis y testimonios, ediciones La Burbuja, Valencia, 2006, citado por María Elena Méndez, Adelay Carías y Melissa Cardoza, La vida vive en mi cuerpo, Centro de Estudios de la Mujer de Honduras, regucigalpa, 2008, p. 67 7 Bernardo Kliksberg, “La discriminación de la mujer en el mundo globalizado y en América Latina: un tema crucial para las políticas públicas”, VII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del estado y de la Administración Pública, Lisboa, 8-11 de octubre de 2002, en www.clad.org.ve/fulltext.0044502.pdf . Desde hace veinte años, la FAO intenta una desesperada defensa de sus actividades subrayando que pobreza y hambre no son sinónimos, y que la “revolución verde” que propició en la India a principios de la década de 1970 ha sido exitosa ya que ha reducido las hambrunas del subcontinente paquistano-indio-bengalí (Ver al propósito: “0cho falsos tópicos sobre el hambre en el mundo”, publicado en ABC, Madrid, 10 de noviembre de 1996, p.90-91, se encuentra también en ). A pesar del embate defensivo, numerosos estudios críticos posteriores demuestran que la relación pobreza-hambre es un hecho que desemboca en la desnutrición crónica y la muerte por inanición de enteras poblaciones (Laila Jauri Simarro utilizó datos de la misma Fao y de Unicef y el World Food Programme de 2005 para afirmar que “el hambre y la desnutrición son factores importantes del ciclo de la pobreza”, ver: “Desnutrición y pobreza. La plaga del siglo XXI”, en ) y que la “revolución verde” ha contribuido con creces en la desertificación del mundo, las hambrunas y la reducción de las tierras cultivables por desgaste ecológico (Ver: Mariela Zunino: “Argentina: lo que la soya se llevó… Desnutrición y hambre en el país de los alimentos”, Boletín CIEPAC, n.544, San Cristóbal de las Casas, 21 de septiembre de 2007, también en ) 8 A pesar de que la globalización es presentada por sus sostenedores como un proceso de construcción de la “aldea global”, en realidad es un proyecto imperialista de dimensiones extremas, donde los capitales se mueven rápidamente de un país a otro, aunque no dejan de pertenecer a un-os grupo-s de capitalistas o a conglomerados empresariales de un estado-nación capaz de imponer el libre mercado a los países que domina manteniendo para sí el privilegio del “proteger” su producción y su mercado. Este tipo de estado-nación dominante pone al servicio de su clase dirigente todo su poder de represión económica y militar. 9 Margarita Pisano, El triunfo de la masculinidad, Surada ediciones, Santiago de Chile, 2001, p. 15 10 Juan Somavia, Intervención en la X Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo, UNCTAD, 16 de febrero de 2000 11 Oscar Olivera, Raquel Gutiérrez y muchos otros, Nosotros somos la coordinadora, Fundación Abril-Textos rebeldes, La Paz Bolivia, 2008, p.84 12 Rosa Cobo y Luisa Posada, “La feminización de la pobreza”, El País, Madrid, 15 de junio de 2006. También en www.mujeresenred.net/spip.php?article620 13 Raúl Zibechi, América Latina: periferias urbanas, territorios en resistencia, Ediciones Desde Abajo, Bogotá, 2008 14 “Los comedores alimentan alrededor del 7% de la población de Lima, estimada en unos 7,5 millones. Pero ese medio millón de platos que reparten diariamente supone casi el 20% de la población en situación de pobreza extrema”, Raúl Zibechi, Ob. cit., p. 142 15 Cecilia Blondet y Carmen Moreno, “Cucharas en alto”, IEP, Lima, 2004, p. 20 16 A este propósito ver el estudio de Mariana Berlanga Gayón, El feminicidio: un problema social de América latina. Los casos de México y Guatemala, tesis para obtener el grado de Maestra en Estudios Latinoamericanos, UNAM, FFyL, agosto de 2008 17 Rosa Cobo y Luisa Posada, Ob. Cit. 18 Jules Falquet, De gré ou de force. Les femmes dans la mondialisation, La Dispute, París, 2008 19 Jules Falquet, Ob. Cit., p. 36-37 20 Jean Maillard, Un monde sans loi. La criminalité financière en images, Stock, París, 1998, citado por Jules Falquet, Ob. Cit, p. 43 21 Un caso paradigmático del uso de los estados por parte del capital financiero es el de las compañías hoteleras transnacionales. En Honduras, por ejemplo, éstas utilizan a los órganos represivos del estado hondureño para obligar, mediante medidas coercitivas que llegan al asesinato, a las mujeres garífunas a renunciar a sus tierras de labranza frente al mar (necesarias para que su cultura se sostenga, ya que implica el doble trabajo tradicional de la comunidad, el pesquero masculino y el agrícola femenino: ver Francesca Gargallo, Garífuna, Garínagu, Caribe, Siglo XXI Editores, México, 2001) en nombre del “desarrollo” de complejos turísticos en la costa Caribe del golfo de Honduras. En la actualidad, las y los garífunas de las comunidades de San Juan Tela, Tornabé, Miami, Triunfo de la Cruz están enfrentando un proyecto financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a través de un crédito de 14,9 millones de dólares, que prevé la construcción de un mega complejo que ocupará más de 500 hectáreas de tierra y una franja de playa de tres kilómetros, “Los Micos Beach & Resort Centre”, en cuyo interior se prevé edificar cuatro hoteles de alta gama, 256 casas de lujo, centros comerciales, parques temáticos, recorridos para paseos a caballo y el infaltable campo de golf. Para su realización, deben rellenarse 80 hectáreas dentro de la Laguna de Micos, lo que equivale a incrementar los peligros en caso de huracanes y a exacerbar la grave crisis hídrica que viven las comunidades de la zona, comprometiendo su equilibrio ecológico, provocando la alteración de los cursos de agua y, por tanto, del funcionamiento de los mismos humedales. La Laguna de Micos está registrada bajo el número 722 dentro de los humedales protegidos por la Convención Internacional de Protección a los Humedales, conocida como RAMSAR, y es parte del Parque Nacional Jeannette Kawas (PNJK). Según la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH), “El proyecto turístico Los Micos Beach & Resort Centre, que prevé una inversión de entre 140 y 200 millones de dólares, es parte del proyecto del BID conocido como el Programa Nacional de Turismo Sostenible (HO-0195), el cual también pretendió la construcción de un aeropuerto vecino a las Ruinas de Copán, lugar conocido con el nombre de Piedras Amarillas. La intervención de la UNESCO logró frenar las pretensiones del BID y de los empresarios turísticos, los que llegaron al extremo de utilizar al actual Ministro de Cultura para insinuar al organismo internacional que le retirará la distinción de Patrimonio de la Humanidad a las ruinas mayas, y así poder proceder a la construcción del aeropuerto”. El proyecto turístico de Los Micos viola numerosos acuerdos internacionales (Acuerdo sobre la Diversidad Biológica-CBD; el Convenio para la Conservación de la Biodiversidad y Protección de las Áreas Naturales en América Central -decreto 183/94), leyes forestales nacionales, directrices ambientales del propio BID , así como el reglamento interno del Parque. La historia de explotación del Caribe hondureño está manchada de sangre y ha sido ejemplo de represión en contra de las comunidades garífunas organizadas de la zona, que se oponen a la ocupación y explotación de sus tierras ancestrales en las cuales viven desde 1797. El 30 de junio de 2006, el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras, COPINH, tuvo que emitir un comunicado de solidaridad con la comunidad Garífuna de San Juan Tela, y en particular con “Jessica García, presidenta del Patronato de San Juan Tela. El día 22 del presente mes, un desconocido llegó a su casa para ofrecerle dinero a cambio de su firma de un documento reconociendo los derechos de la empresa privada PROMOTUR a las tierras comunitarias. Cuando rehusó aceptar la propuesta, le obligó firmar el documento a la fuerza, encañonándola con una pistola y amenazándola”. Asimismo, COPINH denunciaba: “la larga serie de amenazas y ataques contra la comunidad de San Juan Tela y la persecución de sus líderes comunitarios, hechos que han quedado en la impunidad. En noviembre del 2005, le quemaron la casa y archivos de Wilfredo Guerrero, presidente del Comité de Defensa de Tierras, quien ha sido encarcelado en varias ocasiones por su lucha en defensa de la tierra de la comunidad. En enero del año en curso, sicarios armados y encapuchados acompañaron a representantes de la PROMOTUR en San Juan e intimidaron a la comunidad. En marzo y abril del 2006, otras casas de miembros de la comunidad fueron destruidas. Es más, aún no se ha esclarecido el macabro asesinato del 26 de febrero de este año, cuando los cadáveres de Epson Andrés Castillo y Yino Eligio López se encontraron en una laguna. Los jóvenes Garífunas de la comunidad de San Juan Tela fueron detenidos la noche anterior por agentes de las fuerzas armadas de Honduras, quienes se informa estaban asignados a proteger el área destinada a la construcción del megaproyecto turístico Los Micos en la bahía de Tela”. 22 El turismo global es en realidad un sistema de servicios y prostitución de las poblaciones del sur del mundo, como lugar de destino turístico, para masas indocumentadas de habitantes del norte del mundo. El turismo no tiene reciprocidad para el derecho a la libertad de movimiento de las poblaciones del sur, pues tienen los caminos hacia el norte cerrados por falta de acceso a las visas y los requisitos económicos para su estadía. El turismo tiene por fin explícito propiciar los ingresos de las compañías hoteleras globales, todas de matriz europea, norteamericana o japonesa, que han suplantado las posadas familiares y la hotelería y los servicios de alimentación locales, y no el conocimiento de otras realidades, lugares y culturas. Se goza del permiso expreso de la autora para publicar este texto en MujeresNet.Info » Lee el texto completo... | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Resignificación de las mujeres en el arte
Por Gladys Villegas Morales Doctora en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, España; catedrática de la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana, México. Investigadora, también imparte cursos, conferencias y ha publicado artículos sobre el arte, las mujeres y género. Es coordinadora y/o curadora de 11 exposiciones colectivas y ha participado en más de 30 exposiciones colectivas y 12 exposiciones individuales, a nivel estatal, nacional, y en Argentina, Serbia, España y Canadá. Es autora de “Mujeres y Surrealismo”, capítulo en el libro "Creación artística y mujeres". Marian L.F. Cao (coord.). Narcea. España. 2000 y del libro “La imagen femenina en artistas mexicanas contemporáneas” editado por la Universidad Veracruzana en agosto 2006. El presente escrito se inserta dentro de las investigaciones feministas que tienen como objetivo recuperar la memoria histórica de las mujeres en todos los ámbitos del quehacer humano; en nuestro caso nos interesa recuperar a las mujeres artistas del pasado, que han sido sistemáticamente olvidadas por los historiadores, y que su recuperación significa la creación de nuestro linaje como mujeres, la recuperación de nuestra memoria histórica, que en términos prácticos significa el reconocimiento de que existe y ha existido una cultura femenina, es decir mujeres que han producido en el ámbito artístico. Las investigaciones feministas se han centrado como toda investigación científica en tres tipos de actividades: 1) en la elaboración de nuevas teorías o revisión de las ya existentes; 2) en la revaloración de las técnicas y métodos empleados, y 3) en la relación entre la actividad científica y los marcos valorativos y sociales externos a la producción científica. Nuestro tema está vinculado con la tercera línea de investigación, que ha consistido en someter a todas las Ciencias Sociales (donde se incluye a la Historia del Arte) a una re-visión y re-elaboración de sus conceptos, teorías y métodos desde una perspectiva de género. Estos trabajos de investigación han tenido varias etapas de desarrollo, ya que conforme se avanzaba en la investigación se iban descubriendo capas sucesivas de cultura que hacían que se modificaran, cuestionaran y/o se revisaran los supuestos de las investigaciones que se estaban llevando a cabo. Así tenemos que, en el rescate de las mujeres artistas del pasado, las primeras investigaciones consistieron en buscar lo que expresaban los autores masculinos de las mujeres artistas, asimismo se realizaron análisis de la obra de notables mujeres artistas, y se revaloró la tradición de la elaboración de productos domésticos y utilitarios, destacando la creatividad de las mujeres. Una segunda línea de investigación ha sido la búsqueda de textos de mujeres que analizan las características propias del pensamiento femenino y sus aportaciones complementarias o alternativas. Estas investigaciones se enfrentaron a serios problemas, mencionaremos algunos de ellos a modo de ilustración. En primer término podemos señalar la tendencia bastante acentuada que se tiene de considerar las obras anónimas como realizadas por hombres; particularmente podemos hablar de la prehistoria, de la antigüedad clásica, y más reciente, respecto a los libros de miniaturas efectuados en la Edad Media, donde estos libros eran realizados en conventos sobre todo de monjas ya que ellas eran las encargadas de las ilustraciones de los libros de oración. Un segundo punto a considerar es la asunto de la autoría, ya que existen obras hechas por mujeres pero que son atribuidas a los hombres. Algunos ejemplos de ello serían el de la monja ilustradora Ende (s. X), que cuando se le cita se refieren a ella como si fuera un autor masculino; asimismo la obra de Marieta Robusti (s. XVI) ha quedado subsumida en la del taller que dirigió su padre, Jacopo Robusti, mas conocido como el Tintoretto. Al ir profundizando en estas cuestiones, las investigadoras fueron levantando capas sucesivas de cultura y condicionamientos sociales y empezaron a cuestionar la estructura de la Historia del Arte. Por esto la crítica feminista pretende que la visión de la producción femenina sea una visión globalizadora y por eso propone una interdisciplinariedad de enfoques y aspectos: filosóficos, antropológicos, históricos, literarios, psicológicos, sociológicos, etc. Ya que al tomar en cuenta todos los factores sociales y culturales podemos hacer una interpretación acorde con la realidad del quehacer femenino plástico. Es decir, no es un fenómeno aislado el hecho de que no existan grandes pintoras en el pasado ni en el presente, ya que esta situación forma parte de todo un engranaje social que hace que las mujeres se comporten, vivan, piensen y se autodefinan de ciertas maneras y no de otras. Teniendo como marco de referencia lo anteriormente dicho, pasaremos a examinar algunos de los criterios que han seguido los historiadores del arte para conformar lo que conocemos como Historia del Arte. Nos centraremos en el análisis de tres conceptos: lo “femenino” en el arte, la jerarquización de los géneros y el concepto de “genio”. Estos tres conceptos nos sirven, por un lado, para ver cómo éstos inciden en que la presencia de las mujeres no sea significativa en la Historia del Arte, y a la vez estos conceptos influyen en su desvalorización como productoras del arte; y por otro lado, nos dan la pauta para dar una visión global de los cuestionamientos que las investigaciones feministas proponen en la revisión de los criterios en la construcción de la Historia del Arte, y que sirven para re-significar a las mujeres en el quehacer plástico. Lo “femenino” en el arte Los estereotipos sociales y culturales que predominan en nuestra sociedad respecto a las mujeres son un factor importante en el momento de analizar el trabajo y la presencia de las mujeres en el arte. El estereotipo de lo “femenino” es un producto de la cultura en la que vivimos y sirve como antítesis para determinar la contradicción que supone que una mujer sea una creadora, consumidora y productora cultural. Las obras de arte creadas por mujeres pasan por un filtro cultural específico, la identificación género-sexo, lo que impide que sus obras sean percibidas de la misma manera que las de sus contemporáneos masculinos. Podemos decir que de manera casi automática, este “filtro” hace que se busque en la obras de mujeres características y valores propios a la construcción cultural de lo femenino. La autora española, Bea Porqueres, nos muestra tres ejemplos al respecto: “La alusión al sexo de la artista parece inevitable cuando se habla de la obra de una mujer. Tres titulares, recogidos al azar, de reseñas aparecidas durante los meses de mayo y junio de 1992 en el suplemento 'ABC de las artes' lo confirman: 'Rosamarie Trockel: artes de mujer'; 'Barbafa Ess, fotógrafo inteligente' (no se trata de un error de transcripción, dice efectivamente fotógrafo -¡el crítico debe de considerar que fotógrafa e inteligente son un contrasentido!-); 'Lo femenino y Rebecca Scott'". [1] Esto quiere decir que, si hay una constante al referirse a lo femenino es porque la crítica y la Historia del Arte consideran que existe una forma femenina de pintar. Esto también se refleja en los adjetivos que se emplean para referirse a la obra realizada por mujeres: suavidad, intuición, delicadez, dulzura, gracia, ingenuidad, íntimo, entre otras cosas. Detrás de este conjunto de términos se esconden los tópicos reduccionistas sobre el concepto social y artístico de lo femenino. Al mismo tiempo, estos adjetivos rara vez se aplican para describir obras geniales, hechas por hombres; con esto queremos decir que las obras de las mujeres no son traducidas del mismo modo, ni con el mismo énfasis que las de sus contemporáneos masculinos. Los adjetivos con los que se suele hacer referencia a la obra hecha por los hombres están en la línea de: precisión, audacia, gravedad, brío, fuerza, entre otros. Y cuando se ha querido conferir valor a la obra de alguna mujer, se le compara con un hombre, es decir, se le pasa al grupo socialmente valorado como positivo. A modo de ejemplo podemos citar la frase que Diego Rivera utilizaba para referirse a Frida Kahlo: “es la pintor mas pintor que conozco”. De acuerdo con los investigadoras Roszica Parker y Griselda Pollock fueron los escritores victorianos los que encontraron en lo “femenino” una forma de conciliar el arte producido por mujeres con su ideología patriarcal burguesa. Estos escritores definieron las actividades de las mujeres, el gusto femenino, imponiendo sus limitadas definiciones del quehacer femenino, y separándolas del ámbito de la cultura; prepararon la creencia acerca de la innata falta de talento de las mujeres y su “natural” predisposición a pintar paisajes, naturalezas muertas, flores y miniaturas, lo que ha dado pauta, hasta la actualidad, para disminuir y devaluar el arte realizado por mujeres. La jerarquización de los temas artísticos Como ya comentamos, la moral victoriana junto con el ascenso de la burguesía fueron las situaciones que sentaron las bases para la desvalorización del arte hecho por las mujeres. La pintura había sido practicada, anteriormente, por necesidad y oficio en el caso de viudas o hijas de pintores, por devoción por las religiosas y como ocio culto por las mujeres de la aristocracia en los siglos precedentes. En el siglo XIX la pintura pasa a ser considerada, para las mujeres, como una forma de ennoblecer el espíritu y como una forma provechosa de ocupar su imaginación sin perjudicar la condición “doméstica” de la mujer, y así la pintura se convierte en un elemento que adorna las virtudes personales de las mujeres de clase media, pero se considera estrafalario que una mujer quiera triunfar en el mundo de las artes, coto decididamente masculino. Tenemos entonces que enmarcadas en esta situación, las mujeres “prefieren” pintar flores y naturalezas muertas, en vez de pintar, por ejemplo, desnudos: las flores son un tema fácil, cotidiano, intrascendente, adecuado para las mujeres. El delimitar el campo de expresión de la mujer a este género ha tenido como consecuencia que la pintura de flores sea considerada un género menor, y al devaluar el género floral, permite por extensión, devaluar a las mujeres que lo practican. La representación del cuerpo humano desnudo, por el contrario, es un tema altamente valorado. Pero las artistas han encontrado serias dificultades para poder practicar la pintura del desnudo. Una de ellas ha sido de tipo institucional, en primer lugar hasta mediados del siglo XIX las mujeres no podían asistir a la Academia, lugar donde se realizaban los estudios de desnudo, con modelos vivos; y cuando se les permitió el acceso a las Academias, aún debieron esperar muchos años para que les permitieran acceder al dibujo y a la pintura de desnudos. Pero además hay que señalar que otros condicionamientos más profundos han cerrado a las mujeres el acceso a la pintura del desnudo: la representación del desnudo es un vehículo para expresar sentimientos y sensaciones relacionados con la sexualidad, por tanto difícilmente las mujeres podemos expresar nuestras emociones respecto a la sexualidad cuando se nos ha limitado su libre expresión. El desnudo ha sido considerado un género mayor, y podemos decir que ha sido considerado como la forma más elevada de arte figurativo; la mayoría de pintores han realizado desnudos. La situación de exclusión que han vivido las mujeres para acceder a la representación del desnudo, es un factor que no se tiene en cuenta, y es significativo para analizar los temas que las mujeres han “elegido” como vehículo de su expresión plástica. Las artistas han abordado el tema del desnudo prácticamente en el siglo XX. El desnudo, pintado por mujeres es un tema poco analizado desde una perspectiva feminista. Pero plantea una de las preocupaciones centrales del pensamiento y la práctica feminista: la existencia o no de una mirada de las mujeres como sujetos de la creación (artistas) y de la lectura de imágenes (espectadoras). El concepto de genio Existen mitos de poder entorno al Artista, y uno de ellos es la construcción del “genio” que se ha venido consolidando en los últimos siglos. La construcción de este concepto está vinculada a factores económicos y sociales que influyen en la forma en que el arte es producido, e influyen en la forma en que los artistas -como hombres- son educados y sus obras son recibidas. Veremos como los comportamientos atribuidos al genio son sólo permitidos a los hombres: la genialidad es un atributo viril. El siglo XIX fue un período de reestructuración de los papeles de hombres y mujeres; la ideología dominante atribuyó a las mujeres el papel de “ángeles del hogar”, seres domésticos que tenían que mantenerse apartados del mundo exterior, dedicados en cuerpo y alma al mundo privado, dejando lo público en manos de los hombres. El arte es definitivamente codificado como dominio del “genio” y el genio como atributo masculino. Anee Higonnet nos dice que las mujeres del siglo XIX tenían muchos factores en contra si querían aspirar a algún tipo de carrera profesional, y en particular de la profesión artística comenta: “El factor específico más penetrante y persuasivo en materia artística era el concepto que se tenía del genio como de naturaleza exclusivamente masculina. Lentamente se fue desarrollando, a partir del Renacimiento y solidariamente unida a una jerarquía de las formas de arte, una idea según la cual la creación artística y su cualidad específica se explicaban mediante el genio. Se suponía que el gran artista nacía con genio, genio que triunfaría a pesar de cualquier obstáculo circunstancial y que se manifestaba en obras maestras de belleza trascendental. Todas las formas artísticas se clasificaban según el grado de genio que contuviesen. La pintura histórica, mitológica o religiosa. (…)A las mujeres en cuyo trabajo se percibiese el genio se les declaraba anormales o, en el mejor de los casos, asexuadas. Los atributos de la feminidad se oponían diametralmente a los del genio.” [2] La idea de que las mujeres no tienen genio, es una idea generalizada durante el siglo XIX, y en boca de historiadores, críticos, filósofos y artistas es una verdad absoluta. Se creía que el genio era un rasgo determinado biológicamente, las mujeres no lo tenían, por tanto las mujeres estaban excluidas de cualquier pretensión de genialidad en el campo artístico. Linda Nochlin en 1971 publicó su famoso artículo “¿Por qué no ha habido grandes mujeres artistas?”. Importante artículo que sirvió de partida para muchas investigadoras. Nochlin considera que el concepto de “genio” es uno de los mitos creados por la Historia del Arte, y que ésta construcción está fuertemente vinculada con las instituciones y con la educación: “La pregunta que formulábamos es simplemente la punta del iceberg de la mala interpretación y concepción. Bajo ella descansa una gran cantidad de ideas almacenadas sobre la naturaleza del arte y sus concomitancias, sobre la naturaleza de las habilidades humanas en general y de las excelencias humanas en particular, y del papel que juegan los órdenes sociales en todo esto.” [3] De acuerdo con esta investigadora podemos decir que, el arte no es una actividad libre y autónoma de individuos superdotados, sino que la completa situación de la actividad artística ocurre en un determinado contextos, dentro de un orden social y político, y ésta actividad está mediada a la vez por instituciones sociales específicas y definibles, como pueden ser las academias de arte (aprendizaje y enseñanza), los sistemas de patronaje o los marchantes, el mercado artístico, críticos de arte, entre otros. El planteamiento de esta pregunta ha suscitado polémica y controversias, ya que aceptar la existencia de “grandes artistas” o “genios” significa que se acepta el hecho de que no han existido mujeres que pudiesen ser valoradas como tales. Durante los últimos diez años se han realizado multitud de investigaciones que, por un lado, recuperan a las artistas del pasado, analizando el contexto donde han vivido y producido su obra, cuestión fundamental para evaluar a las artistas en términos que no impliquen situarlas en una categoría inferior respecto a los artistas. Y por otro lado, están los análisis y reflexiones sobre el concepto de “genio” con una perspectiva de género, y cómo se ha constituido su relación a través de la historia. A modo de conclusión Estos prejuicios y estereotipos, como tantos otros, han echado profundas raíces en nuestra estructura social e ideológica y dificulta la tarea de las investigadoras feministas en su propuesta de construir un nuevo paradigma, al tratar de cambiar las prácticas y la ideología dominante en la construcción de la Historia del Arte: “El problema no está en que a las mujeres artistas se les destierre o se les desarraigue, sino en que nunca han ocupado ese espacio de un modo socialmente reconocido.” [4] La reflexión que podemos hacer a partir del análisis colectivo de estos conceptos es que tenemos elementos que apuntan una nueva lectura de la Historia del Arte, así como una nueva definición de la cultura y la sociedad utilizada por el arte. Las mujeres artistas siempre han existido. Aunque muchas veces sus intervenciones las han realizado desde fuera de la “cultura”, dada las condiciones a las que se han visto sometidas de marginación y desvalorización social y económica. Ellas han trabajado consistentemente y en gran número a pesar de la discriminación. El trabajo o la obra de cada mujer es diferente, y está determinado por los factores específicos de sexo, clase y período histórico. Las mujeres han hecho sus propias intervenciones en las formas y en el lenguaje del arte, ya que ellas forman parte de la sociedad y de la cultura. “Desde el presente, historiadoras del arte feministas han mirado a la artistas del pasado a partir de presupuestos teóricos y metodológicos diversos pero no excluyentes. No existe una sola manera de acercarse a las obras femeninas del pasado ni una única forma de interpretarlas; de la pluralidad de planteamientos han surgido estudios ricos en propuestas y sugerencias que permiten avanzar en la reconstrucción de la Historia de las Mujeres.” [5] Notas: 1 Porqueres, Bea. (1994). Reconstruir una tradición. horas y Horas. España, p. 72 2 Higonnet, Anne. “Las mujeres y las imágenes. Apariencia. tiempo libre y subsistencia” en Duby, Georges; Perrot, Michelle (dir.). Historia de las mujeres. Vol. 4. España. Taurus, p. 276 3 Nochlin, Linda. “Why have there been no great women artist?” en Nochlin, Linda. (1988). Art and Power and Other Essays. Nueva York. Harper & Row, p. 35 4 Méndez, Lourdes. “Género, arte y obra” en VVAA. (1988). San Sebastián. La Primitiva Casa Baroja, p. 120 5 Porqueres, Bea. (1994). p. 92 (Publicado en la Revista Entreumanos, Universidad Veracruzana. Año 2 No. 3 y 4 Agosto 2004). Se goza del permiso expreso de la autora para publicar este texto en MujeresNet.Info » Lee el texto completo... | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Ciber
Por Elizabeth Carreño Caballero Arquitecta egresada de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), con especialidad en Restauración y rehabilitación de edificios históricos. Maestrante en Ciencias de la Educación y dedicada al diseño interior y la construcción privada. Terminé cansada, exhausta, rendida, complacida. Prendí un cigarro y dejé que mi cuerpo se relajara. Este tipo de cansancio es el que quisiera gozar todos los días. No te amo, ni tú me amas, sin embargo desde que nos conocimos hicimos un pacto de cinismo que nos empata de maravilla. Nos divertimos, jugamos, reímos, sabemos nuestras realidades pero estamos alejados de ellas. Lo que importa es el momento, el presente, el instante en el que nos damos sin mesura, sin preocupaciones, sin remordimiento alguno. Nada nos interesa más que el poder sentir. El poder sentirte. Es reconfortante, sensual, inexplicablemente excitante. Me provocas más de lo que crees. Te deseo más de lo que crees. Te extraño más de lo que crees. Te ansío mucho más de lo que crees. Eres un oasis humectante. Eres una ráfaga de aire fresco. Eres un vergel fértil y húmedo. Eres fascinantemente incansable. Eres inquietantemente indisciplinado. Eres peligrosamente manipulador. Eres ofensivamente indecente. Eres impacientemente impúdico. Eres irrespetuosamente deseable. Eres un deleite irracional. Eres un entretenimiento usable. Eres poseíble. Ha sido un placer en todo sentido toparme contigo, descubrirte y permitir que me descubrieras. Esta falsa relación que mantenemos ha sido lo más honesto con lo que me he encontrado. Me gusta cómo me hablas, las irreverencias que me dices y que me haces hacer. Me gusta verte, tu cuerpo te delata, denuncia tus sucias ideas. Me gustas, me encanta hablar contigo, escuchar tu voz, ver cómo te mueves, cómo me acechas, cómo te acercas a mi cuerpo sin tocarlo, cómo me esperas, me das mi tiempo, mi espacio. Me gusta lo que me haces sentir. Me gusta tu aguante, tus habilidades, tu instinto insolente. Me gusta tu ausencia de lealtad. Me gusta que no hay nada que perder. Ni sentimientos, ni promesas, ni siempres, ni nuncas. Sólo el falso augurio que impulsan estas fiebres. Sin conteo de horas, de días, de meses, de años, de lunas compartidas. Sin escribir historias, ni atesorar recuerdos. Sin llamadas en horario regular, ni encuentros forzados. Sin remedios para la locura, para la falta de vergüenza. Y muero de ansiedad, porque esta noche te encontraré nuevamente, en el ciberespacio y la red será testigo otra vez de toda la lujuria que despiertas en mí... » Lee el texto completo... | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
19 de Septiembre
Por Sandra Sierra Limones Libertaria, comunicóloga, editorialista y comprometida con las luchas de las mujeres. Actualmente trabaja en el Instituto Municipal de la Mujer de Boca del Río, Veracruz, México. Lo tengo todavía muy presente. Llegaba de la escuela primaria contenta, mi mamá estaba de vacaciones y seguramente habría comida caliente... En cambio, llegué a observarla con un gesto de preocupación que no me gustó nada, y la televisión de la cocina me aclaró el motivo: había habido un temblor de proporciones descomunales y mi mamá obviamente, y como siempre, estaba preocupada por la suerte de sus hermanos. A mi tío Talo el sismo le cambió la vida y empezó un largo navegar para recuperar un lugar donde vivir luego que su edificio quedó dañado, de mi tío Carlos supo pronto, me enteré años después que fue gracias a la comunicación interna de CFE, paraestatal donde trabajaban ambos, un sistema que ahora se antojaría obsoleto pero que en ese momento reencontró familiares y recobró tranquilidades. Días después mi madre me dio una de esas lecciones con el ejemplo que son las que más valen: recorrimos la colonia, casa por casa: mi mamá explicaba que ella era vecina y que iba a ir a la Cruz Roja a dejar algunos víveres y artículos de primera necesidad, por si querían darle alguna cosa que llevar para los miles y miles de damnificados del D.F. De más de una persona, desgraciadamente no recibimos más que desconfianza y malas caras, pero a mi mamá pocas cosas la detienen en la vida, y no iba a ser esa una de ellas; llenamos la histórica Brasilia de agua, ropa y latas. No fue la primera vez, mi mamá no se ha quedado con los brazos cruzados cuando sabe que puede hacer algo más, sabe que la diferencia está en sentir las desgracias como propias, y ya hasta mi hijo ha recorrido las calles pidiendo solidaridad cuando algún desastre natural lo ha hecho necesario. No es lo que te sobre, sino el esfuerzo adicional, el valor agregado para obsequiar tu ayuda. Mi madre se ha dedicado a estas tareas con el mismo ahínco y tesón con el que logró criar a dos hijos y una hija de forma solitaria. Pocos seres se merecen tan dignamente el calificativo de humanos como mi mamá, ojalá hubiera más como ella, pero ojalá nunca vuelva a haber un 19 de septiembre como ése... » Lee el texto completo... | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Sangre Cíclica
Por Elsa Lever M. Periodista con Maestría en Comunicación por la FCPyS de la UNAM, diplomada en Género por el PUEG de la UNAM, y en Feminismo por el CEIICH de la UNAM. Sangre. Esa que nos acompaña durante toda nuestra vida reproductiva. ¿Qué piensas de ella? ¿Qué idea tienes al respecto? ¿De aceptación con alegría, de aceptación porque no hay de otra manera, o de rechazo, incluso de repulsión? ¿Cómo le llamas: "el menstruo", "el flujo", "la regla", "el mes", "el periodo", "la época", "la visita", "la novedad", "la luna", "la monstruación"? Tal vez parezca raro abordar el tema de la menstruación, porque sólo sale en las pláticas cuando nos quejamos de lo dolorosa e inoportuna que nos resulta. O cuando es parte del riguroso interrogatorio ginecológico. Y en los medios sólo es cuestión de la publicidad. No he escuchado a nadie hablando bien de ella. Es tema tabú, de voz baja, de esconder las toallas femeninas para que nadie se entere que estamos "en nuestros días". Se busca que no sea "incómoda", "sucia", que "no huela" a lo que es. Ocultar, camuflar. ¿Por qué nadie dice que le gusta menstruar? (quizá sólo quienes aún no esperaban o no estaban preparadas para la menopausia). ¿O que lo consideran algo hermoso, mágico o perfecto en nuestro cuerpo? ¿O que nuestra sangre es limpia y fresca? PARA LEER EL ARTICULO COMPLETO SIGUE ESTE LINK Etiquetas: Ovario Fuerte de Elsa Lever M. » Lee el texto completo... |
A mi madre periodística: Sara Lovera
Por Elvira Hernández Carballido Doctora en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Comunicación. Profesora investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, fue jurado en el reciente Premio Nacional de Periodismo. La periodista Sara Lovera celebra cuarenta años en el periodismo nacional. Cuarenta años de denunciar e investigar. Cuarenta años de dar voz a las mujeres de este país. Cuarenta años de escribir bien y de hacer recordatorios maternos con energía para darse a respetar en una sala de redacción o para ganar la noticia. Cuarenta años de aprender de ella, de leer sus reportajes, sus notas, entrevistas, crónicas y comentarios. La conocí cuando estudiaba en la universidad. La verdad, en ese año de 1984, varias compañeras y yo fuimos a buscar a Carmen Lira, hoy directora de La Jornada. Nosotras queríamos organizar una serie de conferencias con mujeres periodistas destacadas en México. La misma Carmen Lira nos dijo que era necesario invitar a Lovera: "¿La conocen?". Avergonzadas negamos con la cabeza. "Es la que escribe en esa mesa". Y nos la señaló. Entonces padecí el primer dolor de estómago, como cada vez que la veo hasta la fecha. Rostro serio y voz dura, directa. Fumaba un cigarro y tecleaba con rapidez en su máquina de escribir mecánica. Redactó rápidamente su cubículo y por primera vez nos miró a los ojos. Mirada decidida, retadora, interrogativa, inolvidable. Juré que nunca la olvidaría. Entonces encontraba sus reportajes en el periódico Uno más uno y la evocaba con mucha facilidad. Recuerdo que después del terremoto del 85 fue de las primeras reporteras en recuperar los testimonios de las costureras, quienes por esta tragedia lograron denunciar todas las explotaciones que padecían. Poco después, me invitaron a escribir en el suplemento DobleJornada, que ella coordinaba. Mi primer texto no se publicó en el número prometido y pensé que no había gustado. Entonces, la encontré en una conferencia en el auditorio del Sindicato de Electricistas. Me acerqué a saludarla. Reconoció mi nombre y me preguntó directo: "¿Me vienes a insultar porque no publiqué tu artículo?". Tartamudeé, seguramente le dio gracia, pero me invitó a colaborar cada mes en esa publicación feminista. Fue así como aprendí a ser reportera, a tener seguridad en lo que escribía, a recibir críticas si fallaba algo y ser felicitada si el texto periodístico estaba bien hecho. La observé discutir en juntas, ganar la nota en muchos eventos, escribir concentrada en su máquina de escribir y después en su computadora, gritar de groserías cuando algo la indignaba o le desagradaba. Nunca olvidaré esas noches en las instalaciones de Balderas cuando escuchábamos el tema que ella elegía para trabajarlo en un reportaje o en una crónica. Las reuniones para criticar o felicitar por el trabajo logrado. Discusiones y gritos, abrazos y buenos deseos. Las correcciones a las entradas, la precisión de las fuentes periodísticas, la astucia para conseguir la nota, el talento para redactar un texto atractivo. Desde entonces digo con orgullo que es mi madre periodística, de quien aprendí el compromiso social principalmente con las mujeres. Periodismo feminista y Sara Lovera son sinónimos, son palabras que siempre van juntas, son razón de vivir, un pacto lleno de sororidad, compromiso eterno y leal. Sara Lovera fundó Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC), agencia de noticias de mujeres, escenario para sensibilizar periodistas sobre la importancia de mirar a las mujeres e incluirlas en el contexto periodístico. Sigo colaborando para ella en la agencia, me invita a dar algún curso, la encuentro en congresos. El dolor de estómago continúa cada vez que la veo, su carisma impone, su personalidad impacta, su presencia brilla en cualquier lugar que se presente. La admiro demasiado, la quiero más. Decir cuarenta años, se dice fácil, pero ese tiempo incluye miles de notas y textos periodísticos, entrevistas y reportajes. Entradas noticiosas y remates contundentes. Críticas directas y denuncias valientes. Sara Lovera ha sido premiada por muchas organizaciones, no hay un rincón del país donde una mujer periodista no reconozca en Lovera a una maestra, a una guía, a una inspiración y un ejemplo. Sara Lovera, mi madre periodística, una gran periodista mexicana, feminista por siempre. Felices cuarenta años de periodismo. Y los que faltan. Etiquetas: Meditaciones de Elvira Hernández Carballido » Lee el texto completo... |
Violencia que no cesa. Primer homicidio femenino en Ciudad Juárez
Por Sara Lovera *Periodista mexicana, fundadora de Comunicación e Información de la Mujer AC(CIMAC); nominada a 1000 mujeres por el Nobel de la Paz 2005, ha colaborado en diversos medios como El Nacional, El Día, Uno más Uno, La Jornada; fue directora del suplemento Doble Jornada, y actualmente es corresponsal de Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y del Caribe(SEMlac) en México, integrante del Consejo del Instituto de las Mujeres del Distrito Federal y todos los lunes forma parte de la Mesa Periodistas del Canal 21, el Canal de la Ciudad de México en TV por Internet. La tarde del domingo 4 de enero se informó, por distintas agencias, del hallazgo de la primera víctima del feminicidio que azota a Ciudad Juárez desde 1993. El homicidio de una joven de entre los 25 y 30 años, no identificada, habla de signos de tortura, de un cuerpo echado en un canal de irrigación en la zona norte de esa ciudad ubicada en Chihuahua, en la frontera con Estados Unidos de Norteamérica. La policía lo halló en Valle de Juárez, en los alrededores de la funesta ciudad que ha cobrado casi la tercera parte de las más de cinco mil ejecuciones del año que murió el miércoles pasado. No cabe duda que la violencia que va significando el perfil de este país no cesa. Arrasa contra todo el mundo, es incontenible, inexplicable, inaceptable, insufrible. También se informó de otras tres víctimas femeninas en Jalisco, Sinaloa y Michoacán la madrugada del año nuevo. Víctimas civiles y por su condición, en reyertas entre hombres. Al feminicidio, como fenómeno de la discriminación femenina en un país sin asidero ni democracia, en medio de la peor crisis económica mundial conmueve, me rebela contra lo que se quiere ver como un destino sin salida. Las mujeres estamos en un verdadero peligro. Las autoridades reconocen el hallazgo de este domingo como el primer feminicidio mexicano de 2009. La misma noticia se conoció en el segundo día de 2009 en la República Dominicana. Los datos estremecen. Ahí un individuo mató a tiros a su compañera sentimental, y trató de suicidarse. La noticia también indigna. En Ciudad Juárez, donde toda justicia sigue pendiente, el cuerpo de la joven, fue tirado a un canal de aguas residuales con lesiones realizadas con arma blanca, en un paraje localizado a la altura del kilómetro 39 de la carretera Juárez-Porvenir, donde está el poblado El Millón. Las incógnitas son las mismas para más de 400 mujeres asesinadas desde que en 1993 las empezó a contar, a partir de las notas periodísticas, doña Esther Chávez. La impunidad también parece la misma, los hallazgos nos han mostrado cómo la violencia como sinónimo de resolución de conflictos es un modo de vivir de las clases política, económica y de poder en México. A tan aterradora noticia la precedió el saldo del día primero de enero de 2009. Con datos lacónicos de la prensa nos amaneció el nuevo año teñido de sangre y barbarie. El resumen es sencillo y terrible: dos emboscadas de sicarios contra militares y un total de 18 ejecutados fue el saldo de las acciones del crimen organizado en las primeras horas de 2009. El primero de enero, en Uruachic, Chihuahua, un grupo de narcotraficantes se enfrentó con miembros del Ejército, dejando un saldo de tres sicarios muertos e igual número de soldados heridos. Los militares fueron atacados cuando realizaban un recorrido para encontrar plantíos de mariguana. Unos minutos antes, alrededor de las 2:40 de la madrugada del primer día del año, fue asesinado de cuatro disparos Luis Alejandro García. Pasadas las cuatro de la madrugada, en la colonia Azteca apareció el cadáver de un hombre de aproximadamente 35 años de edad. Antes, a las 00:20 horas falleció en el Hospital General de Ciudad Juárez José Rodolfo Esparza, de 18 años de edad. La víctima tenía heridas en el pecho como consecuencia de los balazos sufridos previamente. Y en el occidente, en La Huerta, Jalisco, una riña entre las familias Madrigal y Virrueta acabó con la vida de cuatro personas en plena noche de año nuevo. Murieron por balas de 0.45 milímetros: Leopoldo Madrigal Betancourt, de 46 años; María de Jesús Virrueta Baltazar, de 45; Macario Madrigal Virrueta, de 18, y Efraín Valencia Madrigal, de 23. Y hacia el Pacífico, en Los Mochis, Sinaloa, Karla Chaparro, su hermano Ray Desel y el padre de ambos, Carlos Chaparro, murieron después de ser atacados esa misma noche. En Oaxaca, fue asesinado a manos de la policía Manuel Cruz Cervantes, de 25 años de edad. El hombre fue perseguido por los gendarmes y, en un intento de fuga, fue baleado hasta quedar sin vida. En Tijuana, Baja California, un par de hombres armados entraron a casa de Saúl Tamayo y emprendieron fuego contra él, provocando su muerte apenas 40 minutos después de iniciado 2009. En Michoacán se registraron dos asesinatos. En el primero murió Yadira Hernández, de dos balazos; en el segundo, Rogelio Mendoza, quien falleció por disparos que se impactaron en su rostro. En Torreón, Coahuila, durante cuatro horas se registró un tiroteo que orilló a los habitantes a resguardarse debajo de sus camas. Los disparos iniciaron pasadas las 3:30 de la tarde del primero de enero y terminaron cerca de las siete de la noche. La esperanza que nos envuelve todavía en la primera semana de enero, pensando en el recomienzo de un ciclo, nos deja atónitos, sin palabras, con la boca seca. Algo tendría que pasar para parar tanto infortunio. Etiquetas: Palabra de Antígona de Sara Lovera » Lee el texto completo...
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